-911. Do you have an emergency?-¿Habla español?-No. Speak English?-No... nos estamos muriendo. Necesitamos ayuda.Ésta es la transcripción de una de las muchas llamadas que reciben los operadores del servicio de emergencia, 911, en Arizona, en el suroeste de Estados Unidos.La persona en problemas es uno de los miles de migrantes que cada año intentan cruzar la frontera de México para entrar de forma ilegal a Estados Unidos.La ruta que siguen es una de las más peligrosas e inhóspitas a lo largo de la línea fronteriza de 3.145 kilómetros: a través del desierto de Arizona, una franja que se extiende a por cuatro condados del estado.El territorio forma parte del desierto de Sonora, uno de los más calurosos y grandes del mundo, que en total cubre un área de 311.000 kilómetros cuadrados a través de México y Estados Unidos.Según la patrulla fronteriza estadounidense, en este desierto ocurrió el mayor número de muertes de migrantes en 2012.Estadísticas del grupo de derechos humanos No More Deaths (No más muertes), con sede en Arizona, indican que entre 150 y 250 personas (hombres, mujeres y niños) mueren cada año intentando atravesar este territorio.Es que los inmigrantes no sólo deben enfrentar el calor abrasador del desierto, sino que además tienen que hacer frente a noches congeladas con temperaturas bajo cero. Calor abrasadorCuando estas personas se encuentran en problemas o lesionadas, y tienen la posibilidad de hacer una llamada telefónica, lo más probable es que ésta sea recibida por un operador del servicio de emergencias, 911, de Arizona.¿Cómo manejan estos trabajadores las llamadas de angustia que, por lo general, son de individuos que no hablan inglés y casi siempre tienen una mala recepción telefónica?Cuando Joel se comunicó con el 911 clamando "nos estamos muriendo", su llamada fue respondida por Michelle Busch, operadora de la Oficina del Alguacil del Condado de Maricopa.Cuando Michelle -que no hablaba español- contestó y logró entender que Joel necesitaba ayuda, contactó de inmediato a la patrulla fronteriza. Así es el procedimiento estándar que se sigue para que las diversas agencias colaboren en la búsqueda de migrantes que se encuentran en problemas, como Joel.Después de decir su nombre, Joel explicó que necesitaba ayuda porque ese día de junio en el que realizaban el trayecto las temperaturas habían superado los 40º centígrados.Pero la búsqueda de migrantes no es sencilla.Tal como afirman los operadores, el carácter remoto de la zona y los antiguos teléfonos móviles que los migrantes suelen llevar dificultan la tarea de ubicarlos con precisión.Y Joel no podía reconocer algún punto de referencia: "Hay puros cerros bajitos... puro de piedra, puro de roca", decía."Puede ser el norte, sur, este u oeste. No tienen idea de dónde están", cuenta Michelle Busch al recordar la conversación de aquel día. "Todo lo que veo son montañas, dicen".Fenómeno crecienteBusch trabaja en Phoenix, a más de 240 kilómetros de la frontera. Pero este verano. cuando recibió la llamada de Joel, tanto ella como otros operadores de la oficina del alguacil ayudaron a rescatar a más de 30 personas en una zona remota del condado.Dicen que se trata de un fenómeno en aumento, porque cada vez más migrantes se arriesgan a tomar rutas largas y peligrosas para evitar la detección de la patrulla fronteriza.En Arizona, muchos intentan llegar a una carretera interestatal ubicada a unos 128 kilómetros de la frontera.Los traficantes de personas a menudo los transportan por una parte del trayecto, pero deben hacer largos recorridos a pie para evitar los puntos de control a lo largo de la ruta.En ocasiones son abandonados por los guías, o simplemente se pierden en el camino."Nunca les pregunto si son ilegales o si alguien los dejó en ese lugar", dice Busch."Mi trabajo es descubrir dónde se encuentran".Las misiones de rescate pueden tomar horas y costar miles de dólares.Pero el tiempo es esencial, porque una vez que los migrantes llaman pidiendo ayuda es porque ya están sufriendo de deshidratación o insolación y, en invierno, de hipotermia."Alentarlos"El mismo día de junio en que Joel llamó al 911 pidiendo ayuda, Michelle recibió otra llamada de otro grupo de migrantes.Varios de ellos ya estaban enfermos y desmayados por causa del calor."¿Está respirando o está todavía desmayado?", preguntó la operadora."Está respirando", contestó un hombre llamado Heriberto.Busch entonces trató de alentarlo: "Heriberto, escúchame... escúchame"."Yo sé que no puedes, yo sé que estás mal. Pero los vamos a ayudar". Y le dijo que un helicóptero estaba en camino, lo instruyó para que enciendera un fuego con el fin de que el helicóptero pudiese verlos."¿Ya sabe donde estamos, verdad?", preguntó Heriberto.La patrulla fronteriza recupera unos 160 cadáveres de inmigrantes cada año en Arizona.Ella respondió que sí. Y él insistió: "¿Me lo jura?"."Sí, te lo juro", aseguró Busch."Gracias, te lo agradezco con todo el corazón", concluyó Heriberto.El helicóptero, sin embargo, llegó al área pero localizó a un grupo diferente de migrantes que también estaban perdidos y los rescató a ellos.Entonces, otro de los individuos del grupo de Heriberto llamó nuevamente al 911, convencido de que estaba a punto de morir."Quería darme números de teléfono, direcciones, el nombre de su esposa, de sus hijos", recuerda Busch. "Pero yo le dije: 'No, yo no hago eso. No lo haré porque tú vas a sobrevivir'"."Al final, sí fueron ubicados por la patrulla fronteriza. Recibieron ayuda médica. Y después, bueno, estoy segura de que fueron enviados de regreso. Pero afortunadamente todos sobrevivieron", expresa la operadora.Ese rescate en particular tomó más de siete horas y eventualmente lograron localizar a más de una decena de inmigrantes.No todos sobreviven. Durante ese verano, en esa misma zona, la Oficina del Alguacil de Maricopa, recuperó 17 cadáveres. El año pasado, más de 160 cuerpos fueron descubiertos en todo el estado de Arizona.Con información de Jude Joffe-Block, corresponsal de Public Radio International en Phoenix, Arizona.