El mundo católico quedó paralizado por la noticia del fallecimiento del antiguo papa, Benedicto XVI, quien falleció a sus 95 años de edad el 31 de diciembre de 2022, después de muchas dificultades de salud que venía atravesando durante las últimas semanas.
Y tras su muerte, el asesor personal de Benedicto XVI, el arzobispo Georg Ganswein, reveló que hay algunos expedientes que el religioso le pidió que fueran destruidos; sin embargo, Ganswein ha indicado que publicará un libro en el que se espera que también detalle sobre otros de los detalles sobre la vida de Benedicto.
“Hay quien me ha preguntado que haré, tras la muerte de Benedicto XVI, con sus documentos. En realidad esto para mí no supone un problema dado que he recibido de él instrucciones precisas, con indicaciones de entrega que me obligan en conciencia a respetar, sobre su biblioteca, los manuscritos de sus libros, la documentación acerca del Concilio y su correspondencia”, afirmó Ganswein, recalcando que muchos de los detalles más privados de Benedicto.
“Los folios privados de todo tipo deben ser destruidos. Esto debe hacerse sin excepciones y sin escapatorias”, continuó agregando sobre los documentos que serán destruidos.
De acuerdo con Ganswein, prepara el lanzamiento del libro Nada más que la verdad. Mi vida al lado de Benedicto XVI, en el que contará sus vivencias junto al papa, a quien acompañó desde 2003 hasta el momento de su muerte.
En ese sentido, es el arzobispo, de 66 años, el único autorizado para contar los más íntimos secretos y tensiones que vivió el difunto papa durante los años que estuvo en el cargo más importante de la Iglesia Católica.
Ahora bien, la obra abarca todas las incidencias, dentro de 330 páginas, que cuentan desde la elección como papa en 2003, su renuncia en el año 2013, sus años de enfermedad e incluso sus últimas horas de vida.
“Queremos seguir sus huellas”
El papa ha reivindicado la “búsqueda apasionada” de Benedicto XVI por comunicar el Evangelio y ha instado a la Iglesia a “seguir sus huellas” en el funeral solemne que ha presidido en la plaza de San Pedro del Vaticano, ante decenas de miles de fieles, y con el que se cierra una etapa de convivencia atípica de dos pontífices en el Vaticano.
“También nosotros, aferrados a las últimas palabras del Señor y al testimonio que marcó su vida, queremos, como comunidad eclesial, seguir sus huellas y confiar a nuestro hermano en las manos del Padre: que estas manos de misericordia encuentren su lámpara encendida con el aceite del Evangelio, que él esparció y testimonió durante su vida”, ha señalado el pontífice en la homilía de la misa que ha concelebrado junto a 120 cardenales, cerca de 400 obispos y casi 4.000 sacerdotes.
Ante el altar, estaba situado el féretro de ciprés que contiene los restos mortales del papa alemán, con algunos objetos personales de su pontificado, y las primeras filas estaban ocupadas por la que fue su familia durante los últimos años: su secretario, Georg Gänswein, y las consagradas de la Memores Domini que se han dedicado a su servicio.
El papa ha citado a San Gregorio Magno, uno de los cuatro grandes padres de la Iglesia latina o de occidente, y ha dicho que se mantuvo a “flote en la tabla de las oraciones”. De este modo, ha ensalzado “la conciencia del pastor” que se abandona a la oración: “No puede llevar solo lo que, en realidad, nunca podría soportar solo y, por eso, es capaz de abandonarse a la oración y al cuidado del pueblo que le fue confiado”.
Aunque en su homilía prevista, el papa solo nombraba a su antecesor como “nuestro hermano” ―tampoco lo hizo en la canonización de Juan Pablo II y Juan XXIII―, en la frase final se ha referido directamente a él improvisando su nombre.
“Benedicto, fiel amigo del Esposo (Dios), que tu gozo sea perfecto al oír definitivamente y para siempre su voz”, ha dicho.
Por el contrario, en la misa de exequias de Juan Pablo II en 2005, el entonces cardenal Joseph Ratzinger le nombró hasta en ocho ocasiones tanto como Juan Pablo II como por su nombre de pila ‘Karol’.
*Con información de Europa Press y AFP.