Los enfrentamientos entre el grupo islamista Hamás, que opera en la Franja de Gaza, y el Ejército de Israel, continúan dejando como resultado una evidente destrucción tanto en el enclave palestino como en varias localidades israelíes al sur de la nación.

En ambos lados, la población civil, tanto hebrea como palestina, ha sido la más damnificada desde el pasado 7 de octubre, cuando Israel se declaró en estado de guerra por primera vez desde 1973 dada la Guerra del Yom-Kippur.

No obstante, el conflicto entre Hamás e Israel ha llegado hasta Cisjordania, en donde varias comunidades palestinas en Hebrón han demostrado su indignación sobre el contraataque israelí que acecha la Franja de Gaza dejando decenas de muertos y miles de damnificados.

Asimismo, la Ciudad Vieja de Jerusalén se encuentra custodiada por fuerzas del orden israelí para prevenir cualquier tipo de revuelta.

Los palestinos en Cisjordania participan en una protesta tras los ataques israelíes en Gaza. | Foto: Restringido

Siendo el día viernes para los musulmanes el más sagrado de la semana, los cientos de palestinos que comúnmente iban a realizar la oración del día en la mezquita de Al-Aqsa no se evidenciaron durante este 13 de octubre, debido a los fuertes controles de seguridad que los policías israelíes realizaron en esa parte de la ciudad.

Los agentes de seguridad que vigilaron la Ciudad Vieja de Jerusalén fueron cerca de 2.500 en horas de la mañana y tarde, citó Euronews.

Asimismo, algunos de los comerciantes mostraron su preocupación por la soledad que imperó en este espacio, el cual suele estar abarrotado de musulmanes a lo largo de la semana, en especial durante el llamado a la oración del viernes.

Por otro lado, la afluencia mínima de musulmanes no impidió que algunos rezaran por fuera de la mezquita debido a las restricciones de ingreso por parte de los uniformados israelíes a Al-Aqsa.

No obstante, la jornada de oraciones terminó sin mayores incidentes, a pesar de la constante tensión que existe entre las comunidades árabes y judías que se desplazan al Monte del Templo, o la Explanada de las Mezquitas, para realizar sus actos religiosos.

La mezquita de Al-Aqsa se encuentra custodiada por las Fuerzas de Defensa de Israel. | Foto: Restringido

La importancia de Jerusalén

Para los judíos y cristianos, Jerusalén es el lugar más sagrado debido a la relevancia histórica y religiosa que representa esta urbe. Por su parte, para los musulmanes, esta localidad es la tercera más importante, tras La Meca y Medina, en Arabia Saudí. No obstante, la ciudad santa representa un invaluable elemento para su fe.

Es por ello que la ONU puso bajo estatuto internacional esta ciudad cuando se dividió el Mandato Británico de Palestina que dio origen al Estado de Israel en 1948 y al futuro estado árabe que tendría que establecerse en Cisjordania y Gaza. No obstante, ese mismo Israel tomó la parte occidental de Jerusalén, mientras Jordania la parte oriental en 1950.

Luego, en 1967, con la victoria israelí en la Guerra de los Seis Días, el estado hebreo anexionó a su territorio la parte oriental de Jerusalén, así como a Cisjordania y Gaza en su totalidad.

Sin embargo, tras los Acuerdos de Oslo en 1993 entre Israel y la Organización para la Liberación de Palestina, se han devuelto varios terrenos de Cisjordania a los palestinos a excepción de Jerusalén Este.

Jerusalén ha sido una de las ciudades más disputadas a lo largo de la historia. | Foto: REUTERS

Debido a la importancia de esta ciudad, la aspiración de los palestinos es ratificar a Jerusalén Este, (donde se encuentra la Ciudad Vieja), su capital nacional.

Sin embargo, Israel declara que toda la ciudad le pertenece ya que, además de ser el “corazón del pueblo judío”, el territorio hebreo cuenta con la soberanía de toda la urbe, la cual consideran como su capital.

El estatus de Jerusalén a nivel internacional continúa siendo motivo de discordia porque algunas naciones, entre ellas Estados Unidos, han reconocido a Jerusalén como la capital de Israel, mientras otros estados abogan en la división de la ciudad para que cada nación conserve una parte de la urbe.