Para el asombro de todos, el este de Libia parece estar bajo control de los protagonistas de las revueltas que comenzaron en una ciudad de esa región: Bengasi. Hasta el pasado domingo las únicas protestas en Trípoli habían sido en apoyo a Muamar Gadafi como respuesta a aquellos en el otro lado del país que están invocando su muerte. En cualquier caso, la manera de hacer política y la fama de incorruptible han hecho que el coronel Gadafi gane el respeto popular a pesar de la brutalidad de su régimen. Además, en años recientes no ha dudado en mejorar las condiciones económicas del país con el fin de garantizar la paz social. Se acabó la paz social Esto cambió el pasado domingo en el corazón de la capital con los enfrentamientos entre opositores y simpatizantes del régimen, unido a la intervención de las fuerzas de seguridad que dieron como resultado un saldo de cientos de muertos y heridos. En un largo discurso lleno de divagaciones, Saif al-Islam, segundo hijo del coronel, prometió ilimitadas concesiones, pero advirtió de una guerra civil al prometer que el gobierno no se rendiría, lo que ayudó muy poco a calmar la situación. Como resultado, el régimen ahora está en serios problemas. En el marco de esta ola de violencia, el coronel Gadafi, de acuerdo a algunos informes, parece haberse replegado en Sirte o Sebha -ciudades que lo apoyan- con el fin de organizar sus próximas acciones. El hecho de que las protestas contra el régimen se concentraron en un primer momento en la región de Cyrenaica, en el este del país, da algunas pistas de lo que en realidad está ocurriendo. El oriente de Libia ha sido por largo tiempo hostil a la jamahiriya, el sistema político impuesto por Gadafi basado en la llamada "democracia popular directa" que ordena que todos los libios deben participar en el proceso político. Para garantizar que se llega a un fin correcto, ese sistema tiene que hacer uso del Comité Revolucionario. Cyrenaica, después de todo, fue el lugar de nacimiento de la monarquía que precedió a la revolución y Bengasi siempre ha tenido fama de su falta de rigor revolucionario. La ciudad también posee otras razones para rechazar al régimen: acogió a 413 niños infectados con VIH en la década de los 90 debido a las pocas condiciones sanitarias en sus hospitales. En la segunda mitad de la década de los 90 también se produjo una rebelión islámica en Bengasi y Derna, que amenazó al gobierno. Como resultado, Muamar Gadafi persiguió deliberadamente a la población de Cyrenaica, provocando nuevas protestas. Las fuerzas de Gadafi El régimen, sin embargo, posee fuerzas muy poderosas, sumando 119.000 hombres a su disposición. En el pasado no ha dudado en usarlas si siente que esa nación de seis millones de personas se ve amenazada. Más allá de su ejército y fuerzas policiales de 45.000 efectivos, donde la lealtad a veces ha estado en entredicho, existen los mukhabarat (servicios de seguridad) y el movimiento Comité Revolucionario que brutalmente ha disciplinado a la sociedad libia desde la década de los 80. Estos activistas se han comprometido con el régimen por afiliación tribal así como por preferencia ideológica. Las tribus de Qadhadhfa, Maghraha y Warfalla son consideradas revolucionarias y deben aceptar a Gadafi como su único jefe. Junto a estos está el Batallón Disuasivo, la conocida Brigada 32, que opera en Ouezzane, cerca de la frontera con Túnez que es comandada por uno de los hijos de Gadafi, Khemis, y diseñada para lidiar con revueltas dentro del país. También está la oscura Legión Islámica, creada en los años 80 por musulmanes provenientes de Sahel, donde ha habido rumores de que está formada por "mercenarios extranjeros". El régimen, en resumen, tiene una gama de mecanismos de represión a su disposición y en el pasado nunca ha mostrado titubeos en responder con brutalidad a la menor señal de protestas. En 1996, durante un motín en la prisión de Abu Sulaim, en Trípoli, al menos mil presos murieron a manos de las fuerzas de seguridad. Medidas drásticas No hay razones para pensar que el gobierno de Gadafi no tomará medidas drásticas en estos días ante la posibilidad de que su poder esté seriamente amenazado. Es justo por esa razón que Saif al-islam dio a entender de las terribles consecuencias que podrían seguir a las protestas. Sin embargo, parece que los manifestantes no están escuchando. Este lunes el líder de la tribu Warfalla no dudó en recordar la venganza sangrienta del régimen tras el fallido intento de golpe de Estado lanzado por miembros tribales en 1993, quienes en esa oportunidad amenazaron con abandonar el régimen. Aún así, si su reputación revolucionaria le falla, el coronel Gadafi tiene petróleo para garantizar su propia supervivencia, la de su familia y quizás la de su régimen.