"A las 11 de la noche, 9 efectivos de la policía, armados con fusiles de guerra, efectuaron una nueva toma de nuestra redacción, ocupación que se mantiene y que representa una confiscación ‘de facto’ de un inmueble de mi propiedad”. Así empezó el periodista y escritor Carlos Fernando Chamorro, por medio de las redes sociales, su emisión diaria de noticias del 17 de diciembre de Confidencial. En 39 minutos detalló la forma en la que el gobierno de Daniel Ortega intenta acallar al medio que él mismo fundó en 1996 y desde donde, semana tras semana, denuncia la corrupción y el autoritarismo del gobierno. Chamorro advirtió que se “violó la libertad de prensa, la propiedad privada y la libre empresa”, y que en el allanamiento la policía nicaragüense se llevó computadores, registros contables, teléfonos y cámaras. Pero esto para él no es una novedad: solo es el nuevo capítulo de la larga lucha de la familia Chamorro contra los gobiernos dictatoriales de Nicaragua en los últimos 80 años.
Anastasio Somoza Debayle, el menor de una dinastía fundada en 1936, solo cayó del poder en 1979, tras una historia de corrupción y atrocidades. Desde la independencia, los Chamorro han sido una familia adinerada con gran influencia social y política. Entre el siglo XIX y principios del XX, su poder sirvió para que cuatro presidentes de la república llevaran su apellido. Pero desde la subida de la dinastía de los Somoza en 1936, se dedicaron exclusivamente a hacer oposición. Primero desde el periódico La Prensa dirigido por el padre de Carlos Fernando, Pedro Joaquín Chamorro, líder de la oposición al somocismo. Y ahora, desde Confidencial, donde hoy el último de la dinastía lucha contra lo que él llama “una dictadura sanguinaria”. Es difícil saber a dónde quiere llegar Ortega, pero hay una profundización de la crisis y eso es un síntoma terminal de la dictadura. La historia de resistencia comienza con don Pedro Joaquín Chamorro Zelaya, director del diario La Prensa desde 1930. En esta tribuna presenció el ascenso de Anastasio Somoza García, conocido como Tacho, entronizado por los norteamericanos en 1936, y asumió una de las voces más destacadas de la oposición. Luego de la muerte de Tacho en 1956, tras un atentado, asumió su hijo Luis, quien reinó hasta 1963 cuando murió de un infarto; entonces subió su hermano menor, Anastasio Somoza Debayle, conocido como Tachito. Puede leer: Nicaragua: ¿cómo detener la crisis? Desde 1952 ya estaba al frente del periódico Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, quien había tomado la dirección tras la muerte de su padre. En 1959 hizo parte del “gobierno en el exilio”, un proyecto que no prosperó, pero le dio un papel clave en el escenario internacional. En Nicaragua todos los recuerdan por desentrañar los turbios negocios de la familia Somoza, que llegó a poseer más del 60 por ciento de la tierra del país y formó uno de los regímenes más represivos del siglo XX.
Pedro Joaquín Chamorro murió asesinado en 1978 por esbirros del régimen. Violeta Barrios de Chamorro ejerció la presidencia de Nicaragua entre 1990 y 1997. Los años de dictadura representaron enormes dificultades para el periodismo independiente, y con el tiempo Chamorro Cardenal se convirtió en una voz de conciencia y en la cara visible de la oposición. Eso lo condenó. En 1978 murió a tiros en las calles de Managua, mientras conducía su carro en dirección al trabajo. El asesinato, cometido por esbirros del régimen de Tachito, aceleró el triunfo del Frente Sandinista de Liberación Nacional, en el cual luchaba su hijo Carlos Fernando. Tachito terminó exiliado en Paraguay, donde moriría asesinado tiempo después. Le sugerimos: Rosario Murillo, esposa de Daniel Ortega, la que manda en Nicaragua Todo parecía cambiar. Los sandinistas, con Daniel Ortega a la cabeza, desfilaban por las calles de Managua con aire de revolucionarios triunfantes, y entre los nicaragüenses avanzaba una fe ciega en el proyecto democrático y popular del sandinismo. Pero la luna de miel no duraría mucho. Violeta Barrios, madre de Carlos Fernando y esposa de Pedro Joaquín, formó parte de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional y un año después comenzó a advertir sobre las tendencias dictatoriales del sandinismo, en general, y de Ortega, en particular: vaticinó lo que hoy, 40 años después, su hijo denuncia ante las cámaras. Violeta Barrios participó en la Junta entre 1979 y 1985, cuando su actitud contestataria la llevó a renunciar. En 1990 se lanzó a elecciones presidenciales y derrotó a Ortega, por lo que gobernó hasta 1997.
Daniel Ortega, actual presidente de Nicaragua, parece dispuesto a los mismos procedimientos de los Somoza para mantenerse en el poder. Un decenio después su premonición se convirtió en realidad. En 2007 Ortega llegó a la presidencia y pronto comenzó a aplicar una nueva versión del manual que aprendió mientras combatía a Somoza, y se convirtió, con los años, en un espejo del dictador contra el que luchó. Carlos Fernando, desde Confidencial, se dedicó en los últimos 11 años a denunciar los evidentes abusos de poder de Ortega y de su esposa, Rosario Murillo. Como su padre contra Somoza, el último de la dinastía Chamorro lucha incansablemente por ejercer la prensa libre, en un gobierno democrático solo en apariencia. Hoy la situación del periodismo en el país cada día es más difícil, pero eso no es lo peor: las cifras de la represión del régimen de Ortega escandalizan. Desde el 19 de abril de este año, más de 325 personas han muerto en enfrentamientos con la Fuerza Pública, hay 565 presos políticos y alrededor de 50.000 personas tuvieron que salir del país. Le recomendamos: Al estilo Maduro, Ortega también culpa a Colombia de sus problemas políticos El allanamiento al Confidencial marcaría un antes y un después, ya que en el país centroamericano la prensa aún podía ejercer libremente su función informativa. Jon Lee Anderson, periodista estadounidense especializado en América Latina, dijo al respecto a Univisión que “el asalto de las organizaciones de noticias independientes es la última frontera que termina con la libertad de prensa en Nicaragua”. Carlos Fernando es concluyente sobre el futuro del régimen: “Es difícil saber a dónde quiere llegar Daniel Ortega, pero hay una profundización de la crisis y esto es un síntoma terminal de la dictadura. Ahora es menos sostenible”. Y él sabe más que nadie de los síntomas terminales de las dictaduras. Nadie sabe cuánto tiempo más va a estar Ortega en el poder. Pero los ires y venires de los Chamorro reflejan fielmente la historia reciente de Nicaragua. Una historia paradójica en la que Ortega, el remedio contra Somoza, hoy es igual o peor que la enfermedad. Karl Marx, para comparar a Napoleón Bonaparte con Napoleón III, dijo que “todos los hechos y personajes de la historia aparecen dos veces. La primera como tragedia, y la segunda como farsa”. Al menos en Nicaragua, con Somoza y Ortega, no pudo tener más razón.