Cinco años después del secuestro de 276 niñas en un internado ubicado en el pueblo de Chibok, al noreste de Nigeria –a manos de la guerrilla Boko Haram– no se conoce todavía el paradero de 112 de ellas. Las familias recuerdan ese 14 de abril de 2014 como el peor día de sus vidas. Sus hijas habían sido arrebatadas en sus narices, víctimas del terrorismo, y nadie pudo hacer nada. Al comienzo, algunos escépticos creyeron que se trataba de alguna monería infantil para preocupar a los mayores; otros, pensaron que el gobierno estaba utilizando el secuestro para vender sus políticas de seguridad de cara a las elecciones de 2015. Nadie creía que a cerca de la mitad de ellas no las volverían a ver jamás. Boko Haram, desconocido por la comunidad internacional hasta ese momento, publicó un video en el que aparecían las menores rodeadas por milicianos armados hasta los dientes. Solo en ese punto los países miraron a Nigeria, los escépticos creyeron y los demás entendieron que esa situación sobrepasaba cualquier querella política. Le puede interesar: Hablan las ex secuestradas de Boko Haram Los estadounidenses fueron los primeros en prender las alarmas. El terrorismo les había tocado varias veces a la puerta y conocían bien el modus operandi de las milicias yihadistas: secuestro, video, tortura y luego fusilamiento, un libreto lamentablemente familiar. Entonces, los personajes más importantes del mundo, como la entonces primera dama de Estados Unidos, Michelle Obama, y cientos de actores de Hollywood impulsaron una campaña en redes sociales que se volvió tendencia con la frase: “Devuélvannos a nuestras nñas”. Debido a la presión internacional y a la lupa que las superpotencias por fin habían puesto sobre Nigeria, 56 de ellas lograron escapar y 100 fueron liberadas a cambio de que el gobierno devolviera algunos rehenes a las filas de Boko Haram.

Las niñas y mujeres liberadas de Boko Haram.  Sin embargo, después de ese impulso mediático y de algunos ataques que las Fuerzas Armadas de Nigeria perpetraron en los bastiones más importantes de Boko Haram, el presidente de ese momento, Muhammadi Buhari, cantó victoria y las naciones extranjeras miraron hacia otro lado una vez más, sin preguntarse qué sería de las demás que continuaron presas por el terrorismo. Efectivamente, pasaron los años y Chibok siguió siendo asediado por el cruce de balas, el secuestro, la tortura y el asesinato. Y de sus 112 niñas no supieron más. Los familiares creen que siguen en manos de los insurgentes, muchos dicen entre murmullos que seguro ya murieron. El punto es que quieren saber con certeza, ¡necesitan saber! qué pasó con las menores que un día estaban riendo en el internado y al otro fueron tomadas como rehenes para explotarlas sexual y laboralmente. “¿Dónde quedó el Gobierno?”, “¿dónde quedaron los famosos?”, se preguntan los abuelos, tíos y vecinos con una u otra lágrima que les inunda el rostro. Le sugerimos: Niñas de Chibok, cuatro años secuestradas Duelo nacional Es cierto que Boko Haram perdió gran parte de su territorio con los años y las ofensivas militares; sin embargo, eso los diseminó en las zonas rurales de Nigeria y los obligó a efectuar una lucha de guerrillas, con atentados esporádicos y tomas de ciudades. Aunque el gobierno se halagó por sus avances en seguridad, para la población campesina y étnica esa estrategia solo les trajo problemas y los dejó solos para enfrentarlos. Las Fuerzas de Seguridad y los Servicios de Inteligencia del país se han declarado incapaces de reprimir la amenaza yihadista que crece ocultamente mientras gana adeptos y se radicaliza en su fanatismo. En una década Boko Haram dejó 20.000 muertos, 2 millones de desplazados internos y 7 millones de personas que dependen de la ayuda humanitaria, ya sea porque perdieron su casa o porque les tocó escapar sin nada. “Cada semana padecemos de un ataque”, le dijo a EFE Nifemi Onifade, la directora de la Fundación Bring Back Our Girls.

Milicias yihadistas al noreste de nigeria. El noreste de Nigeria no ha sido testigo de esa derrota de la que el presidente habló, en cambio vive en carne propia los continuos ataques hacia su población y, en especial, hacia sus mujeres y niñas. Pues desde que el líder de la guerrilla, Abubakar Shekau, se posicionó en 2015 dejó en claro tres cosas: juraría lealtad hasta la muerte al Estado Islámico, atacaría “la educación occidental” hasta el límite y raptaría niñas para satisfacer sus deseos sexuales. Le recomendamos: "Un desastre nacional": el secuestro de más de 100 niñas en Nigeria del que acusan al grupo extremista Boko Haram De ahí que en algunas partes de nigeria las conozcan también como “las vírgenes de Boko Haram”. Por eso, los padres reclaman que vuelvan a casa, temen que sus vidas corran peligro, pero saben que de su niñez ya no queda nada. La guerra se las robó