Aproximadamente a las 10:30 de la noche (hora local), Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, aterrizó en Taipéi, capital de Taiwán, después de días de una larga polémica, cuyas raíces datan de años atrás y tienen que ver con la relación de la isla con China.
Desde la Segunda Guerra Mundial, Taiwán ha estado separada del gigante asiático, que ha intentado en vano recuperar la jurisdicción de la isla. La consideran una provincia rebelde y en algún momento tendrá que volver al control del Gobierno de Pekín, algo que hasta el momento no ha ocurrido a pesar de las duras tensiones militares.
Dichas tensiones solo empeoraron con la visita de Pelosi, quien, desde su alto cargo en Estados Unidos, terminó de alguna manera apoyando a los taiwaneses. Ellos quieren una independencia total de su territorio, lo cual molestó a China, que ya empezó su contraataque contra la isla y contra el mismo gobierno de Joe Biden.
Taiwán fue el primer gran afectado, pues, desde que la funcionaria estadounidense llegó a la isla, el Gobierno de Xi Jinping inició ejercicios militares por mar y aire en territorio taiwanés. Entre otros, incluyó vuelos de aviones de combate, pruebas de misiles y flotas de barcos de guerra patrullando permanentemente el territorio desde el martes.
El bloqueo de la isla está siendo permanente. Nadie puede entrar ni salir, sobre todo con las peligrosas maniobras militares, las mayores de toda la historia de las tensiones entre China y Taiwán. Y en materia comercial el Gobierno chino no se quedó de brazos cruzados: bloqueó las exportaciones de galletas, cítricos, pescado y otros alimentos.
Curiosamente, aunque entre Taiwán y China no existen relaciones diplomáticas, son importantes socios comerciales. Ejemplo de esto es que los chinos son los mayores importadores de las materias primas taiwanesas. Además, en la isla llevan a la vanguardia la industria de la creación de microchips, y, por eso, a los mercados mundiales les preocupa cualquier tensión entre ambos países.
Si se llegara a desatar la guerra en Taiwán, tanto Estados Unidos como Europa verían aún más apretada su estabilidad comercial, ya comprometida por la invasión de Rusia a Ucrania. La fabricación de dispositivos tecnológicos estaría seriamente afectada ante el desabastecimiento de microchips.
Por su parte, Estados Unidos, a pesar de haber sido el propiciador de las tensiones entre Taiwán y China, ve como una reacción “exagerada” las maniobras militares del Gobierno chino en áreas cercanas a la isla. Asimismo, recordó que la visita de Pelosi fue “en son de paz”, pero que estarán vigilando de cerca el territorio desde uno de sus portaaviones, en concordancia con la promesa de Pelosi de no dejar solos a los taiwaneses.
No obstante, el Gobierno de Xi Jinping respondió también. “En la actual polémica por la visita de Pelosi a Taiwán, Estados Unidos es el provocador y China, la víctima”, declaró la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores chino.
¿Posible invasión?
Con el pasar de los días, toma fuerza la teoría de que China quizás ha llegado a un punto en el que considera que la gota que derramó el vaso fue la visita de Pelosi, ya que con la isla vienen de décadas enteras de tensiones diplomáticas y militares. Muchos expertos ven como un escenario realista que Xi Jinping decida invadir Taiwán para asegurar su poder y su legado.
Desde hace años, el gigante asiático realiza ejercicios militares en la frontera con Taiwán como manera de preparación a una posible invasión, por lo cual las nuevas medidas no sorprenden a nadie. Desde hace tiempo, la idea de tomarse la isla por la fuerza va haciéndose espacio, más con el aumento sistemático de tropas y armamento en zonas aledañas.
Se espera que para noviembre de este año, en la reunión del Partido Comunista de China (PCC), aumenten las agresiones y la tensión militar contra Taiwán, por lo que es apenas obvio que todo conduzca a un camino que haga que Xi Jinping esté al borde de invadir la isla con un solo objetivo: entrar en la historia de China.
Xi lleva en el cargo desde 2013, y, si bien ha logrado poner a China en el centro del mundo y ha cambiado para siempre la manera como el país se relaciona internacionalmente, parece que podría buscar un objetivo que lo inmortalice en la historia de la nación, junto con líderes como Mao Zedong y Deng Xiaoping, al conquistar Taiwán.
“La reunificación de China”, como se le conoce al proceso de adherir completamente a Taiwán al país, es algo que durante décadas se ha intentado, pero ninguno de los mandatarios chinos lo ha logrado. Podría ser la gran misión de Xi, que ha dado pasos en esa dirección desde hace años y que aprovecharía el momento de tensión.
No es un misterio para nadie que tanto el presidente como el Gobierno chino quieren anexionar Taiwán a su territorio de una vez por todas, sin importar la manera. Si bien no se descarta alguna salida diplomática al conflicto, todas las pistas apuntan a que Xi Jinping buscará la guerra en la isla.
Desde su llegada al poder, el presidente Xi impuso una revolución total en el ejército chino para permitir que las Fuerzas Armadas del país tengan mayor preparación, puedan ejecutar con mayor precisión las operaciones conjuntas y, en general, posean mayor equipo y armamento de cara a un conflicto bélico a gran escala, como puede ser la invasión a la isla.
Además, ante la intervención de Estados Unidos o de cualquier otro aliado en un conflicto con Taiwán, China está preparada con armamento de alta tecnología que impida cualquier interferencia en sus intenciones expansionistas en la isla. Misiles balísticos de largo alcance, proyectiles de crucero más precisos y letales, armas antiaéreas y antisatélite forman parte del arsenal chino, que se prepara para el inicio de la guerra.
Aunque Taiwán también suma en su inventario un gran armamento para defenderse, no está a la par del monstruo militar que es China. También se dice que, en materia de estrategia y formación del ejército taiwanés, deja mucho que desear.
Todos los caminos parecen ir a una guerra en Taiwán, con Xi Jinping al mando del ejército chino. Parece ser solo cuestión de tiempo antes de que las tensiones sean insostenibles para algún diálogo entre las partes. La pregunta es: ¿la visita de Pelosi acelerará una guerra en la isla? O ¿aún hay tiempo de una salida en paz?