Más de 180 refugiados rohingyas han llegado este lunes a las costas de la provincia de Aceh, en Indonesia, tras huir de Myanmar debido a la violencia, según han confirmado las autoridades del país. Se trata del último grupo de migrantes que ha escapado por mar del estado de Rakhine, en el oeste del país. La mayoría de ellos, según han indicado las fuerzas de seguridad en declaraciones a la agencia de noticias Antara, han llegado en embarcaciones de madera.
La Policía de Indonesia ha indicado que en total se ha registrado la llegada de 184 migrantes rohingyas, de los cuales la mayoría arribó sobre las 3:30 de la mañana (hora local) a las costas de Indonesia. Entre ellos había 90 mujeres y niños, según ha explicado.
Desde noviembre de 2022, las autoridades de Indonesia han registrado 918 migrantes rohingyas que navegaban hacia el sur. En comparación, en todo el año 2021 llegaron a las costas indonesias unos 180 refugiados.
Bangladesh también ha registrado una fuerte ola migratoria de rohingyas procedentes de Myanmar. Casi un millón de rohingyas permanecen refugiados en Bangladesh, en su mayoría después de huir de las medidas represivas puestas en marcha en agosto de 2017 por las Fuerzas Armadas de Myanmar, clasificadas ya como genocidio. La falta de perspectiva de retorno ha empujado a miles de ellos a buscar nuevas salidas en otros países de la zona, pero, ¿quiénes son los rohingyas y por qué están en esa situación?
Hay varias hipótesis de la procedencia de esta minoría étnica. Ellos sostienen que son descendientes de árabes nativos de la región de Rakhine en Myanmar, pero las autoridades de este país, en cambio, afirman que son migrantes musulmanes provenientes de Bangladesh. Lo único cierto es que habitan en esta región desde hace más de 100 años, y que con la independencia de Myanmar, antes Birmania, la situación para ellos se volvió insostenible.
En 1948, Birmania se independizó del Reino Unido, cambió su nombre a Myanmar y la tortura para los rohingyas empezó. Son una minoría musulmana en un país donde se practica el budismo, y esto hizo que el gobierno no los reconociera como minoría ética y por ende como ciudadanos.
No tienen permitido viajar, casarse o poseer tierras y propiedades. Están relegados a campos de refugiados en su región natal y de vez en cuando Myanmar recrudece las políticas aumentando las olas de violencia en su contra y obligándolos a migrar.
El problema es que el mundo los ve como a una carga. De hecho, la ONU se refiere a ellos como un “pueblo sin Estado y sin amigo”. Nadie los quiere recibir o ayudar, y por eso el 25 de agosto de 2017 cuando inició el último gran éxodo, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiado (Acnur),772.00 personas empezaron a salir de la región en busca de protección. Además, la mayor parte de migrantes son mujeres y niños, de los cuales de acuerdo con esta entidad al menos el 40% son menores de 12 años.
La Acnur también reporta que desde Bangladesh, al inicio de la última migración masiva, los aldeanos han abierto las puertas a varios refugiados, y en muchas aldeas los han recibido. Sin embargo, hace tres semanas se reportó un voraz incendio en el campo de refugiados Kutupalong, al sureste del país. Este es considerado el más grande del mundo y la tragedia, dejó a al menos 12.000 personas en la calle. A causa de esto las olas migratorias hacia lugares como Indonesia han aumentado.