La dirigente ultraderechista francesa y excandidata presidencial Marine Le Pen acusó el martes al presidente de Francia, el liberal Emmanuel Macron, de empujar al país hacia un “estallido social” con su polémica reforma jubilatoria.
“El gobierno está creando conscientemente todas las condiciones para que se produzca un estallido social, como si lo estuviera buscando”, dijo Le Pen en una entrevista con la AFP.
La jefa de la bancada de 88 diputados de Agrupación Nacional afirmó que en septiembre pasado había advertido a la primera ministra, Elisabeth Borne, de que no haría nada para “apagar el incendio” si el gobierno decidía, como ocurrió el jueves, imponer por decreto la reforma de las jubilaciones.
“Le dije (...): ‘No cuente conmigo para hacer de bombero como pude hacerlo con los chalecos amarillos”, contó Le Pen, en referencia a la rebelión de 2018-2019 contra la política de Macron, que desembocó en violentos enfrentamientos entre manifestantes y la policía en todo el país.
La decisión de subir de 62 a 64 años la edad mínima de la jubilación, prescindiendo del voto parlamentario, generó duras protestas y actos de vandalismo en ciudades como París, Estrasburgo y Dijon, con más de 300 detenidos la noche del lunes al martes y un total de 855 desde el pasado jueves, según el ministro del Interior, Gerard Darmanin.
Después de semanas de marchas masivas y pacíficas, numerosos grupos de jóvenes multiplican ahora los actos de protesta espontáneos, más de un millar hasta ahora según las autoridades.
Y los sindicatos, que ya advirtieron al gobierno que temían perder el control de las protestas si no reculaba en su reforma, convocaron para el próximo jueves una novena jornada de huelgas y manifestaciones en las que se esperan entre 600.000 y 800.000 manifestantes, según la policía.
“Todo esto es tremendamente malsano y (...) tremendamente peligroso: en realidad, se está incentivando enfrentamientos entre franceses”, afirmó Le Pen. El pueblo está “encolerizado” y humillado”, porque “siente que se han traicionado las reglas del juego de la democracia”, agregó la dirigente, que fue dos veces derrotada por Macron en segunda vuelta de las elecciones, de 2017 y 2022.
El mandatario liberal, que romperá su silencio oficialmente el miércoles en una entrevista en televisión al medio día de Francia, ya avanzó en una reunión con sus aliados que no remodelará su gobierno ni disolverá el Parlamento, y que tampoco someterá a referendo su reforma, según uno de los presentes.
Para Le Pen, con esa actitud el jefe de Estado “elige dar una segunda bofetada al pueblo francés diciendo: ‘Escuchad, todo lo que ha ocurrido (en alusión a las protestas multitudinarias) no supondrá nada. Nada. Ni disolución, ni remodelación, ni retirada de la ley, nada, seguiremos como si no hubiera ocurrido nada”. Emmanuel Macron consideró la líder de la ultraderecha francesa, “es el único que tiene las llaves, cuando hay una crisis política, es escuchar al pueblo”.
Centenares de detenciones
La decisión de Macron y su primera ministra, Elisabeth Borne, de imponer su plan sin someterlo a la Asamblea Nacional (cámara baja), donde temían perder, desató desde el jueves una ola de protestas espontáneas, en ocasiones violentas.
Durante las manifestaciones del lunes por la noche, cerca de 300 personas fueron arrestadas, de las cuales 234 en París. La primera ministra defendió a las fuerzas de seguridad durante una tensa sesión de control al gobierno en la Asamblea, aunque advirtió que tienen el “deber de ser ejemplares y son conscientes de ello”.
La contestación está tomando múltiples formas: cortes de electricidad puntuales, unas 9.000 toneladas de basura en las calles de París, bloqueo de universidades y liceos, cortes de carreteras, invasión de estaciones de trenes...
En Nantes se congregaron 10.000 personas según los manifestantes, aunque la policía indicó que fueron 4.100, algunos de los cuales portaban antorchas y coreaban “carreras devastadas, pensiones a la mierda”.
Con información de AFP.