En el marco de la actual ocupación rusa a Ucrania y las intrigas que ha generado en sí la figura del máximo líder del Kremlin, Vladimir Putin, sobre su actuar y su proceso de toma de decisiones, medios internacionales han intentado descifrar el trasfondo que rodea la personalidad de uno de los hombres vistos con mayor recelo en el orbe, y entender el por qué de su forma de obrar, a través de los testimonios de personas que se consideran cercanas a la vida personal y profesional del líder.
Las dos personas citadas por medios internacionales corresponden a Serguei Jirnov, un exagente del KGB ―cuerpo de inteligencia soviético―, quien compartió de cerca con Putin y quien tiene una formación similar a la del ahora líder de Rusia; y Alexander Adler, un académico experto en historia de la Unión Soviética y exmiembro del Partido Comunista de Francia, otrora cercano a las esferas del poder soviético.
En algo que coinciden los dos analistas sobre la realidad de Putin es que, con sus recientes decisiones, el líder del Kremlin se está ‘suicidando políticamente’, advirtiendo que sus particularidades de carácter y deseo de dominio lo han llevado a emprender una acción militar que podría convertirse en un ‘búmeran’ que atente en su contra.
“Es un hombre desesperado y desesperante”, advirtió Adler, quien se remonta a la historia personal y familiar del líder ruso para entender las decisiones que lo han impulsado a romper el tenso statu quo que primaba en el mundo.
El contexto familiar de Putin: una niñez difícil
Según el experto historiador, la infancia de Putin está marcada, sin duda, por sus figuras paternas, advirtiendo que el político es “hijo de dos genios” y creció con la presión de desear emularles, llevándolo, incluso, a que por momentos “se sienta más fuerte de lo que es”.
De acuerdo con el historiador, Putin “vive en un estado de rabia impotente que lo lleva a obrar con los peores excesos”.
En cuanto a las figuras paternas de Putin, su padre biológico y su padre adoptivo, el historiador explica que el primero, conocido como Broveman, era una figura del contraespionaje ruso, clave en la victoria rusa en 1945, pero que después fue víctima de un plan de purga antisemita de Stalin que lo llevó a estar encarcelado por un importante periodo de tiempo, dejando a la deriva a su hijo.
Precisamente, durante esa etapa, el pequeño, hoy presidente de su país, tuvo que ser llevado a un orfanato, institución que marcó los primeros años del ahora líder, quien fue sometido a situaciones insanas y donde habría sido maltratado.
No obstante, según detalla el historiador, un hombre, identificado como Iauri Andropov, miembro de la KGB y conocido del padre biológico del niño, quiso salvar al menor y, aunque no lo adoptó él directamente, sí hizo que uno de sus colaboradores lo hiciera, adoptando una suerte de tutoría a la sombra.
El colaborador de Andropov que adoptó al niño se llamaba Vladimir Vladimirovitch Putin, nombre que fue adoptado por el menor al convertirse en su hijo.
Precisamente, y a la sombra, Andropov marcó los destinos del pequeño Putin, tutorándolo en los diversos escalones que este cursó al interior de los cuerpos soviéticos, la KGB.
Ese contexto, marcado por referentes masculinos totalmente fieles a la URSS, la época de maltrato y las demás experiencias de sus años juveniles formaron no solo el carácter de Putin, sino que también habrían ayudado a cultivar algunos complejos y traumas que finalmente salieron a la luz de una forma peligrosa, instigada a su vez por un hecho reciente, en el que el líder del Kremlin evidenció que podría llegar a ser traicionado desde el interior de su propia estructura de Gobierno.
El historiador precisa que a Putin no le cayó bien que saliera a la luz la existencia de una aparente enfermedad nerviosa y degenerativa que padece, lo cual evidenciaría eventuales puntos débiles en un hombre que siempre ha intentado mostrarse como superior y fuerte.
A su vez, según el experto, dicha situación evidenciaría la voluntad, desde dentro del mismo Kremlin, de poner una suerte de ‘obstáculos’ a un gobierno irrestricto de Putin, situación que a su vez ha derivado en que el líder hubiese comenzado a escuchar menos a su entorno.
A lo anterior, también se sumaría un deseo del líder del Kremlin por lograr volver a recuperar el poderío protagónico que en su momento tuvo la Unión Soviética, intentando equipararse nuevamente con Estados Unidos, situación que lo llevaría a ver con recelo algunos espacios de cercanía con este, y por el contrario aceptar escenarios y ‘concesiones’ con el régimen chino que, incluso, no estarían bien vistas por algunos sectores al interior de Rusia.
¿Qué pasó en Ucrania?
Según las declaraciones de Alexander Adler, Putin habría obrado mal en su propio país, pues no escuchó a los expertos y asesores que le rodean. Y pese a haber prometido que el despliegue de tropas en el sector del Donbás tenía como objetivo una acción disuasoria, en vez de lograr poner el freno en un punto ideal, apretó el acelerador, causando no solo un daño a Ucrania, sino a su propio país al conseguir que el mundo lo aislara.
Para los expertos, lo hecho por Putin no solo desafía al mundo, sino también a la propia Rusia; el líder del Kremlin está llevándole la contraria a quienes cree quieren controlarlo, en una actitud que podría verse como ‘voluntariosa’.
Para el experto, Putin muestra rasgos no solo de estar paranoico, sino también de ser un megalómano.
Sobre la realidad en Rusia, medios internacionales recogen una frase de Napoleón citada por Adler, en la que advierte que “se puede hacer de todo con una bayoneta, menos sentarse encima”.
El paso de Putin por la escuela de espionaje
Adicional a lo expuesto por Adler, otro factor que fue revelado por Serguei Jirnov, y que puede ser visto como uno de los motivantes de Putin por intentar mostrar poderoso e incontrolable, se deriva de una situación vivida en la escuela de espionaje ruso, lugar al que llegó el ahora presidente tras haber servido en la policía política de su país y en los cuerpos de contraespionaje.
Según el experto, el lugar es conocido como la “escuela del bosque”, y en ella se prepara a los espías antes de ser enviados a servir en misiones en el extranjero. No obstante, estando en ella, Putin recibió un duro golpe al ser considerado ‘no apto’ porque tenía problemas en la toma de decisiones, y temiendo las consecuencias que ello le traería tanto al mismo Putin como a la KGB.
Sin embargo, la tutoría de su benefactor lo llevó a poder desempeñarse en un sector que no era considerado tan riesgoso.
Según Jirov, otro de los factores a tener en cuenta en el caso de Putin es su soledad, pues en ese contexto también se ha vuelto de ‘oídos sordos’ a sus asesores, y aunque apunta a que este no se puede declarar loco, sí son evidentes sus rasgos paranoicos y sus tendencias psicópatas, las cuales se podrían haber visto aún más pronunciadas en época de pandemia.
En ese mismo sentido, Jirov apunta que Putin no es amigo de las reuniones, en tanto prefiere los encuentros cara a cara, sin testigos, donde puede pactar acuerdos que puede romper fácilmente.
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