Con la salida, el viernes, del Giro de Italia de ciclismo desde Budapest, la Hungría de Viktor Orban añade un nuevo evento deportivo mundial a la larga cita de competiciones que ha acogido. Una demostración más de la apuesta deportiva de este país de Europa Central.
Hace menos de un año, Budapest acogió cuatro partidos de la Eurocopa de fútbol. Ahora podrá presumir de dar la salida a una de las principales citas ciclistas del año, en un país en el que el nacionalista Orban gobierna desde 2010 y cuyo poder se consolidó a principios de abril con su cuarta victoria, lograda de manera amplia en las elecciones legislativas del país.
La lista de eventos que Hungría ha albergado en los últimos años es extensa y seguirá ampliándose.
El Mundial de natación, por ejemplo, se celebrará en junio de este año en el Duna Arena, inaugurado en 2017, también para un Mundial. El mismo evento se organizará allí en 2027, lo que supondrá una tercera vez en apenas diez años.
En enero, las semifinales y la final del Europeo masculino de balonmano se disputaron en el flamante Budapest Arena, que se encuentra entre el aeropuerto y el centro histórico.
El próximo año será el turno del Mundial de atletismo, en la capital húngara, y en un nuevo estadio en construcción en la orilla este del Danubio: el Centro Nacional de Atletismo, un recinto para 15.000 espectadores de manera permanente y que temporalmente, durante el evento, verá elevado su aforo a 34.000 mediante gradas provisionales.
Acercamiento a Putin
Budapest ha sido sede de dos mundiales de judo: en 2021 y en 2017, cuando el presidente ruso, Vladimir Putin, fue invitado a la cita por Viktor Orban. El primer ministro húngaro que se fue acercando al líder ruso desde el 2010.
Siguió, además, su ejemplo de multiplicar las candidaturas para acoger eventos deportivos, algo que en el caso ruso se ha visto frenado en seco desde la invasión de Ucrania, lo que motivó una cascada de sanciones internacionales.
Pero si bien Rusia puede presumir de haber acogido en el pasado el Mundial de fútbol o los Juegos Olímpicos, Hungría tiene esas dos asignaturas pendientes. La candidatura de Budapest a ser sede de los Juegos Olímpicos de verano de 2024 fue retirada a unos meses de la decisión final de 2017. La petición “Nolimpia” del movimiento opositor Momentum consiguió reunir 266.000 firmas en contra de acoger ese evento, que fue finalmente atribuido a París.
A pesar de no ser una ciudad olímpica, Budapest es un lugar que cuenta con infraestructuras deportivas de primer nivel. Además de la piscina del Duna Arena y del futuro estadio de atletismo.
La capital húngara cuenta además con el Budapest Sportarena, que el año pasado acogió la Final 4 de la Liga de Campeones de balonmano, y con el majestuoso Puskas Arena para el fútbol.
“El sueño eterno” olímpico
Viktor Orban no ha renunciado a que su país sea sede de los Juegos Olímpicos algún día. “La posibilidad se ha alejado, por el momento. Pero acogerlos es un sueño eterno para los húngaros. Un amor que no termina nunca”, aseguró el dirigente el año pasado en las páginas del diario Nemzeti Sport.
“Hoy, el deporte es un arma política”, resumió a la AFP Lukas Aubin, investigador en Francia, especializado en geopolítica del deporte y Rusia.
“Incluso aunque no funcione para mejorar su imagen en el extranjero, es una herramienta para legitimar su autoridad y justificar la importancia de su régimen. En Rusia, la imagen del presidente no se ha consolidado en el extranjero pero ha funcionado en el plano interior”, apuntó Aubin, autor de un libro sobre Putin y su estrategia con los eventos deportivos.
El miércoles, en Hungría, un país de débil tradición ciclista, una multitud se reunió en la Plaza de los Héroes de Budapest para asistir a la presentación de los equipos del Giro. El ídolo local es Attila Valder, que el año pasado se convirtió en el primer ciclista de su país en lograr vestir la ‘maglia rosa’ de la ronda italiana.
*Con información de AFP.