Ariel Shegerman
“Desde el día domingo nos han trasladado a todos a un hotel en el norte de Israel. Hay más o menos entre unas 500 y 600 personas, incluidos niños y adultos. Toda la zona donde vivíamos está prácticamente deshabitada, solamente quedan muy pocas personas para custodiar. Ahora mirando la televisión y escuchando las noticias no hay ningún tipo de indicaciones especiales. Sabemos que Israel está atacando y los terroristas de Hamás siguen lanzando sus misiles. O sea, se ha declarado una especie de guerra. Es un momento muy difícil para Israel.
Mi vivencia de cuando se inician los combates no fue muy cómoda. A las 6:20 de la mañana empezó un ataque de misiles. Se calcula que hubo durante todo el día unos 2.500. Y estuvimos toda la noche y todo el día encerrados en la pieza de seguridad junto a mi familia. Estuvimos comunicados con muchos de los lugares que han sufrido consecuencias muy graves, donde nosotros tenemos unos amigos, tenemos muchos amigos.
La zona nuestra es una zona pequeña, con más o menos unos 10.000 habitantes entre todo tipo de kibutz, que son como granjas colectivas. Y, bueno, nos conocemos entre casi todos los que vivieron más de cerca los combates. Mis hijos fueron al colegio con muchos de los chicos que hoy ya no están con nosotros.Ahora, la verdad, es un momento realmente muy difícil para todos.
Es un momento en el que otra vez estamos todos refugiados, fuera de nuestras casas, hay más de 20.000 o 30.000 personas fuera de las casas. Hay mucha tensión en el ambiente y hay mucho mucho miedo. No sabemos cómo va a terminar esto, habrá que esperar, ser fuertes y volver a unir a todo el pueblo para poder construir nuevamente lo que es el Estado de Israel y seguir para adelante, como siempre pasó”.
Igal Goldsmith
“Una experiencia extremadamente difícil. El sábado pasado, a las 6:00, comenzaron a sonar alarmas constantes en la ciudad en la que yo vivo, que se encuentra a unos 40 kilómetros de la Franja de Gaza.
Y rápidamente entendimos que era algo diferente, que no era algo de lo que conocíamos, porque en mi ciudad no es común recibir alarmas muy seguido y acá era hora y media seguida de alarmas. Mientras estábamos en el cuarto de seguridad, comenzaba a oír a través de redes sociales que, aparte de los cohetes que estaban cayendo por todas partes, la gente comenzó a reportar que veían terroristas en sus pueblos.
Eso es una pesadilla para nosotros, porque creíamos que sabíamos lo salvajes que pueden llegar a ser y nunca lo pensamos. Yo y todas las personas con las que he hablado, nadie pensó que ellos podían llegar a estos niveles de atrocidades. Yo trabajo en la fábrica de Intel, que queda al sur de Israel, a unos 30 kilómetros de la Franja de Gaza.
Y varios de mis colegas del trabajo viven en la zona que fue directamente afectada por los terroristas. Rápidamente, comencé a recibir mensajes de ellos, que estaban encerrados en las casas, muy asustados, mujeres solas, diciendo que se encerraron en el cuarto y que por las ventanas veían las camionetas de los terroristas pasando.
Tristemente, después de 15 años, aprendimos a vivir con los cohetes. Entonces, el miedo a que llegue uno de esos animales a nuestras casas es grande. Volviendo otra vez un poco al sábado, ese era el gran terror, porque 40 kilómetros en una moto o en una camioneta de esas personas los podían haber completado, y los trataron de completar, trataron de llegar más al centro del país, pero los pararon las tropas”.
Sarah Mintz
“Fue muy sorpresivo todo, porque todo empezó en un día que para nosotros es un día sagrado, era Shabat y se juntaba una fiesta judía que se llama Simjat Torá. Era un día muy importante para los judíos. Celebramos en las sinagogas, bailamos con la Torá. Al principio estábamos sorprendidos y no entendíamos qué pasaba, por qué sonaba la sirena. Esa mañana salíamos para la sinagoga y cuando la intensidad del ruido fue muy fuerte dijimos: hay que salir corriendo al refugio.
La gente pensó que ya se había calmado todo, vámonos a la sinagoga, donde íbamos a ir a rezar, y en medio del rezo el rabino dice: ‘Tenemos que irnos al refugio de la sinagoga. Salgan todos’. Pero luego el rabino dijo que todo estaba muy peligroso, parece que algo está pasando, por favor, regresen a sus casas. Y en la casa sonó la alarma ocho veces y ocho veces tuvimos que bajar al refugio.
Ahora nadie sabe qué va a pasar, porque apenas están descubriendo poco a poco qué fue lo que pasó. Hace unos días que se descubrió en un kibutz todas estas situaciones horrorosas de encontrar niños decapitados, gente quemada, gente muerta de una manera brutal. ¿Cómo estamos nosotros? Pues obviamente todas las personas, no solamente la gente que vive aquí en Israel, como judíos, nuestra alma se parte en dos, porque es un atentado de terroristas haciendo de las suyas de una manera que es irrazonable, brutal, despiadada, muy fuerte. Eso hace un hueco en el corazón muy muy duro.
Yo vivo en Jerusalén y ya las alarmas no son tan constantes, pero aun así han mandado miles de misiles acá y se escucha la alarma y uno tiene que salir corriendo. En estos días no ha sonado tanto; por ejemplo, el miércoles no sonó, el martes sonó dos veces. Pero igual toca salir corriendo a refugiarse y ver las noticias. No sé si es porque este lugar es tan sagrado para ellos también, que obviamente aquí no atacan tanto como otras ciudades que han sido más impactadas”.
Sammy Furman
“El sábado me levanto con una alarma al lado de mi cama, aquí en Jerusalén, y me aterro mucho, me asusto mucho, porque no es casual aquí en Jerusalén que cinco veces suene la alarma. Entonces, pongo las noticias y veo que hay una infiltración de terroristas al sur. Van llegando todas esas noticias aterradoras y siguen lanzando cohetes a todos lados de aquí de Israel.
La verdad, eso era como una música de fondo, como una distracción para lo que estaban haciendo realmente, que era infiltración de terroristas y estaban secuestrando, matando y acribillando a todos los que podían. Entonces, el terror de las personas acá y la angustia era incalculable. Empezamos a hablar entre amigos, entre familiares, y esas son las primeras horas. Y a medida que va pasando el tiempo van llegando más noticias de todo lo aterrador.
Sábado y domingo fueron bastante aterradores. Y fuera de eso nos enterábamos de las terribles noticias, que era la principal tragedia, que era lo del sur de Israel, el secuestro y la matanza de todas estas personas inocentes.
Sabíamos que era algo sin precedentes y que estaba pasando algo muy grande, sería una tragedia gigante. Ya desde el martes el ejército está un poco en menos estado de shock, ya van recuperando las zonas. Ahora la gente casi no sale a las calles, únicamente a abastecerse de las cosas básicas y eso. Han sido días tristes y muy raros, la gente entiende que va para largo.Tengo compañeros del trabajo que han sido enrolados en el ejército por ser reservistas.
Han sido llamados y, de hecho, esta mañana me enteré de una amiga que tenía un hermano de ella en el hospital, un soldado, y murió. Entonces, con esa magnitud de víctimas, todo el mundo conoce a alguien que lo afectó o alguien que está en la zona o alguien que lo están enrolando en el ejército. Es bastante bastante probable que todo el mundo conozca algún afectado directamente con la tragedia”.