El libro Guerra Nuclear de la autora Annie Jacobsen se basa en hechos obtenidos de entrevistas exclusivas con asesores presidenciales, miembros del gabinete, ingenieros de armas nucleares e innumerables expertos y documentos recientemente desclasificados.
Con este estudio, la escritora plantea como podría ser un armagedón que podría potencialmente destruir a la humanidad en cuestión de horas.
El escenario plantea que la guerra nuclear comienza con una señal en la pantalla de un radar y desde un campo de Pyongyang, la capital de Corea del Norte, se lanza el misil balístico intercontinental más poderoso del país. A pocos segundos, los sensores de los sistemas satelitales del Departamento de Defensa de Estados Unidos detectarían el fuego del escape caliente del cohete del misil y lanzarían las alarmas del mísil.
Si bien existen varios lanzamientos de misiles balísticos todos los años, entre potencias nucleares existe un compromiso de avisar a los demás países sobre ellos. Sin embargo, Corea del Norte nunca lo ha hecho, por lo cual en caso de un ataque real, las consecuencias serían aún más devastadoras. Menos de un minuto, ya habría órdenes para las fuerzas militares para estar previstos a cualquier situación al ya calcular el destino final del misil que sería los Estados Unidos.
En ese momento, el presidente estadounidense sería informado del ataque y solo tendría 6 minutos para decidir que contrataque realizaría contra Corea del Norte, puesto que la autora recopila que a pesar del gran armamento de este calibre que tendría los Estados Unidos en su haber, los presidentes no están preparados de ninguna manera para este tipo de escenarios.
Después de nueve minutos del lanzamiento, los Estados Unidos tendrían que intentar interceptar el misil y destruirlo antes del impacto, pero es una misión sumamente difícil, en las pruebas realizadas durante años se ha registrado que la probabilidad de éxito es de tan solo un 55%. El libro plantea que tras tres intentos, no se puede lograr la intercepción y el impacto es inevitable.
Pero el libro llega más allá y propone que mientras Estados Unidos tiene la atención puesta en el misil balístico, Corea del Norte también atacaría con armas nucleares desde un submarino en el Océano Pacífico, teniendo aún menos posibilidades de repeler el ataque. Según el escenario planteado, el país dirigido por Kim Jong-un, atacaría la central nuclear de Diablo Canyon, cometiendo una violación a la convención de Ginebra.
“Cuatro millas al noroeste de la central eléctrica de Diablo Canyon, un ganadero está cuidando su rebaño cuando la explosión del misil nuclear lo derriba. Está vivo gracias, en parte, a la geografía; la tierra y la piedra amortiguaron parte de la mortal radiación térmica de la bomba. La presión de la bomba le arrancó la ropa y lo arrojó al suelo”, relata el libro, que dice que en cuestión de segundos las redes sociales se inundarían con hashtags como #FinDelMundo, #GuerraNuclear y #Armagedón.
33 minutos después del lanzamiento, estalla el misil balístico intercontinental en Washington. “Un destello de luz sobrecalienta el aire a 180 millones de grados Fahrenheit, creando una enorme bola de fuego que incinera todo lo que está cerca en un holocausto de fuego y muerte. No queda nada en la bola de fuego. Nada. Ni humano, ni ardilla, ni mariquita. Sin vida celular. Nunca en la historia de la humanidad tantos seres humanos han sido asesinados tan rápidamente”, relata el libro.
De igual manera, el libro plantea que durante la evacuación de emergencia, el presidente estadounidense tendría una accidente y perdería la comunicación con todo el Estado. Por lo que no podría comunicarse con Rusia para pedirle permiso para usar su espacio aéreo para enviar un ataque a Corea del Norte, por lo cual bajo este escenario, el Kremlin considerarían que sería un ataque oculto contra ellos y también atacarían a los Estados Unidos.
El holocausto nuclear se hace efectivo con la llegada de los misiles nucleares de Estados Unidos en Corea y los ataques de Rusia y los norcoreanos en Europa, matando a miles de millones de personas a poco más de una hora del primer ataque. Ahora, los sobrevivientes se resguardan en búnkeres, esperando a finalmente quedarse sin aire en un mundo donde ya no existe la vida como se le recuerda.