La cumbre de Latinoamerica realizada en Brasilia a la que asistieron 12 mandatarios de la región, no dejó la idea de unión que el mandatario Luiz Inacio Lula Da Silva esperaba, sino que dejó en el aire la división entre los mandatarios de los países de la región, alrededor del tema de Venezuela y la dictadura.
Hacía cerca de diez años que no se daba un encuentro de este tipo entre los líderes de la región. El último encuentro entre los líderes suramericanos había sido en 2014, durante una cumbre de Unasur en Quito.
La división en la región
“Dejamos que las ideologías nos dividieran e interrumpieran esfuerzos de integración, abandonamos canales de diálogo y mecanismos de cooperación, y con eso todos perdimos”, aseguró Lula, antes de iniciar la cumbre.
Pero también antes de iniciar la cumbre Lula realizó el primer acto polémico frente al encuentro, un encuentro uno a uno con Nicolás Maduro, tras el que concluyó según sus propias palabras, que en Venezuela no hay autoritarismo y que todo es producto de una narrativa.
“Existe una narrativa construida en el mundo de que en Venezuela no hay democracia y de que Maduro cometió errores”, afirmó Lula y afirmó que Venezuela vive en “tranquilidad”, desconociendo realidades innegables, como que cerca de siete millones de venezolanos han salido de su país desde 2015, debido a la crisis inflacionaria y a la escasez de trabajo.
Hacerse el de la vista gorda
Ante estas afirmaciones varios mandatarios manifestaron su sorpresa. El presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, afirmó: “Quedé sorprendido cuando se habló de que lo que sucede en Venezuela es una narrativa”, dijo y añadió: “Lo peor que podemos hacer es tapar el sol con un dedo (...) Pongámosle (a Venezuela) el nombre que tiene y ayudemos”, afirmó el uruguayo, que no dudó en llamar a Maduro “dictador”.
De su parte el presidente de izquierda de Chile Gabriel Boric también se manifestó frente al tema y negó tajantemente que lo que vive Venezuela corresponda a una construcción narrativa: “No es una construcción narrativa, es una realidad, es grave y yo tuve la oportunidad de ver, vi el horror de los venezolanos. Esta cuestión exige una posición firme”, afirmó el Presidente de Chile.
Boric reconoció la importancia del regreso de Venezuela a los escenarios internacionales, pero dijo que esto no podía ser razón para desconocer la realidad que allí se vive: “Eso, sin embargo, no puede significar hacer la vista gorda a temas que han sido importantes para nosotros desde el principio. Si quiero ganar una batalla, necesito construir una narrativa para destruir a mi potencial enemigo. Ya sabes la narrativa que se construyó contra Venezuela, de antidemocracia y autoritarismo”.
La foto final del encuentro, “foto de familia”, que muestra a todos los mandatarios reunidos y tomados de la mano, deja ver algunos de los detalles que se perciben claramente de la distancia entre los países.
Madura aparece en el extremo final izquierdo de la imagen, al lado de Surinam, Chan Santokhi, un país en el que ni siquiera se habla español. Lula aparece en todo el centro, como el mediador que intenta ser y el representante de Perú a la cumbre, Alberto Otálora, aparece en el otro extremo, sin tomar la mano de quien está a su lado. El actual gobierno peruano ha sido objeto de críticas de parte de varios líderes de la región, por la destitución de Pedro Castillo y designación de Dina Boluarte, su vicepresidenta.