Las autoridades de Kenia han elevado a 179 el número de cuerpos exhumados en unos terrenos utilizados por una secta cristiana en una zona boscosa en Shakahola, en el norte del país, un suceso que ha desatado una oleada de críticas y ha derivado en la detención del líder del grupo, Paul Mackenzie, que podría llegar a ser imputado por cargos de terrorismo.
La Policía de la región Costa ha localizado a lo largo de este viernes más de una treintena de nuevos cuerpos después de que el martes arrancara una segunda ronda de exhumaciones en la zona, mientras que el número de rescatados en Shakahola asciende ya a más de 70.
Así mismo, la comisionada de la Policía regional, Rhoda Onyancha, recalcó que la cifra de desaparecidos que podrían estar vinculados con las actividades de la secta ha seguido aumentando y roza ya los 600, tal y como ha recogido el diario keniano The Nation.
Los principales líderes de la secta, encabezada por Mackenzie, instaron a los adeptos a practicar el ayuno hasta la muerte bajo la promesa de que se encontrarán con Jesucristo en una nueva vida. El presidente de Kenia, William Ruto, ha descrito a Mackenzie como un “terrible criminal”.
Autopsias de las víctimas
Las autopsias realizadas sobre ciertos cadáveres hallados en un bosque del sureste de Kenia, donde se reunían los miembros de una secta evangélica, revelaron la ausencia de algunos órganos, según un documento judicial consultado por la agencia de noticias AFP.
“Informes de autopsia revelaron que faltaban órganos sobre algunos cuerpos de las víctimas que fueron exhumados hasta ahora”, indica el documento. El acta también menciona “un tráfico de órganos humanos bien coordinado que implica a varios actores”.
Más de un centenar de cadáveres, en su mayoría de niños, fueron descubiertos en abril en el bosque de Shakahola, donde se congregaban los fieles de una secta que recomendaba el ayuno extremo para “conocer a Jesús”.
El hallazgo de los cuerpos provocó sentimientos de horror, indignación e incomprensión en este país de África del Este, de unos 50 millones de habitantes y donde hay más de 4.000 iglesias registradas, según el Gobierno.
Según las autopsias realizadas sobre 112 cuerpos, la mayoría de las víctimas murieron de hambre, tras haber seguido presuntamente las predicaciones de Paul Nthenge Mackenzie, un autoproclamado pastor de la Iglesia Internacional de la Buena Nueva.
Algunas de las víctimas, sin embargo, fueron estranguladas, golpeadas o ahogadas, indicó la semana pasada el jefe de las operaciones de autopsia, el doctor Johansen Oduor.
El pastor, que se encuentra detenido, será procesado por “terrorismo”, anunciaron los fiscales el 2 de mayo. En el documento la Dirección de Investigaciones Criminales (DCI) pide congelar las cuentas bancarias de otro de los pastores, Ezekiel Odero.
Según el DCI, este influyente religioso recibió “enormes transacciones en especie”, procedentes de las cantidades entregadas por los fieles a Mackenzie, quien les había pedido vender sus propiedades.
Una mezcla tóxica de pobreza, escasa educación y acceso fácil a entretenidos sermones en línea han facilitado que estos cultos progresen en Kenia, con efectos fatales.
En 2018, aparecieron noticias de una familia que perdió siete niños durante cuatro años porque su organización Kanitha wa Ngai, Iglesia de Dios, no creía en los hospitales y la medicina moderna.
El mismo año, el Directorio de Investigaciones Criminales advirtió a los ciudadanos sobre un culto llamado Young Blud Saints, que se enfocaba en estudiantes universitarios. “Los miembros deben sacrificar lo que más aman para probar su lealtad a la organización”, dijo el DIC en un comunicado, urgiendo a los “padres a mantener un ojo en sus niños para evitar que sean reclutados para tales organizaciones malignas”.
Pero estos cultos han conseguido esquivar la ley, a pesar de atraer repetidamente la atención de la policía. El propio Nthenge se enfrentó a la ley en 2017, tras ser acusado de instar a los niños a ausentarse de la escuela, asegurando que la Biblia no reconocía la educación.
*Con información de Europa Press y la AFP.