Hay personajes simbólicos que nunca mueren, pues su significado y presencia es tan fuerte que se convierten en un clásico de nunca olvidar.
Este es el caso de Mafalda, la niña eterna, de pelo negro, con discurso directo, atrevida, pensante, inteligente, oportuna y traviesa, que cuestionaba las actitudes de la humanidad, los acontecimientos de la vida matutina y las injusticias de los gobiernos corruptos y superficiales.
En marzo de 1962, hace 60 años, Joaquín Lavado realizaría los primeros trazos de Mafalda, que en un principio iba a ser personaje de una campaña publicitaria. Una agencia de publicidad encargó a Lavado que realizara una serie de viñetas basada en una familia tipo: madre, padre, hijo e hija. El autor ya firmaba bajo el pseudónimo de Quino y su resultado final fue Mafalda.
“Cuando la vi por primera vez sentí mucha ternura, tenía algo simple. La cara redondita, el pelo, esa peluca negra que todavía le cubre el ochenta por ciento de la cabeza, exagerado, tal vez demasiado prolijo. Después los trazos se fueron perfeccionando, más parecidos a lo que todavía es. Baja fue siempre, rellenita también, el moñito interrumpiéndole la melena no se lo sacó jamás; y la boca, la boca formando una O lo suficientemente grande para gritar sus verdades. Así fue siempre, se lo aseguro, aunque usted solo la haya visto como una niña y no pueda imaginársela como una mujer adulta”, describió su creador en su última entrevista para la Tv Argentina.
La niña se transformó en un ícono del cómic nacional y trascendió las fronteras. Marcó a varias generaciones de argentinos que sufrieron las dictaduras y gobiernos democráticos violentos. Su historia la compuso en su totalidad Quino durante los nueve años que vivió Mafalda, la cual ya es eterna, y que quedó como testigo al futuro del mundo a finales de los sesenta y principios de los setenta.
La historia
La niña rebelde nació para promocionar una marca de electrodomésticos, Mansfield, y uno de los requisitos era que aparecieran estos aparatos, así como los nombres de los personajes comenzaran por “M”.
Por eso, Quino comenzó a esbozar los primeros trazos de lo que más tarde se convertiría en una de las tiras gráficas más famosas a nivel internacional, tomando el nombre de Mafalda bajo inspiración de un personaje de la película Dar la cara (1962), específicamente de un bebé, según el diario La Razón de España.
Dicha campaña publicitaria nunca salió a la luz. Por su parte, Quino guardó a Mafalda hasta que otro genio del humor de aquellos años, Miguel Brascó, la llevó al lado humorístico “Gregorio”, de la revista Leoplán, en la que se publicaron solo tres “tiras”.
En 1964, Quino y Julián Delgado, director de la revista política Primera Plana, acordaron darle larga vida a la niña que apareció, en nuevas “tiras”, junto a sus padres el 29 de septiembre, la fecha que Quino decía que era realmente el nacimiento de su dorada hija ficticia.
“¿No tenés algo distinto a las páginas de humor?”, le dijo Delgado a Quino. Y en ese momento recordó aquellos dibujos que creó y guardó en un cajón. Si bien formó originalmente a esta familia, finalmente el historietista decidió darle el papel protagonista a la pequeña y aterrizó en los quioscos por primera vez el 29 de septiembre de 1964.
Durante poco más de un año, Mafalda se publicaba dos veces a la semana en esta revista, y ahí fue cuando su repercusión comenzó a florecer.
Para marzo de 1965, ya con nuevos personajes como el dientudo Felipe, Mafalda deja de publicarse en Primera Plana y Quino abandona la revista, embarcada en un proceso de demolición del gobierno del radical Arturo Illia. Luego, Brascó vuelve a intervenir para que la tira siga en el legendario diario El Mundo, que publicaba la Editorial Haynes, donde Mafalda vuelve a la luz apenas a una semana de haber dejado Primera Plana, cita el diario Uno Entre Ríos de Argentina.
El mismo diario cuenta que en las primeras historietas solo aparecía Mafalda junto a sus padres, no obstante, luego comenzaron a sumarse personajes hasta llegar a la larga lista que sigue figurando hoy, la cual incluye a Guille, Felipe, Manolito, Susanita, Miguelito y Libertad.
Luego, el diario El Mundo la estampó en sus páginas y más tarde le permitió a la pequeña viajar a través del territorio argentino, ya que muchos periódicos del país la publicaban y lo siguen haciendo como en la contratapa de Diario Uno.
La popularidad fue tanta que en diciembre de 1966 se lanzó a la venta un álbum que reunía muchas de las tiras, y se agotó de inmediato.
Para el mes de agosto de 1967, mientras aún salía periódicamente, la historia que seguían las tiras anunciaban que Raquel, la mamá de Mafalda, estaba embarazada.
Cuatro meses después, el cierre del diario El Mundo hizo que Mafalda dejara de estar a la luz, hasta que en junio del siguiente año volvió, con su hermanito Guille ya nacido. El retorno, sin embargo, fue en el semanario Siete Días Ilustrados.
Es este mismo año inició el furor internacional, ya que treinta tiras fueron traducidas al italiano para que en el Viejo Continente pudieran entender las piezas, además de aparecer “Mafalda la contestataria”, que viajó hasta Italia gracias a Umberto Eco, según el diario Uno Entre Ríos de Argentina.
Incluso, en los últimos años, las obras han llegado a escribirse en el sistema brille, además de haber sido traducido a más de 30 idiomas.
El 25 de junio de 1973 Quino dejó de dibujar a Mafalda. Seguiría el camino de la figura en una recopilación de diez tomos de la editorial De la Flor; cortos para televisión junto a sus amigos; un largometraje basado en esos mismos cortos; una película rodada en la Argentina en 1981; y un sin fin de campañas: por los derechos del niño para Unicef, por la democracia en la Argentina y por la higiene bucal.
Mafalda se transformó en una obra emblemática que no deja de sorprender a quien la descubre por primera vez y que sigue dejando huella de generación en generación. Un personaje con el cual se identifica la mayoría de los adultos respecto a su niño interior.