Los 1.127 muertos que dejó el derrumbe de un edificio con talleres textiles podrían cambiar las malas condiciones laborales que se esconden detrás de la etiqueta "Hecho en Bangladesh", si se cumplen las promesas de mejoras por parte del Gobierno local y las multinacionales. Los bangladesíes son los trabajadores textiles peor pagados del mundo. Reciben un salario mínimo de 38 dólares mensuales, sin posibilidad de sindicarse sin el permiso de los dueños de las fábricas y obligados a trabajar en edificios no preparados para las catástrofes. Ha sido necesario el peor desastre industrial de la historia del país asiático para que tanto empresas internacionales como el Gobierno local tomen medidas en el sector, en el que desde el 2005 han muerto 1.800 personas en accidentes de diversa índole. Activistas y sindicalistas creen que el Acuerdo para la Seguridad y Prevención de Incendios en Bangladesh, firmado por 31 multinacionales con los sindicatos IndustrialAll, UNI Global Union y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), supone un giro en la forma de producir ropa con la etiqueta "Hecho en Bangladesh". Un acuerdo que hasta la tragedia del 24 de abril del edificio de Savar, localidad cercana a Dacca, solo habían firmado las compañías PVH, dueña de Calvin Klein y Tommy Hilfiger, y la alemana Tchibo. "Tras el incendio de noviembre del 2012, en el que murieron 111 personas en una fábrica, pensamos que más compañías se unirían. No fue así", dijo a Efe Eva Kreisler, portavoz en España de la Campaña Ropa Limpia, organización que ha peleado por este acuerdo. "Sin embargo, las empresas se han unido al acuerdo tras el derrumbe", afirmó Kreisler, quien añadió que a partir de ahora las multinacionales harán algo más que pagar indemnizaciones tras cada accidente. Las empresas El Corte Inglés, Benetton, Primark, Bon Marché y Joe Fresh han admitido producir en alguno de los talleres del complejo siniestrado, en el que Mango había hecho un pedido de prueba. Otras firmas, como Disney, ratificaron tras el desastre su decisión de abandonar la producción de sus productos en el país asiático. El acuerdo, que entre otras empresas han firmado El Corte Inglés, Inditex y Mango, promueve las inspecciones independientes de seguridad y la difusión pública de sus resultados, así como reparaciones y renovaciones para garantizar la seguridad. Tres de los cinco talleres del edificio de Savar habían pasado con éxito recientes auditorías realizadas por las multinacionales, lo que muestra la ineficacia del actual sistema. Las 31 empresas que se han unido al acuerdo -que han rechazado Gap y Walmart- engloban 1.000 de las 4.500 fábricas textiles del país. El compromiso tiene una duración de cinco años, lo que en opinión de Kreisler garantiza que las empresas continúen produciendo en Bangladesh ahora que les da mala prensa y ante los planes del Gobierno de subir el salario mínimo, lo que encarecerá los costes. Como el segundo exportador mundial de textil detrás de China, Bangladesh necesita el sector de la confección, ya que representa el 78 por ciento de las exportaciones con unos 19.000 millones de dólares anuales y da trabajo a cuatro millones de personas, la mayoría mujeres. El Ejecutivo bangladesí anunció la semana pasada la creación de una comisión que decidirá en tres meses el aumento salarial de los trabajadores de la confección con efecto retroactivo desde el primero de mayo. También en eso la catástrofe de Savar ha logrado lo que no consiguieron dos años de continúas manifestaciones por parte de los empleados de la confección. El aumento salarial no debería encarecer sustancialmente el coste de la etiqueta "Hecho en Bangladesh", ya que el sueldo de los bangladesíes es casi la mitad que el de los camboyanos, segundos en la lista de los peor pagados en el sector textil. "Si doblas el sueldo de los empleados, el coste final no aumentaría más de un 2 por ciento", dijo a Efe Amirul Haq Amin, presidente de la Federación Nacional de Trabajadores del Textil, que defiende los derechos laborales en el gremio. Amin afirmó que tras el derrumbe de Savar cree que mejorarán las condiciones de lo que el papa Francisco denunció como "trabajo esclavo". El sindicalista alabó la decisión del Gobierno de permitir la creación de sindicatos sin el permiso de los dueños de las fábricas -una medida que aún tiene que aprobar el Parlamento-, ya que dará más poder de negociación a los empleados. "Si ahora no mejora la situación de los trabajadores textiles en Bangladesh, entonces no se hará nunca", concluyó Amin.