Leopoldo López ya se ha convertido, para los abundantes críticos del régimen venezolano, en el preso político más reconocido de Latinoamérica, símbolo de las arbitrariedades del gobierno de Nicolás Maduro. Este lunes se cumplen mil días desde que el líder opositor se entregó a las autoridades.Desde entonces, él y su familia han sufrido todo tipo de humillaciones en la cárcel militar de Ramo Verde donde se encuentra recluido. El dirigente del partido Voluntad Popular purga allí una condena de casi 14 años, acusado de incitación a la violencia durante las protestas opositoras de 2014, que dejaron 43 muertos.Su proceso penal estuvo plagado de vicios. De acuerdo con la oposición, obedeció a evidentes motivaciones políticas y las pruebas fueron fabricadas. Ante las extremas condiciones de su reclusión, su esposa, Lilian Tintori, se ha convertido en uno de los rostros más visibles de la oposición. Por todas esas razones, diversas voces expresaron este fin de semana su solidaridad.“Maduro parece obsesionado no solo con aislarlo de sus compatriotas y del mundo exterior, sino también con quebrarlo”, escribió en una columna José Miguel Vivanco, director para las América de Human Rigths Watch.“Su detención es un ejemplo flagrante de lo que un régimen despótico puede hacer con una persona cuando no le rinde cuentas a nadie”, añadió Vivanco. “Quienes dicen estar preocupados por la situación de los derechos humanos en Venezuela deberían demostrarlo presionando a Maduro por el caso de López”.
"No me gustan los presos políticos en ninguna parte del mundo", señaló por su parte el expresidente uruguayo José Mujica desde Madrid, donde se encontraba junto a la alcaldesa Manuela Carmena, ante una pregunta sobre la situación de López."Tengo solidaridad de preso con todos los presos políticos del mundo, cualquiera sea la causa", añadió sin nombrar a Leopoldo el exmandatario izquierdista, que pasó más de una década en prisión por su militancia como guerrillero tupamaro.“Los 1.000 días de prisión de Leopoldo López le duelen a todo un continente. Significan que el Hemisferio aún no está libre de la arbitrariedad y la persecución política, que las luchas de nuestros próceres y libertadores no están completas”, escribió en una sentida columna en El País de España Luis Almagro, secretario general de la OEA y feroz crítico de la descomposición del gobierno venezolano.Y agregó: “los 1.000 días Implican, además, que los esfuerzos y el acumulado histórico de nuestros países en favor de la democracia no han superado aún los reflejos dictatoriales de quienes pretenden aferrarse al poder aún en contra de la marea popular que los rechaza”.Voluntad Popular, en pie de lucha
En los últimos días, el proceso de diálogo político en Venezuela fue cuestionado precisamente por Voluntad Popular (VP), el partido de Leopoldo López. Cientos de personas, la mayoría de ellas militantes de VP, marcharon el domingo hasta Ramo Verde para exigir su liberación.Voluntad Popular pidió a la alianza opositora reunida en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), de la cual forma parte, iniciar acciones paralelas con el objetivo de lograr un cambio de gobierno.El partido de López emitió un comunicado en el que sostiene que la mesa de diálogo constituida el 30 de octubre entre el Gobierno y la MUD hasta ahora ha sido "inoficiosa" y no resuelve "la principal aspiración del pueblo venezolano: elegir un nuevo gobierno".Por ello, llamó en primer lugar a conformar un "Gran Movimiento Cívico de Defensa de la Constitución" para lograr que el Parlamento retome el "juicio político" y declare el abandono de su cargo de Maduro "para elegir a un nuevo presidente", un camino que el chavismo considera inviable.En segundo lugar, VP propuso "desbordar las calles de gente ejerciendo su derecho constitucional a la protesta hasta que se consiga mediante la presión popular cívica el cambio deseado".Aunque la MUD, como gesto de buena voluntad para hacer avanzar las negociaciones con el Gobierno, había acordado posponer las manifestaciones callejeras, entre ellas una que tenía como destino el Palacio presidencial de Miraflores, el fin de semana varios opositores pidieron reactivarlas. Uno de ellos fue el dos veces candidato presidencial Henrique Capriles, quien llamó a "retomar de inmediato la agenda de movilización popular en todo el país" pues, consideró, "la crisis es cada día peor".Por su parte, el secretario ejecutivo de la MUD, Jesús Torrealba, animó a los partidos de la coalición a retomar las manifestaciones callejeras sin abandonar la mesa de diálogo, que, aseguró, ha dado avances "en la creación de condiciones que hagan posible recuperar el derecho del pueblo venezolano al voto". Torrealba señaló que, aunque en los acuerdos alcanzados en la segunda plenaria del diálogo que terminó el sábado no se menciona la reactivación del proceso para un referendo revocatorio presidencial ni el adelanto de las elecciones presidenciales previstas para 2018, sí se avanzó "en procura de alcanzar la solución electoral".En la otra orilla, el presidente Maduro pidió a la MUD desistir en su planteamiento de adelantar las elecciones presidenciales o de querer convocar cualquier proceso que implique un cambio de gobierno en los próximos dos años. "Que nadie se obsesione con procesos electorales que no están en la Constitución", afirmó el mandatario durante su programa semanal de televisión.Entretanto, y en medio de llamados a la comunidad internacional para que no se haga de la vista gorda, Leopoldo López sigue en el calabozo como máximo exponente de lo que no solo la oposición, sino diversos observadores, consideran nada menos que presos políticos del régimen venezolano.*Con Efe y AFP