La guerra en el Medio Oriente llegó a un nuevo punto jamás esperado, entre martes y miércoles, cuando miles de bíperes y radios de comunicación explotaron en Líbano, dejando 37 muertos y alrededor de 3.000 heridos. Si bien no hay una comunicación oficial, todas las miradas apuntan a Israel y al Mossad, que habrían liderado una sofisticada operación para atacar a sus enemigos en el extranjero, siendo el blanco los miembros de la organización proiraní Hezbolá.
Todo arrancó el martes, cuando de la nada, cientos de bíperes empezaron a explotar en Beirut y demás poblaciones del territorio libanés.
En varios videos se vio cómo personas que estaban en sus rutinas diarias quedaron atrapadas en las explosiones en supermercados y calles, resultando gravemente heridas por los aparatos, que se cree eran utilizados en su gran mayoría por colaboradores de Hamás, aunque no se ha comprobado.
“Veníamos cuestionando mucho a Israel por la manera en que venía actuando desde octubre del año pasado en toda esta campaña de represalia en Gaza y las afectaciones que venía sufriendo la población civil. Con esta acción, Israel recuperó esa fama perdida de su precisión al momento de escoger los blancos; esto porque Israel se había caracterizado, a lo largo de la historia reciente, por minimizar las bajas civiles en sus ataques, apuntándoles a objetivos precisos. Sus estrategias militares solían caracterizarse por ser muy novedosas e ingeniosas”, asegura el experto en inteligencia militar Erich Saumeth.
Durante las primeras horas, era un total misterio cómo se había podido llevar a cabo la reciente operación en Líbano. En primer lugar, se rumoreó que había sido un hackeo a las baterías para hacerlas sobrecargar. Pero ahora la teoría que más fuerza toma es que todo se había realizado con una infiltración en la distribución de los aparatos, a los cuales se les habría colocado una cantidad pequeña de explosivos para hacerlos estallar en simultáneo con un detonador.
Según Hezbolá, el ataque fue un “duro golpe” contra la organización, y denuncian que fue “una masacre que también era una declaración de guerra”. Además, aseguraron que antes de la explosión, los dispositivos recibieron un mensaje, con la intención de que tuvieran un mayor rango de impacto y capacidad de daño a las víctimas.
De igual forma, prometieron “un justo castigo” a Israel, en lo que se teme que pueda ser una guerra a gran escala entre la milicia y el Estado judío. “No sabemos si Israel lo que quiere, a raíz de su acción en Gaza, es replicar eso en el norte del Líbano, no necesariamente de la misma manera, pero sí crear zonas de seguridad alrededor de su país, como Gaza al sur, el sur del Líbano, al norte, los altos del Golán en Siria. Todo para que su población no se vea afectada. El objetivo de Israel es que lo sucedido en octubre del año pasado nunca vuelva a repetirse, es decir, que nunca vuelva a haber una acción militar sobre Israel”, asegura Saumeth en SEMANA.
La gran preocupación ahora es que esta agresión sin precedentes sea el detonante de un nuevo tipo de guerra, en la que los blancos sean civiles, a través de ataques a distancia y no solo dentro de un campo de batalla.
“Las comunicaciones de estas redes terroristas volverán a ser las mismas que en la edad de piedra, es decir, a través de humo y una comunicación personal, porque nadie tiene la confianza en este momento de emplear un medio tecnológico”, dijo el experto en inteligencia militar, asegurando que este hecho sentará al menos un precedente a corto plazo para muchos grupos insurgentes que ya no pueden confiar en la tecnología.