Un informe elaborado por varios organismos internacionales como la OCDE, la Cepal, la Unión Europea y el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), advierte que los niveles de PIB per cápita en Latinoamérica y el Caribe no volverán a los niveles prepandémicos hasta 2023 o 2024.
El documento resalta que la pobreza y la pobreza extrema han alcanzado en la región niveles no observados en los últimos 12 y 20 años. Según los organismos internacionales, la crisis derivada de la pandemia ha ocasionado daños a un tejido social “extremadamente vulnerable, resultando en un significativo aumento de la pobreza y la desigualdad”.
El panorama podría ser incluso peor, de no ser por las políticas de demanda impulsadas por los gobiernos latinoamericanos, que sirvieron para evitar mayores pérdidas de vidas y aumentos de pobreza. De acuerdo con el informe, sin estas transferencias, el índice Gini –medidor de la desigualdad– habría aumentado un 5,6 % con respecto a 2019, en lugar del 2,9 % registrado.
Buena parte de esta desigualdad se explica por la fuerte presencia de la informalidad laboral en la región. Cuando estalló la pandemia en Latinoamérica, el 50 % de los trabajadores tenía un empleo que no contaba con un seguro social o no estaba reconocido en los registros formales de empleo.
Los hogares que perciban sus ingresos exclusivamente de la economía informal han sido los más afectados por la crisis, ya que han perdido sus empleos y los ingresos que obtenían con ellos.
En promedio, el 45 % de la población latinoamericana vive en hogares que dependen de este tipo de empleo, el 22 % vive en hogares mixtos y el 33 % vive en hogares que dependen de la economía formal. El fenómeno de la informalidad afecta de manera asimétrica a las economías de la región, ya que mientras Chile o Uruguay tienen menos de un impacto inferior al 20 %, en Bolivia, Honduras o Nicaragua supera el 60 %.
En este contexto, los organismos recomiendan a las economías latinoamericanas promover opciones innovadoras de formalización laboral y reducir las brechas de cobertura social para proteger a mujeres, jóvenes, migrantes y otros colectivos vulnerables.
Los organismos avisan que no existe un enfoque o solución que garantice una recuperación sólida, sostenible e inclusiva. No obstante, una característica común para la recuperación es la necesidad de adoptar una secuencia claramente definida de medidas de política fiscal en materia de gasto, tributación y gestión de la deuda pública.
Proyecciones de crecimiento económico
William F. Maloney, economista jefe del Banco Mundial para América Latina y el Caribe, se refirió a las proyecciones de crecimiento económico que experimentará la región a partir del próximo año. Así lo hizo durante su intervención en una jornada organizada por el Club de Exportadores e Inversores y Madrid, Investment Attraction.
El experto afirmó que el crecimiento latinoamericano será más lento de lo esperado, con una previsión del 2,8 % para 2022 y del 2,6 % para 2023. También explicó que la región ha sido una de las más afectadas por la covid-19 en todo el mundo, lo que ha provocado una caída importante del empleo.
Si bien las cifras del mercado laboral han comenzado a remontar a partir del tercer trimestre de 2020, en la actualidad aún no se han podido recuperar los valores previos a la pandemia, debido en buena parte al bajo ritmo de vacunación en la mayoría de los países de la zona, agregó William F. Maloney.
En este contexto, la recuperación latinoamericana será lenta, pese a que los factores globales “son favorables”. “Todo parece indicar que el crecimiento de la región volverá a valores de la década de 2010, que fue inferior al de otras regiones del mundo”, sentenció el experto.
*Con información de Europa Press.