Un ‘anillo ruso’ era el objeto del que se jactaba el príncipe saudí Mohamed bin Salmán para acelerar la llegada de su padre al poder. El plan básicamente era envenenar con este objeto al rey Abdalá, quien venía enfermo y finalmente murió en 2015 a sus 90 años. La revelación la hizo Saad al Jabri, exjefe de inteligencia, exiliado desde 2017 en Canadá.
En ese momento, el príncipe, si bien no tenía un cargo en el Gobierno, sí controlaba el acceso a la corte de su padre, quien era el medio hermano del rey cuando este aún era un heredero al trono. Por ahora, se cree que el envenenamiento del monarca era una fantasía, pues el rey habría muerto naturalmente, pero la escena buscaba mostrar hasta dónde el príncipe era capaz de llegar.
“Yo quiero asesinar al rey Abdalá... Será suficiente apretarle la mano y estará muerto”, aseguró haberle oído Al Jabri, quien lo calificó como un “psicópata, asesino, con infinidad de recursos en Medio Oriente. Una amenaza para su gente, para los estadounidenses y para el planeta”.
La reveladora entrevista de Al Jabri en el programa estadounidense 60 Minutos muestra una cara del heredero al trono que no se conocía. El hombre aseguró que lo han intentado asesinar en su país de exilio y que sus hijos corren peligro en Arabia Saudita.
Según Al Jabri, las amenazas en su contra las conoció tras el asesinato del periodista Jamal Khashoggi en el consulado de Arabia Saudita en Turquía. Al lado de ese crimen, un equipo de saudíes habría sido enviado a Canadá para asesinarlo por orden directa del príncipe.
“No esté cerca de ninguna misión saudita en Canadá. No vaya al consulado. No vaya a la embajada”, fue la advertencia que recibió el exfuncionario. Al preguntar la razón, lo único que le dijeron era que estaba “en la parte superior de la lista”.
Esta irrupción de funcionarios saudíes está documentada por el Gobierno canadiense, que en 2018 reportó que seis personas llegaron al país. Al mostrarse sospechosos fueron detenidos, y se comprobó que mintieron sobre conocerse entre sí, además de que se les encontró equipo de reconocimiento de ADN; se piensa que podrían haberlo usado si asesinaban a Al Jabri.
El príncipe Bin Salmán fue investigado y se probaron sus vínculos directos en el asesinato de Khashoggi. Si bien el heredero aceptó su responsabilidad, aclaró que era porque respondía por los funcionarios a su cargo, pero no porque hubiera ordenado asesinar al periodista. El príncipe encontró su aliado más fuerte en el expresidente Donald Trump, que no solo no lo sancionó, cómo sí lo hizo con otros 17 funcionarios saudíes, sino que salió en su defensa y luchó por su inocencia.
La Embajada de Arabia Saudita contestó a las acusaciones. “Un exoficial gubernamental desacreditado con una larga historia de invenciones y creación de distracciones para ocultar sus crímenes financieros”, señaló.
Usando la llamada modalidad de sportswashing, el fondo soberano saudí, presidido por Bin Salmán, compró el Newcastle F. C. de Inglaterra, convirtiéndolo en el equipo de fútbol con más dinero del mundo. Las voces en contra han tachado esta acción como un intento del príncipe saudí de limpiar la imagen del reino, e invisibilizar su responsabilidad en el asesinato de Khashoggi y otros casos macabros de los que se le acusa.