Los iraníes detenidos en la represión de las manifestaciones de repulsa por la muerte de Mahsa Amini tienen actualmente pocos contactos con el exterior, y se exponen a ser torturados e incluso morir en las cárceles, alertan las ONG.
Irán se ha visto sacudido por las protestas desde la muerte, el 16 de septiembre, de Mahsa Amini, una joven kurda iraní que falleció tres días después de su detención en Teherán por la policía de la moral, que le reprochaba haber vulnerado el estricto código de vestimenta del país, que exige a las mujeres el uso del velo para cubrirse el cabello en público.
En los últimos días, se difundieron imágenes impactantes de la detención del defensor de la libertad de expresión Hossein Ronaghi, inmovilizado y llevado a la fuerza cuando se presentaba a la oficina de la fiscalía en septiembre.
Desde su detención el 24 de septiembre, este duro crítico de la República islámica, colaborador del Wall Street Journal, está encarcelado en la prisión de Evin, en Teherán. Según su familia, tiene fracturadas las dos piernas y puede morir en detención debido a problemas renales.
“La vida de Hossein está en peligro” tuiteó el miércoles su hermano Hassan Ronaghi en Twitter.
Riesgo de tortura
Al igual que él, fueron detenidos militantes de derechos humanos de primera fila, periodistas y abogados, y sus allegados temen que no salgan vivos de la prisión de Evin, donde están encerrados la mayoría de los presos políticos, indican las ONG.
El incendio ocurrido el 15 de octubre en esta prisión, que dejó ocho muertos, según las autoridades, empeoró las inquietudes sobre el estado de salud de todos ellos. Los defensores de los derechos humanos acusaron a las autoridades de haber lanzado gases lacrimógenos y disparado balines de acero.
“Los detenidos, a menudo víctimas de desapariciones forzosas, corren el grave riesgo de ser torturados y de morir. Es fundamental una acción urgente de la comunidad internacional” alega Mahmood Amiry-Moghaddam, director de Iran Human Rights.
Según esta ONG basada en Oslo, miles de personas fueron detenidas en el país durante la represión, entre ellos al menos 36 periodistas, 170 estudiantes, 14 abogados y más de 580 militantes de la sociedad civil, de los cuales varios eran obreros y responsables de sindicatos de educación.
Roya Boroumand, directora del Abdorrahman Boroumand Center, una ONG radicada en Washington, afirmó a la AFP que la situación empeoró con la llegada de nuevos presos a Evin y a la cárcel de Fashafuyeh, a las afueras de Teherán.
“Estamos muy preocupados” por los detenidos, que “deben permanecer sentados o dormir por turnos a causa de la falta de espacio”, indicó.
¿Es un crimen pensar?
Según los analistas, las detenciones masivas son una de las principales estrategias de las autoridades bajo la égida del ayatolá Ali Jamenei para combatir a los manifestantes, que representan uno de los mayores desafíos para el poder instaurado tras la Revolución islámica de 1979.
Amnistía Internacional llamó esta semana a efectuar controles independientes “para proteger a los presos de ejecuciones ilegales, torturas y malos tratos”.
El activista Majid Tavakoli, encarcelado varias veces, en especial tras las cuestionadas elecciones de 2009, sigue detenido desde que fuera arrestado el 23 de septiembre. Su familia asegura no tener noticias de él desde el incendio en Evin.
“¿Por qué una persona cuya única arma es su cerebro no puede ser libre? ¿Es un crimen pensar?”, se interrogó su esposa en Twitter.
Arash Sadeghi, liberado en mayo tras varios años de prisión, y quien padece un condrosarcoma, un tipo de cáncer de huesos, fue nuevamente encarcelado en Evin el 12 de octubre.
Iran Human Rights ha expresado su preocupación por el caso de militantes detenidos en secreto, entre ellos el periodista y defensor de los derechos humanos Golrokh Iraee y el célebre bloguero especializado en nuevas tecnologías Amir Emand Mirmirani.
Con información de AFP