La británica Ghislaine Maxwell fue declarada el miércoles culpable de delitos sexuales en Estados Unidos, incluyendo el de tráfico de menores para su expareja, el empresario Jeffrey Epstein, quien se suicidó en la cárcel.
Desde el inicio del juicio, el 29 de noviembre, Maxwell se mantuvo con una postura relajada y confiada, dando abrazos a sus abogados o saludando a su hermana Isabel en la tribuna pública.
Durante las sesiones del juicio varias mujeres afirmaron que Maxwell las había reclutado cuando eran adolescentes para participar en orgías con Epstein en sus propiedades en todo el mundo. Además, ‘Carolyn’, describió cómo Maxwell tocaba sus senos y dijo que tenía un ‘gran cuerpo para el señor Epstein y sus amigos’.
Dos de las víctimas de Epstein declararon que tenían tan solo 14 años cuando Maxwell supuestamente comenzó a prepararlas y a hacer arreglos para que le dieran masajes a Epstein, que terminaron en actividad sexual.
Una, identificada solo como ‘Jane’ detalló cómo Maxwell la reclutó en un campamento de verano y la hizo sentir ‘especial’. Dijo que los encuentros sexuales con Epstein se volvieron rutinarios, y que a veces Maxwell estaba presente.
‘Carolyn’, recordó que por lo general le pagaban 300 dólares después de encuentros sexuales con Epstein, a menudo entregados por la propia Maxwell.
Una tercera presunta víctima fue Annie Farmer, ahora de 42 años, quien dijo que Maxwell le acariciaba los senos cuando era una adolescente en el rancho de Nuevo México, propiedad de Epstein.
‘Jane’ detalló cómo Epstein la sometía a ‘sentarse a horcajadas sobre su rostro’, ‘pellizcar sus pezones’ y describió el primer encuentro sexual, el cual ocurrió en 1994 cuando la llevó a una casa y ‘procedió a masturbarse conmigo’.
Según la testigo Epstein le estaba hablando sobre ‘lo que quería hacer’ con su vida y dijo que tenía que elegir entre ser cantante de ópera, actriz o modelo. Ella recordó que el le dijo ”conozco a todo el mundo, conozco a los agentes, a los fotógrafos, puedo hacer que las cosas sucedan, pero tienes que estar preparada para ello”.
‘La conversación terminó allí, estábamos en su oficina, y él dijo sígueme’, agregó.
De la oficina salieron a la casa de la piscina y Epstein se sentó en un sofá a la derecha. ‘Se bajó los pantalones, me puso encima de él y luego empezó a masturbarse sobre mí. Tras esto se levantó y fue al baño, se limpió y actuó como si nada hubiera pasado ‘’, narró la víctima.
Sin importar lo sucedido ‘Jane’ continuó compartiendo con Epstein y Maxwell y poco después, tuvo su primer encuentro sexual con Maxwell.
La mujer narró que Epstein y Maxwell estaban hablando cuando “de repente dijeron ‘sígueme’” y la llevaron a una habitación en una propiedad de Jeffrey en Palm Beach.
“Entraron en el dormitorio y se quitaron la ropa. Comenzaron a acariciarse el uno al otro y a reírse casualmente " dijo Jane. “Estaba parada allí y me pidió que me quitara la parte de arriba y luego sus manos estaban en todas partes. Jeffrey procedió a masturbarse y Ghislaine lo frotaba, lo besaba y lo acariciaba”, expresó la testigo.
Jane dijo que Maxwell actuó “como si esto fuera completamente normal (...) Estaba confundida. Cuando tienes 14 años no tienes idea de lo que está pasando”.
El fiscal preguntó: “¿Maxwell te tocó el cuerpo?”.
“Sí”, respondió, diciendo que cada vez que ella los visitaba ocurría un abuso.
Cuando se le preguntó si Epstein la tocó, Jane respondió: ‘Sí. En todos lados.’
Otro testigo clave fue Juan Alessi, exgerente de la casa de Epstein en Palm Beach, ya que afirmó que Maxwell ayudó a reservar los ‘masajes’ de Epstein, además, le pidió que los llevara y viajó en el avión de Epstein con ellos.
Alessi puso a Maxwell en el centro absoluto de la supuesta operación de Epstein en la década de 1990 en Palm Beach.
Algo que llamó la atención fue cuando ingresó la cama de masajes en la que Jeffrey Epstein ‘manoseaba’ a las menores o mantenía relaciones sexuales con ellas.
Maxwell, de 60 años, fue condenada por un jurado de 12 miembros en Nueva York, por cinco de los seis cargos que se le imputaban, y potencialmente podría pasar entre rejas el resto de su vida.
La acusada estuvo sentada y en calma en la sala del tribunal de Manhattan, mientras la jueza Alison Nathan leía los veredictos de cada uno de los seis cargos. Esta última agradeció por su servicio al jurado, que deliberó durante cinco días completos, y resaltó que los miembros actuaron con “diligencia”.
Tras la lectura de su veredicto Maxwell pareció reaccionar de manera tranquila y, después de que la jueza lo leyera, abrió tranquilamente una botella de agua y se sirvió un vaso. Su abogado Jeff Pagliuca, quien permaneció sentado a su lado, la abrazó y ella se apoyó en su hombro en el momento seguido de la lectura de la decisión del jurado.
Previo al veredicto de este miércoles, el jurado solicitó las transcripciones de 14 testigos: fueron 33 en total para la defensa y la acusación.
Por su parte, la jueza Alison Nathan dijo este martes al jurado que si no se llegaba a un veredicto al final del miércoles, este equipo tendría tendría que sentarse el fin de semana hasta llegar a una decisión.
Volviendo al día del juicio, Nathan leyó el veredicto y como acto seguido lo pasó en un sobre al jurado. Allí pidió a cada miembro que confirmara, por medio de un micrófono, que el resultado era el correcto. Todos respondieron que sí.
El fiscal federal Damian Williams acogió con agrado el veredicto.
“Un jurado unánime ha declarado a Ghislaine Maxwell culpable de uno de los peores delitos imaginables: facilitar y participar en el abuso sexual de niños”, dijo Williams
La jueza suspendió el procedimiento a las a las 5:10 p.m. del miércoles y Maxwell salió detenida de la sala del tribunal como en los demás días del juicio. Aún no se fijó una fecha para su sentencia.
Maxwell salió de la corte custodiada por dos guardias de seguridad: en ese momento no estaba esposada ni con grilletes en las piernas.
Fue un juicio lleno de emociones, tras un mes con muchos testimonios y lágrimas, un tesoro de fotos nunca antes vistas presentadas como evidencia y afirmaciones impactantes en el que se afirmaba que la socialité británica era un ‘depredador sofisticado’.