Boris Johnson destaca por su talento para escapar a las crisis, pero cada vez más cercado por la rebelión en su Partido Conservador y su gobierno, debe demostrar si le queda un truco para salvar su carrera política.
El Partido Conservador británico “ganó su mayor victoria electoral en 40 años bajo mi liderazgo y si no creen que podemos recuperarnos de nuestra posición actual y ganar de nuevo es que no han mirado bien mi historial”, dijo Johnson a principios de junio durante un voto de confianza del que salió victorioso pero debilitado.
Sin embargo, un mes más tarde ha acumulado otros dos reveses electorales y un nuevo escándalo, por nombrar al conservador Chris Pincher en un importante cargo parlamentario “olvidando” las acusaciones en su contra de manoseo a varios hombres.
Esto incrementó la sensación de que Johnson oculta la verdad, tras haber negado hace unos meses el “Partygate”, escándalo de las fiestas ilegales celebradas en Downing Street durante los confinamientos, socavando la popularidad que lo había alzado al poder.
Las mentiras no son nuevas
En 1987 comenzó una carrera de periodista en The Times, que le despidió un año después por inventar unas declaraciones. Entre 1989 y 1994 fue corresponsal del Telegraph en Bruselas, donde escribió artículos que ridiculizaban las regulaciones europeas. “No inventaba las historias, pero siempre caía en la exageración”, recuerda Christian Spillmann, periodista en Bruselas en esos años.
Elegido diputado en 2001, perdió un puesto en la cúpula conservadora tres años después por mentir sobre una aventura extramatrimonial. Uno de los varios escándalos personales de un político que no quiere decir cuántos hijos tiene, además de los siete reconocidos.
Adquirió rango de estrella tras ser elegido alcalde de Londres en 2008 y, aunque se le achacan algunos proyectos desastrosos, acabó brillando por los exitosos Juegos Olímpicos de 2012. Fue nombrado ministro de Relaciones Exteriores por Theresa May en julio de 2016 y se le acusó de haber cometido graves errores diplomáticos.
Ya como primer ministro fue fustigado por su errática gestión de la pandemia, pero logró hacer olvidar las críticas apoyándose en una exitosa campaña de vacunación. Sin embargo, cuando fue señalado de haber permitido fiestas con excesos de alcohol entre sus colaboradores durante los confinamientos, primero lo negó y después lo justificó asegurando que se trataba de “eventos laborales”, por lo que fue acusado de mentir.
Según los sondeos, una mayoría de británicos lo considera un “mentiroso”. Va a ser investigado por una comisión parlamentaria para determinar si engañó a sabiendas a los diputados cuando en diciembre negó la celebración de fiestas durante los confinamientos.
Y el hecho de que afirmara desconocer las acusaciones contra Pincher, cuando muchos aseguraban lo contrario, y acabara reconociendo su “olvido” refuerza las acusaciones de que el primer ministro juega con la verdad. “Es imposible que los conservadores ignoren una posible agresión sexual”, tuiteó Angela Rayner, la número dos del Partido Laborista, principal grupo de oposición. “Boris Johnson debe explicar cómo Chris Pincher puede seguir siendo diputado conservador”, añadió, y criticó la “degradación total de las normas de la vida pública” bajo el primer ministro.
Boris Johnson comparece el miércoles 6 de julio ante los diputados británicos para defender su continuidad en un cargo que cada vez más pende de un hilo, tras un alud de dimisiones en protesta contra la legitimidad del controvertido primer ministro, cernido por los escándalos y las mentiras.
Con información de AFP.