La pandemia del coronavirus que tuvo su origen en China ha dejado más de 221 millones de personas contagiadas y más de 4,5 millones de fallecidos, y aunque en ese país se ha avanzado en la normalización de sus actividades sociales y económicas, autoridades han adoptado una serie de medidas para obligar a las personas a vacunarse.

Con esto se busca evitar un rebrote del virus y por eso se adelantan estrictos controles sanitarios que han dado resultado. Los casos de contagio son cada vez menos y, en la mayoría de los casos, corresponden a personas procedentes del exterior.

A las medidas sanitarias se agrega la vacunación que, de acuerdo con la Comisión Nacional de Sanidad de China, ha permitido aplicar más de 2.100 millones de dosis, especialmente de las desarrolladas en ese país por CNBG y Sinopharm.

Esta última farmacéutica incluso anunció que trabaja en dos vacunas contra el coronavirus de distintas tecnologías (una de ellas, de ARN mensajero, como las de las farmacéuticas estadounidenses Pfizer y Moderna) para los próximos días.

A pesar de que la cifra de vacunados en China es superior a la de Estados Unidos y es similar a la del Reino Unido, el Gobierno chino implementó una política de cero tolerancia contra aquellas personas que no se han inmunizado, a la par de establecer algunos incentivos, como regalar mercados con docenas de huevos, kilos de arroz y papel higiénico, entre otros productos.

Pero de la misma manera como hay incentivos se han tomado medidas a quienes se niegan a vacunarse, entre las que se destacan la reducción de sueldo o no poder cobrarlo, así como la prohibición para ingresar a varios espacios públicos o incluso no tener descuentos o beneficios.

Sin embargo, la aplicación de sanciones dura hasta tanto el ciudadano demuestre que ya ha sido inmunizado.

Las medidas comenzaron a endurecerse en agosto debido a la aparición de casos de contagio con la variante delta, lo que llevó a las autoridades sanitarias a fortalecer los controles y a exigir el certificado de vacunación.

Esos casos de contagio llevaron incluso a que en algunas ciudades regresaran medidas como la cuarentena o las sanciones a los no inmunizados, que también se han aplicado en otros países como Nueva Zelanda y Singapur.

El investigador principal de salud global en el Consejo de Relaciones Exteriores, Yanzhong Huang, advirtió que China está aumentando sus estrategias de coerción para aumentar la cantidad de vacunados y evitar la aparición de nuevos casos.

“El incumplimiento de estos objetivos conlleva una penalización, lo que incentiva a los funcionarios locales a adoptar medidas de mano dura para conseguirlo”, señaló el funcionario en una entrevista con CNN.

Por su parte, el periódico “La Razón” señaló que en varias regiones de ese país asiático a quienes no estén vacunados se les ha prohibido acceder a servicios púbicos como hospitales, transporte público o escuelas.

“En Chongqing, suroeste del país, los gobiernos de los distritos anunciaron que los residentes que no estén vacunados verían afectados su crédito social, un sistema nacional que utiliza grandes datos para incentivar determinados comportamientos. Y en Qinghai, se advirtió de que podrían ver afectadas sus pensiones, seguros médicos y prestaciones sociales, si los ciudadanos o un miembro de su familia no quería vacunarse”, indicó.

Tras la aparición del virus y el desarrollo de las vacunas, China ha realizado una de las campañas de vacunación más impresionante, que incluye la inmunización a domicilio, ha llegado a remotos lugares, ha tocado puerta a puerta para garantizar la inoculación de la mayor cantidad de habitantes.

Entre tanto, los gobiernos locales, responsables directos si la población no se pone las dosis de la vacuna, han tomado medidas polémicas como no “poder cobrar el sueldo” o “no usar el transporte público”, a quienes no se inmunicen.