Si hay algo que aumenta la frustración en aquellos a quienes les niegan la visa a Estados Unidos es no saber exactamente por qué.
En las redes sociales, a diario, se hacen virales los videos de personas quejándose de haber vivido esta situación que a muchos los afecta hondamente.
“Fue porque estaba mal vestido”, se le oyó decir recientemente a un joven peruano en uno de esos contenidos; un buen ejemplo de toda la suerte de conjeturas que la gente llega a hacerse para justificar la negación del ansiado permiso.
Sin embargo, en esas mismas redes se imponen también los contenidos de personas que han tenido éxito en la consecución de la visa, como el de una joven ecuatoriana que pasó por la amarga experiencia del no en la embajada estadounidense.
Sin embargo, su caso se sale un poco del molde, pues ella lo intentó por segunda vez y esa fue la vencida. Lo curioso es que esa vez el cónsul que la atendió solo le hizo una pregunta.
La afortunada se llama Tiffany Mellisa, quien planeó su viaje con la agencia Work and Travel, que les ofrece trabajar mientras conocen Estados Unidos, a jóvenes como ella. De hecho, la organización ya le había conseguido un empleo en el país del norte y solo le faltaba la visa.
Por su parte, la joven cumplió con los trámites, como llenar el formulario DS-160 y reunir los documentos que la embajada requiere antes de la cita para la entrevista.
Ya frente al cónsul, cuenta Tiffany, este le hizo preguntas como “¿Cuál es tu nombre?”, “¿qué carrera estudias?”, “¿en qué universidad?”, “¿qué semestre estás cursando?”.
Finalmente, hubo una pregunta a la que ella le atribuye un peso particular en el resultado de la entrevista.
“¿Te cambiaste de carrera?”, le dijo, a lo cual ella le contestó que no, el funcionario hizo un gesto como si no le creyera.
Luego siguió escribiendo en el computador y le entregó el pasaporte, lo que significa que su solicitud había sido negada.
Tiffany, como es natural, salió decepcionada de la cita, pues pronto tenía que presentarse al trabajo en el país del norte.
Sin embargo, cuando le comunicó a la agencia lo sucedido, los asesores de esta le dijeron que lo volviera a intentar.
En efecto, a la semana siguiente ella volvía a estar enfrente de un nuevo cónsul, quien nada más preguntó: “¿Eres estudiante?”.
Ella le contestó que sí y, de inmediato, el funcionario firmó un papel y se quedó con el pasaporte, es decir, su visa había sido concedida.
El cónsul no solo le aprobó la solicitud, sino que al ver que ella tenía que presentarse a trabajar muy pronto, le dijo: “¿Sabes qué?, puedo ayudarte entregándote tu pasaporte con tu visa en 48 horas”.
En últimas, la visa le llegó a tiempo y ella pudo cumplir con el plan de trabajar y conocer Estados Unidos.
Ya de regreso en su patria, la ecuatoriana no sabe a ciencia cierta cuál fue la diferencia entre una y otra cita, pero su consejo para los miles que piensen asumir este proceso es no rendirse.
“Les diría que si están en un programa de estos o simplemente están aplicando a visa de turista, inténtenlo nuevamente”, dijo Tiffany.
Al reincidir, es aconsejable pensar en pedir la cita en un consulado diferente y en otro horarios, dijo también, de acuerdo con las recomendaciones que le hicieron en su agencia.