El primer ministro de Marruecos, Aziz Ajanuch, destacó que el Gobierno trabaja para “el buen desarrollo” de las operaciones de reconstrucción a raíz del terremoto de magnitud 6,8 en la escala abierta de Richter que sacudió el país el pasado 8 de septiembre, que dejó cerca de 3.000 muertos.
“El Gobierno lleva a cabo, en el seno de la Comisión Interministerial, una reflexión y una acción constantes sobre los mecanismos capaces de garantizar el buen desarrollo de la operación de reconstrucción”, ha manifestado tras una reunión para abordar un programa urgente de rehabilitación y reconstrucción de viviendas destruidas por el seísmo.
Así, Ajanuch ha hecho hincapié en que estos trabajos “deben ir conforme a Alta Voluntad Real -en referencia a las órdenes dadas en este sentido por el rey, Mohamed VI-, que implica la armonía con el patrimonio y las características arquitectónicas de cada región”, tal y como ha recogido la agenda estatal marroquí de noticias, MAP.
El primer ministro marroquí manifestó que estos trabajos de rehabilitación por el terremoto, que tuvo su epicentro en la provincia de Al Hauz, “tendrá en cuenta el refuerzo de las infraestructuras y la mejora de la calidad de los servicios públicos”.
En este sentido, especificó que las comisiones técnicas establecidas están llevando a cabo labores sobre el terreno para censar las viviendas total o parcialmente derrumbadas, datos que servirán de plataforma para determinar la categoría de ayuda que se entregará a los hogares afectados.
Mohamed VI presidió el jueves una reunión de trabajo en el Palacio Real para la activación del programa de emergencia para el realojamiento de los damnificados del terremoto, que consiste tanto en el realojamiento temporal de urgencia de los afectados como en la concesión de una ayuda de emergencia de hasta 30.000 dirhams (más de 2.700 euros) a las familias afectadas.
Ante la tragedia, la comunidad internacional ha ofrecido ayuda humanitaria, si bien Rabat ha aceptado tan solo la de unos pocos países, entre los que está incluido España.
Mohamed VI, por su parte, estuvo ausente durante los primeros días posteriores al suceso. El 12 de septiembre apareció por primera vez en público durante una visita a un hospital de Marrakech donde se recuperan cientos de heridos.
El Alto Atlas de Marruecos vivía con poco y ahora carece de todo
Lejos del frenesí de Marrakech y a 1.700 metros de altitud, la vida en Ardouz, en el Alto Atlas marroquí, era difícil pero “sencilla y tranquila”. Cuando el terremoto sacudió a este pueblo, su lejanía resultó un doble castigo, y retrasó la llegada de ayuda.
Los socorristas llegaron a Allat, cerca del pueblo, unas ocho horas después del sismo del 8 de septiembre. El epicentro está a unos diez kilómetros en línea recta detrás de uno de los picos que dominan el lugar.
La espera fue menor que en otras localidades, algunas de las cuales siguen siendo inaccesibles en coche. Pero fue “horrible”, explica Abdelakim Hosaini, cocinero de 26 años, que estaba con un amigo cuando el desastre atrapó a los 200 habitantes.
El temblor lo hizo “saltar un metro, y cuando entendí lo que pasaba corrí a casa de mi madre”, relata. Ella ya estaba muerta y sus abuelos también.
Luego siguieron largas horas de “impotencia”, dice. “Pusimos a los heridos en mantas. No podíamos hacer nada más”.
El dispensario de la esquina quedó destruido, “el hospital más cercano está a una hora en coche” y ahora la carretera está bloqueada por rocas. Este centro solo administra atención básica, mientras que el hospital de Marrakech está a 87 km, a más de dos horas.
Al menos 2.900 personas murieron y más de 5.530 resultaron heridas en el terremoto.
“En 15 segundos todos nuestros recuerdos desaparecieron”, comenta Husaini.
*Con información de Europapress.