El jueves santo el De-partamento de Justicia publicó, con algunas partes tachadas, las casi 500 páginas de la investigación del fiscal especial Robert Mueller III sobre la interferencia rusa en la campaña de 2016. Muchos demócratas esperaban que el famoso reporte le diera la estocada final para impulsar un proceso de destitución o impeachment contra el presidente Donald Trump, sobre todo si confirmaba una conspiración criminal entre la campaña del magnate y los rusos. Sin embargo, después de dos años de investigar, el reporte concluyó que no hay pruebas contundentes para decir que Trump cometió ese delito en la campaña.
El fiscal especial Robert Mueller no encontró pruebas incriminatorias contra Trump. Bernie Sanders propuso olvidar el impeachment. El presidente declaró su “victoria” y publicó en su cuenta de Twitter una imagen editada donde aparece su figura de espaldas frente a la siguiente frase escrita en la tipografía de la famosa serie de HBO Game of thrones: “Ni colusión, ni obstrucción. Para los odiosos y demócratas extremistas de izquierda: TERMINÓ EL JUEGO”. Le puede interesar: El proceso de destitución de Trump divide a los demócratas Sin embargo, y por más que Trump y muchos de sus aliados republicanos quieran negarlo, el reporte sí alerta sobre graves sospechas. Si bien no hay pruebas contundentes, el texto dice que los investigadores tampoco tienen la “confianza” y “pruebas” necesarias para asegurar que el presidente no “obstruyó la justicia”. Mueller dejó una recomendación: el Congreso estadounidense debería indagar posibles obstrucciones a la justicia después de las próximas elecciones. Entre ellos, el intento del presidente de despedir a Mueller de su cargo de fiscal especial, sumado a que luego, arrepentido, hizo que su consejero Donald McGahn negara que le había ordenado despedirlo. Nada más alejado de una victoria. Sin embargo, Trump ha logrado imponer su interpretación. Por más que los demócratas o sus opositores insistan en los graves señalamientos del reporte, a muchos de los votantes de Trump eso les importa poco.Tal como le dijo a SEMANA Richard Besel, profesor de Gobierno en la Universidad de Cornell, “es muy probable que los votantes de base de Trump ni siquiera lean el documento completo. Simplemente confiarán en los resúmenes e interpretaciones que la administración divulgue”. ¿Qué implicaciones podría tener el reporte Mueller para las elecciones de 2020? Al parecer, no dañaron gravemente la imagen del presidente quien, además, se ha atribuido resultados positivos de esfuerzos impulsados por pasadas administraciones: reducción del desempleo y crecimiento de la economía. Los legisladores tienen el deber histórico de sacar a Trump del puesto. Por otro lado, los resultados del reporte dividieron a los demócratas frente al impeachment, un tema que ha girado en el Congreso durante varios meses. Esta semana, candidatas a las primarias como Elizabeth Warren o Kamala Harris afirmaron que los demócratas deberían destituir al presidente. Según ellas (al igual que congresistas como Alexandria Ocasio-Cortez) los legisladores tienen el deber histórico de sacar a Trump del poder pues ha demostrado una y otra vez comportamientos autoritarios que no corresponden al jefe de Estado de la democracia más importante del mundo.
Las candidatas Kamala Harris y Elizabeth Warren afirmaron que el Congreso tiene el deber moral de destituir al presidente. En la otra orilla se ubica Bernie Sanders, uno de los precandidatos con más intención de voto. Asegura que hay que investigar a Trump por cualquier delito que haya cometido, pero insiste en dejar de lado el proceso de destitución. Según Sanders, el impeachment obligaría a hablar, durante todo el año preelectoral, sobre “Trump, Trump, Trump y Mueller, Mueller, Mueller” en vez de discutir temas importantes para toda la ciudadanía como “salud, aumento del salario mínimo, combate del cambio climático, sexismo u homofobia”. El senador de Vermont está convencido de que la mejor solución para mejorar los estadounidenses no es sacar a Trump del poder sino ganarle en 2020. Nancy Pelosi, vocera de la Cámara de Representantes, también va por esa línea. En una carta publicada el lunes, la veterana congresista hace un llamado para que, más allá de presionar por la destitución, el Congreso debería “continuar por un camino que encuentre la verdad” de las acciones presidenciales. Pero recordó que se puede llegar a ella por medios distintos a la destitución. Le sugerimos: Los soldados armados de Trump: ¿planea una guerra en la frontera? Además, muchos miembros del partido descartaron el impeachment por un argumento práctico: si bien tendría éxito en la Cámara, los republicanos, mayoritarios en el Senado jamás destituirían a su presidente, mucho menos sin pruebas de actividad delictiva. Maureen Mancuso, profesora del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de Guelph, explicó a SEMANA que la jugada podría ser “contraproducente para los demócratas”, tal como les pasó a los republicanos cuando intentaron destituir a Bill Clinton y no obtuvieron las mayorías. “Además, Trump es experto en usar los ataques en su contra para su propio beneficio. Un proceso de destitución le daría la oportunidad perfecta de volver la campaña una especie de programa televisivo enfocado en una supuesta persecución”, añadió Mancuso. Sumado a esto, muchos ciudadanos han bajado su apoyo a un impeachment. Según una encuesta de CNN, los votantes que se identifican como demócratas y favorecen el proceso han bajado de 80 a 68 por ciento entre diciembre y marzo. Con mucha suerte, Trump logró salir prácticamente ileso de las investigaciones del fiscal especial. De todas maneras, es muy probable que los congresistas demócratas sigan el consejo de Mueller y en los próximos meses investiguen si el presidente participó en obstrucción a la justicia. Otros, más que investigarlo, concentrarán sus fuerzas para ganarle en las urnas y sacarlo, votos en mano, de la Casa Blanca. _____________________________________________________________________________________ EL ANTITRUMP El exvicepresidente, Joe Biden, se lanzó a la contienda electoral. Quiere convertirse en la antítesis del magnate.
La campaña para las presidenciales de 2020 será el tercer intento de Joe Biden para llegar a la Casa Blanca, después de haber fallado en 1988 y 2008. Esta vez tiene muchos puntos a su favor. Por un lado, cuenta con gran popularidad entre los votantes. Incluso sin haber estado formalmente en campaña, las encuestas de los primeros meses del año lo posicionaban a la cabeza de los otros candidatos, incluso por encima de Bernie Sanders. Además, cuenta con el apoyo de Barack Obama, del que fue vicepresidente en sus dos mandatos presidenciales. Aunque Biden afirmó que prefiere no contar con el respaldo del expresidente para las primarias, lógicamente tendría todo su respaldo si resulta elegido como la ficha demócrata para enfrentar a Donald Trump en 2020. A diferencia del actual presidente, que se define a sí mismo como un outsider, Biden representa al político tradicional norteamericano. Justamente su campaña se centrará en evidenciar esa distancia con el magnate. En el video donde hizo pública su candidatura, el político afirmó que “si Donald Trump consigue estar ocho años en la presidencia, cambiará para siempre el carácter de nuestra nación. Y yo no puedo quedarme a mirar cómo pasa”. Antes de lanzarse oficialmente el jueves, Biden ya había enfrentado acusaciones de dos mujeres por toqueteos indebidos, como besos en la cabeza y abrazos demasiado efusivos. Biden aseguró escuchar las protestas y cambiar su comportamiento, pues acepta que “los tiempos han cambiado”. Ahora su mayor reto será derrotar a sus colegas demócratas en las primarias.