Durante lo corrido de este 2022, los tiroteos masivos y masacres han convertido a Estados Unidos en el centro de atención de todo el mundo.
Hasta este 25 de mayo dos grandes masacres, de las más recientes, se resaltan en la sociedad estadounidense: la de Uvalde, Texas, en la que un joven de 18 años mató a varios alumnos en una escuela primaria y la de Buffalo, en la que otro joven de 18 años asesinó a 18 personas.
Frente a años anteriores, el 31 de mayo de 2019, 11 personas murieron en un tiroteo en Virginia Beach. El 7 de noviembre de 2018, 12 personas murieron en un tiroteo en un bar de Thousand Oaks, California. Y por si fuera poco, en noviembre de 2017, 25 personas y un bebé en gestación fueron asesinados en una iglesia en Sutherland Springs, Texas, según un reporte de CNN.
Otro de los casos, a tan solo un mes de diferencia frente al tiroteo de la iglesia, fue el de un hombre que disparó, desde un hotel de Las Vegas, hacia los asistentes de un concierto y mató 58 personas; mientras que en junio de 2016, Omar Seddique Mateen abrió fuego en un bar gay en la ciudad de Orlando, dejando 50 muertos.
Mientras que Estados Unidos tiene el 5 % de la población mundial, el país involucra al 31 % de los tiroteos masivos.
“La gente ha quedado sorprendida por estas estadísticas”, dice Adam Lankford, un profesor asociado de justicia criminal en la Universidad de Alabama, que realizó dicho análisis. Lankford presentó su trabajo en la conferencia anual de la Asociación Sicológica Estadounidense el año pasado y asegura que esta es la primera investigación de ese tipo en comparación con cifras globales.
¿Qué hay detrás de los asesinatos?
Medios estadounidenses indican que muchos de los atacantes estaban mentalmente enfermos, pero otros estudios estiman que el número de casos de enfermos mentales no ha aumentado significativamente mientras que el número de tiroteos masivos se ha disparado.
Incluso, estos ataques se triplicaron entre 2011 y 2014, según un análisis de la Escuela Pública de Salud de Harvard y de la Universidad Northeastern. La investigación de Harvard muestra que los ataques públicos en ese periodo ocurrieron en promedio cada 64 días. Durante los 29 años anteriores, estos ocurrían cada 200 días, más o menos.
Por otro lado, algunos investigadores creen que esas masacres pueden ser “contagiosas”: un tiroteo o una muerte incrementa las oportunidades de que otros puedan ocurrir en dos semanas. Es una “infección” que dura cerca de 13 días, según encontraron en otros estudios.
Pero, ¿por qué se da más en Estad Unidos? Este fenómeno de imitación es más pronunciado en dicho país porque las armas están más disponibles para las personas que en cualquier otro. Hay alrededor de 270 a 310 millones de armas circulando.
Con una población total de 319 millones de personas en Estados Unidos, esto significa que casi cada ciudadano tiene un arma en su poder. “El acceso a las armas de fuego es un importante factor para predecir estos incidentes”, dice Lankford.
Así también lo confirma el Centro de Investigación Pew, que señala que un poco más de un tercio de los estadounidenses dicen que alguien en su casa tiene un arma.
Además, las encuestas realizadas por Pew, después de muchos tiroteos masivos de alto perfil, afirman que los estadounidenses suelen favorecer más la posesión de armas después de estos actos.
No obstante, Lankford tiene otra explicación que planea explorar en su próxima investigación. “Es más difícil de cuantificar, pero me ha impactado una investigación que demuestra que ganar fama es uno de los objetivos más importantes de esta generación”, sustenta Lankford.
“Parece que los estadounidenses cada vez más están buscando fama y no existe duda de que existe una asociación entre la cobertura de los medios que estos delincuentes logran y la posibilidad de que van a actuar”, añade el profesor.
Por otra parte, Lankford dijo que si algo bueno se puede obtener de su estudio, es que el conocimiento puede ayudar a otros a prepararse para lo impensable.
“Nuestra tasa de homicidios es más alta que las naciones europeas comparables. Sin embargo, en todo caso, es este tipo de ataques los que nos distinguen de manera negativa del resto del mundo y nos dan esta violenta reputación como un país”, concluye Lankford.