El día después de cumplir 18 años, Salvador Ramos, de la pequeña localidad de Uvalde, Texas, compró su primer rifle de asalto. Una semana más tarde, entró en una escuela primaria local, donde disparó y mató a 19 niños y a dos de sus maestros.
Las autoridades todavía están tratando de determinar qué llevó a Ramos a cometer la peor masacre escolar en Estados Unidos en una década, pero esto es lo que se sabe hasta ahora sobre el tiroteo: descrito como un joven que había sufrido bullying durante mucho tiempo y con un historial de autolesiones, Ramos cumplió 18 años el 16 de mayo y compró su primer rifle al día siguiente. Tres días después, compró el segundo, y 375 rondas de municiones.
El joven, un desertor de la escuela secundaria, sin antecedentes penales, publicó el martes por la mañana tres mensajes en Facebook anunciando sus planes, contó el gobernador de Texas, Greg Abbott, en rueda de prensa.
En el primero advirtió que iba a dispararle a su abuela, con quien vivía.
Abbott dijo que Ramos hirió a la mujer de 66 años en la cara, pero ella pudo llamar a la Policía y fue trasladada en avión en estado crítico a un hospital en las cercanías de San Antonio, a unos 130 km al oeste de Uvalde.
Tras confirmar en un segundo mensaje en Facebook que había atacado a su abuela, Ramos publicó un tercero, diciendo que su próximo objetivo era una escuela primaria.
Condujo entonces un poco más de 3 km y terminó chocando cerca de la Escuela Primaria Robb, donde a los más de 500 estudiantes de segundo a cuarto grado, con edades entre siete y 10 años, les quedaban solo tres días de clase antes de las vacaciones de verano.
Vestido de negro y con un chaleco táctico, Ramos fue confrontado por un funcionario escolar, pero pudo ingresar al edificio por una puerta trasera. Luego se dirigió a dos aulas contiguas. “Ahí fue donde comenzó la carnicería”, dijo Steve McCraw, director del Departamento de Seguridad Pública de Texas.
Las identidades de las víctimas se han ido revelando a medida que sus familiares comparten su dolor en internet: Xavier López, un niño de 10 años a quien le encantaba bailar; Ellie García, la niña “más feliz del mundo” en palabras de su padre; o Amerie Jo Garza, una escolar con una sonrisa radiante que acababa de celebrar su décimo cumpleaños.
La detención
La Policía llegó al lugar de la matanza en respuesta a un informe de un vehículo accidentado. Al escuchar disparos provenientes de la escuela, corrieron dentro y fueron atacados. Algunos policías comenzaron a romper ventanas y a evacuar a niños y maestros.
Los uniformados ayudaron a detener al atacante con un equipo táctico que incluía agentes de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos, que tiene una oficina en esta localidad ubicada a solo 100 km de la frontera con México.
“Al ingresar al edificio, los policías y otros agentes se enfrentaron a disparos del sujeto, que estaba atrincherado”, dijo Marsha Espinosa, vocera del Departamento de Seguridad Interior (DHS) de Estados Unidos.
Las fuerzas de seguridad “se interpusieron entre el atacante y los niños para desviar la atención del atacante de las posibles víctimas”, explicó.
Pasaron más de 30 minutos desde que Ramos ingresó a la escuela y finalmente uno de los agentes de la Patrulla Fronteriza le disparó y lo mató.
¿Quién era el atacante?
Ramos llevaba dos meses viviendo con su abuela, dijo McCraw. Según el gobernador Abbott, los departamentos de salud locales no conocían ningún problema psicológico.
Una prima, Mia, dijo al diario ‘The Washington Post’ que Ramos “no era una persona muy social” y que había sido víctima de ‘bullying’ por su tartamudez. Le encantaban los videojuegos, según otro amigo.
Pero dos estudiantes por graduarse de la Escuela Primaria Robb, que dijeron conocer al tirador, lo pintaron diferente.
“Fui a la escuela con él (...) Todos sabíamos de él”, dijo a la AFP Jaime Cruz, de 18 años.
“Lo recuerdo vívidamente siendo un bully en la escuela. No era solo que sufría de hostigamiento, él también era un bully”, apuntó.
“Era un ‘bully’. Era malo”, comentó Ariana Díaz, de 17 años, en consonancia con su compañero.
En entrevista con la ABC News, la madre de Ramos, Adriana Reyes, dijo que su hijo podía ser agresivo cuando se molestaba, pero que “no era un monstruo”, y que no estaba al tanto de que había comprado armas de fuego.
“Tenía una sensación de desasosiego algunas veces”, dijo. “Todos tenemos una rabia, que algunos tienen más que otros”.
*Con información de la AFP.