“Este país se va al infierno”, fue como Donald Trump inició su discurso esta semana en su regreso a Washington desde su salida de la presidencia hace un año y medio, en un proceso totalmente caótico y lleno de rencillas y revanchismos entre el exmandatario y el actual presidente, Joe Biden. Todo indica que esta pelea tendrá un segundo round.
La gran preocupación de los estadounidenses va por el lado de que, por lo visto, Trump está más cercano al extremismo que nunca. Además, su discurso sigue estando plagado de falsedades y verdades a medias, en un país donde se discute sobre los peligros de los discursos radicales y su propagación.
De igual manera, la retórica del magnate parece decidida a centrar la campaña presidencial de 2024 en demagogia y discursos populistas para hacer ver que un voto por él es para salvar el país, como él mismo dijo.
Según Trump, Estados Unidos es una nación fallida, asfixiada por la inflación, rogando a los países saudíes por petróleo, con “mercenarios y matones” en el Congreso, así como ciudades invadidas por inmigrantes indocumentados que se aprovechan de las leyes flexibles de cada estado. Igualmente, se expone como una víctima al calificarse como “la persona más perseguida” de la historia del país.
Adicionalmente, el exmandatario impone un manto de duda y de ataques a la actual investigación en su contra por su desempeño durante los disturbios del Capitolio en enero del año pasado. Se lo acusa de haber incitado a la violencia y de no actuar cuando la situación era insostenible. Además, hay serias denuncias de sus intenciones de intentar cambiar los resultados de manera ilegal. Según él, Biden usa la justicia como un arma contra la oposición.
El llamado de Trump es a una insurrección contra el sistema, algo que el mismo presidente Biden ha condenado en varias ocasiones. “Llámenme anticuado, pero no creo que incitar a una multitud que ataca a un agente de policía sea ‘respeto por la ley’. No se puede ser proinsurrección y propolicía, o prodemocracia, o proestadounidense”, dijo a través de un trino.
El magnate sigue con el mismo discurso. Insiste en que le robaron las elecciones de 2020, que ambos comicios en los que participó los ganó justamente y por “millones de votos”. Entre otras polémicas declaraciones, también dijo que estaba de acuerdo con ejecutar a los traficantes de droga, que los demócratas deberían aceptar a las personas sin hogar en sus patios traseros para que “ensucien sus propiedades, ataquen a sus familias y se droguen donde sus hijos juegan”. Asimismo, afirmó que China era una amenaza contra el país y que se necesitan acciones para detenerla.
Sobre sus intenciones de ser candidato en 2024, parece estar decidido a volver a luchar en las urnas y, aunque no lo dice oficialmente, sí da muchas luces acerca de un nuevo intento de estar al frente de la Casa Blanca. “La historia está lejos de haber concluido y nos preparamos para un regreso increíble”, declaró.
Mientras tanto, surgió un rival consolidado dentro del Partido Republicano para ser el candidato presidencial, un viejo conocido y actual enemigo: su exvicepresidente, Mike Pence, quien habría sido presionado por el entonces presidente para intentar cambiar el resultado de las elecciones, cosa que no hizo y desde entonces le costó convertirse en indeseable para Trump y sus fanáticos.
Oficialmente, es un misterio qué será de Donald Trump y su aspiración presidencial de cara a 2024. La única certeza es que tendrá un largo camino, que deberá comenzar resolviendo sus problemas legales por su actuación en los disturbios del Capitolio. Por ahora, el exmandatario parece decidido a dividir e incendiar al país en su búsqueda de volver al poder.