hace unos días, nadie creía que el poderoso gobernador de Nueva York dimitiera de su cargo. A pesar de las graves acusaciones en su contra, de tener el impeachment en la nuca y de que el mismo presidente Joe Biden le había pedido la renuncia, la hasta hace poco estrella del Partido Demócrata parecía no dar su brazo a torcer. Por eso, la rueda de prensa en la que salió apesadumbrado y errático sorprendió. “Creo que, dadas las circunstancias, la mejor manera en que puedo ayudar ahora es si me hago a un lado y dejo que el gobierno vuelva a ser gobierno... Mi dimisión será efectiva en 14 días”, dijo en un discurso en vivo.

Antaño, las acusaciones por acoso sexual contra los más poderosos podían ser comunes, pero casi nunca provocaban consecuencias. Después de que estalló el movimiento del #MeToo, las cosas son a otro precio. La verdad comenzó a estremecer primero a Hollywood: Kevin Spacey, Bill Cosby, Harvey Weinstein. Luego, el mundo se sacudió con las bacanales y delitos contra menores de Jeffrey Epstein, que salpican aún a figuras como el príncipe Andrés y el magnate Bill Gates. Era tan grave lo que debía enfrentar este hombre, alguna vez gigante de Wall Street, que se quitó la vida en una celda en Estados Unidos.

Pero en el poder político ningún caso ha ido más lejos que el de Cuomo. Meses atrás, al gobernador de Nueva York muchos lo veían como el más seguro presidenciable de su partido. Había sido, a la vez, uno de los líderes en la lucha contra el coronavirus en su país. Mientras que Donald Trump negaba la gravedad del virus, Cuomo emergió como el Pepe Grillo de la primera potencia del mundo frente a la pandemia.

El gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo se prepara para abordar un helicóptero después de anunciar su renuncia. La dimisión tiene que ver con las acusaciones en su contra por acoso sexual. La decisión del gobernador demócrata entrará en vigencia en dos semanas. (AP Foto / Seth Wenig) | Foto: AP

La renuncia del gobernador, sin embargo, no significa de ninguna manera un acto de arrepentimiento ante lo sucedido con las mujeres que lo denunciaron. “El informe decía que yo había acosado sexualmente a 11 mujeres –dijo en su declaración–. Ese fue el titular que la gente escuchó y vio. La reacción fue de indignación. Tenía que serlo. Sin embargo, también era falso”.

Cuomo pretende explicar que actos considerados normales en el pasado ahora las mujeres los califican de abusivos. “He sido demasiado informal con la gente. Abrazo y beso a la gente casualmente, a las mujeres y a los hombres. Lo he hecho toda mi vida. En mi mente, nunca crucé la línea con nadie. Pero no me di cuenta de hasta qué punto se ha redibujado la línea”, sostuvo. Explica que hay cambios generacionales y culturales. “Pensé que un abrazo y rodear con el brazo a una empleada mientras se hacía una foto era amistoso, pero a ella le pareció demasiado atrevido. Besé a una mujer en la mejilla en una boda y pensé que estaba siendo amable, pero a ella le pareció demasiado agresivo”, intentó justificarse.

Más que abrazos

La verdad es que la Fiscalía ha documentado mucho más que esos actos cordiales en los que la línea se desdibuja. Los medios calificaron el reporte de la fiscal general de Nueva York, Letitia James, como “devastador” contra Cuomo. El reporte judicial consigna los testimonios de 11 mujeres, de las cuales algunas dieron sus nombres y otras pidieron mantenerlo en reserva. Estos son algunos de los relatos.

Alyssa McGrath

Alyssa McGrath fue la primera mujer que habló del acoso del exgobernador. Relató que le miraba los pechos y le decía piropos en italiano.

La asistente de la Gobernación, de 33 años, fue la primera que lo puso contra las cuerdas. Contó la forma en que su entonces jefe la acosaba con preguntas muy incómodas todo el tiempo, como por qué no tenía anillo de matrimonio o si ya había culminado su divorcio. También señaló que le miraba obscenamente el pecho y le hablaba de las cadenas que usaba para justificar el porqué de esa penetrante mirada. A eso se sumaban, según ella, sus constantes piropos y frases en italiano, que ella después traducía para saber su significado. “Tiene una forma de hacerte sentir muy cómoda con él, casi como si fueras su amiga”, le dijo McGrath a The New York Times. “Pero luego te alejas del encuentro o la conversación y piensas: ‘No puedo creer que haya tenido esa interacción con el gobernador’”, añadió.

Lindsey Boylan

Lindsey Boylan manifestó que Cuomo la invitó a jugar al póquer quitándose las prendas de vestir. “El gobernador utilizó su poder para acosarme sexualmente”.

“Vamos a jugar al strip poker”, comienza un estremecedor texto –publicado en Medium–, en el que Boylan describió cómo sintió el acoso de Cuomo. Allí, explicó por qué, de un momento a otro, decidió relatar por Twitter lo que vivía. “En unos pocos trinos le conté al mundo lo que algunos amigos cercanos, familiares y mi terapeuta sabían durante años, Andrew Cuomo abusó de su poder como gobernador para acosarme sexualmente, tal como lo había hecho con tantas otras mujeres”. Boylan señaló que el demócrata la besó sin su consentimiento. Y que su forma de trabajo era crear una cultura de intimidación en la que esas conductas sexualmente inapropiadas se normalizaron. Agregó que en un viaje de trabajo el gobernador le pidió que jugaran al póquer y que las penitencias fueran quitarse las prendas. Y, cuando ella se negó a esas insinuaciones, en la oficina comenzaron a calificarla como una empleada que no rendía como el promedio.

Charlotte Bennett

“Comprendí que el gobernador quería acostarse conmigo y me sentí incómoda y asustada”, le contó Charlotte Bennett a The New York Times.

“Comprendí que el gobernador quería acostarse conmigo y me sentí terriblemente incómoda y asustada”. Así comenzó a relatar la ex asesora de sanidad, de 25 años, a The New York Times lo que había vivido con Cuomo. Fue la segunda en presentar públicamente sus quejas de acoso. “Me dijo que yo era lo suficientemente adulta para él y que él se sentía muy solo”, agregó. Bennett aseguró que el entonces gobernador nunca intentó tocarla, pero sí le preguntaba constantemente temas íntimos e incómodos, como si se haría tatuajes en el trasero. La joven puso una queja formal ante el jefe de gabinete y fue cambiada de cargo de inmediato. Cuomo afirmó que nunca tuvo las motivaciones que le endilga y que, de hecho, ella le tenía tal confianza que le contó que en el pasado había sido agredida sexualmente.

Ana Liss

Ana Liss relató que Cuomo le ponía apodos que la hacían sentir avergonzada, la abrazaba y le miraba el trasero todo el tiempo.

“Corazón”, “querida”, así solía llamarla siempre Cuomo. La joven aseguró que el gobernador era completamente meloso, y vivía abrazando y besando todo el tiempo. Nunca se quejó formalmente, porque pensó que en esa oficina “las reglas simplemente eran diferentes”. En uno de los episodios que ella señala, él le pidió que hiciera una pose especial en una foto, como si estuvieran bailando, durante un evento de recaudación de fondos. En ese momento, Liss no trabajaba para el gobernador, pero luego de acceder fue contratada en una llamada días después. Aseveró que Cuomo le miraba el trasero con frecuencia y le pedía que hiciera cosas para observarla más seguido, como búsquedas en internet de asuntos que no necesitaba. Cuomo le puso el apodo de “esponja”, que la hacía sentir avergonzada.