Después de una larga incertidumbre, las autoridades mexicanas confirmaron la muerte del presunto responsable del homicidio de dos sacerdotes jesuitas, ocurrido en junio de 2022 en el norteño estado de Chihuahua.

Se trata de José Noriel Portillo, apodado ‘El Chueco’, cuyo cuerpo fue hallado el pasado sábado 18 de marzo en la comunidad de Choix, en el estado de Sinaloa (noroeste). Según el diario El Universal, tanto la Fiscalía General del Estado como la Agencia Estatal de Investigaciones viajaron al estado mexicano para confirmar si el cuerpo corresponde a Portillo.

Finalmente, “se confirmó que sí es José Noriel Portillo Gil la persona que encontraron muerta en Choix, Sinaloa, una comunidad rural, ya se confirma por los estudios”, dijo el presidente Andrés Manuel López Obrador durante su habitual rueda de prensa.

“Ayer familiares, las hermanas de José Noriel Portillo Gil, El Chueco, lo identificaron; sin embargo, falta que se entregue el análisis que se hizo, ellas colaboraron en ese propósito, una de ellas lo identificó”, había informado previamente el presidente López Obrador.

Este delincuente está acusado del asesinato de dos sacerdotes jesuitas, así como un guía turístico en el municipio de Urique en Chihuahua en junio del 2022, lugar en México donde se asientan comunidades indígenas tarahumaras. Cabecilla de un grupo armado, El Chueco sería igualmente responsable del tráfico ilegal de madera en la sierra.

Javier Campos, de 79 años, y Joaquín Mora, de 80, fueron asesinados dentro de la iglesia junto con el guía Pedro Eliodoro Palma. El padre Javier Ávila, perteneciente a la orden religiosa de los sacerdotes asesinados, había lamentado que el asesino siguiera libre, pese a la captura de varios supuestos miembros de su banda criminal.

“Para mí no es presunto, es el responsable”, añadió el padre, que desde hace un tiempo tiene una escolta de seguridad. Según el padre Jesús, el criminal baleó a los curas cuando perseguía a un enemigo.

El miércoles 22 de marzo, las autoridades del estado anunciaron que si bien familiares de Portillo lo habían identificado, faltaba practicar pruebas para confirmar plenamente su identidad. En ese momento, López Obrador mencionó que El Chueco posiblemente había sido ejecutado.

Según El Universal, el delincuente permaneció prófugo de la justicia durante nueve meses y aunque se ofrecía una recompensa de hasta 5 millones de pesos mexicanos por su paradero, no había podido ser detenido en la zona pese al intenso operativo en su contra desde el 2022.

“Al detener a este individuo no se va a solucionar el conflicto (...), se va a comenzar a solucionar cuando se empiece a destruir, a desbaratar el andamiaje de delincuencia que el mismo Estado ha permitido que se construya”, había aseverado el padre Ávila.

La fiscalía de Chihuahua dijo en ese momento que antes de asesinar a los sacerdotes, Portillo agredió a otras dos personas tras tener diferencias por un partido de béisbol. Posteriormente, secuestró al guía de turistas, quien habría logrado escapar y correr hacia la iglesia en busca de auxilio.

Antes de confirmarse su identidad, la Compañía de Jesús señaló que su muerte “de ninguna manera puede considerarse como un triunfo de la justicia ni como una solución al problema estructural de violencia en la sierra Tarahumara”.

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“Por el contrario, la ausencia de un proceso legal conforme a derecho con relación a los homicidios implicaría un fracaso del Estado mexicano frente a sus deberes básicos y confirmaría que en la región las autoridades no detentan el control territorial”, dijo la orden religiosa en un comunicado.

Según expertos, la sierra de Chihuahua, con impresionantes cañones que atraen a turistas, es escenario de disputas entre cárteles del narcotráfico por ser una importante ruta de trasiego de drogas hacia Estados Unidos.

Cabe recordar que unos 30 sacerdotes han sido asesinados en la última década en México, según la ONG Centro Católico Multimedial.

Con información de AFP*