Este lunes 19 de septiembre se cumple el funeral de Estado de la reina Isabel II de Inglaterra, y con este acto, el cierre de una extensa semana de luto que embarga a los británicos y que puso nuevamente sobre la mesa la gran relevancia que tiene la Corona en la vida de los ciudadanos del Reino Unido.
Si bien el país aún está en medio de los actos fúnebres de la monarca, el paulatino regreso a la normalidad pondrá en evidencia el comienzo del reinado de Carlos III, quien, pese a llevar una semana como nuevo soberano, sigue eclipsado por la figura de su madre.
En ese contexto, con el fin de los días de luto también comenzará oficialmente a evidenciarse el talante del nuevo rey, quien ha llegado en medio de una serie de dudas y expectativas históricas frente al rol que logrará desempeñar como nuevo timonel de la Casa Real y de una institución monárquica que si bien es objeto de críticas, aún cuenta con alto reconocimiento y fidelidad de los ciudadanos británicos.
En ese sentido, expertos han comenzado a advertir sobre los grandes retos que tiene Carlos III como nuevo monarca británico y el peso que ahora, a los 73 años, comienza a recaer sobre sus hombros.
Para el profesor Juan David Otálora, de las facultades de Ciencia Política y Gobierno de la Universidad del Bosque, y de la facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario, Carlos III se enfrentará a tres grandes retos en su nuevo rol como rey: cohesión y popularidad; evitar la ruptura de la Commonwealth, y hacer buen equipo con Liz Truss pese a un Partido Conservador sumamente golpeado.
Sobre el primero de los retos, la cohesión y la popularidad, Otálora advierte que este es un tema de vital importancia para el nuevo momento de la monarquía, más aún sabiendo que en el relevo de Isabel II, su hijo “no representa lo mismo que ella”.
En ese sentido, el docente recordó que “hasta hace muy poco tiempo, Carlos III era una figura rechazada por la mayoría de los habitantes de la Gran Bretaña”, señalando que, además de su papel poco carismático, sobre él seguía rigiendo con fuerza el estigma derivado de su turbia relación con su primera esposa, Lady Di, que sí era querida por el pueblo, rememorando además el halo de duda que se cierne sobre la familia real en relación con la muerte de la recordada princesa de Gales, situación a la que se suma todo el tema de la infidelidad y su posterior matrimonio con la hoy reina consorte Camila Parker Bowls.
“Faltarían 70 años para que logre el reconocimiento de su madre”, advierte Otálora, añadiendo que, incluso, Carlos III “en sí mismo no ha sido una figura querida o popular”.
No obstante, el docente también recuerda que recientes encuestas, realizadas en el Reino Unido, incluso previo a la muerte de la reina Isabel, evidenciaron que Carlos va en buen camino, y que contaría con algunos escenarios favorables para poder desempañar un buen mandato. En ese sentido, Otálora destaca que “en marzo pasado, el 39 % de los británicos consideraba que iba a ser un buen rey y ahora el porcentaje llega al 63%”.
En ese mismo sentido, el experto describe que dichos vientos positivos a favor del nuevo monarca también pueden derivarse de algo que denomina ‘empatía inmediata’, refiriendo a la aceptación derivada en sí del vacío que dejará la reina en el trono del Reino Unido.
Para Otálora, dicha sensación de trono vacío “es similar a que lo que en las democracias le sucede a un nuevo presidente; tiene a su favor el viento de la popularidad”, no obstante, dicha condición no le asegura nada, y por ello debe demostrar su competencia para el nuevo mandato, y para ello, según el experto, Carlos III “debe apoyarse en la credibilidad que los británicos aún le dan a la monarquía”.
En ese sentido, la apreciación de Otálora coincide con la de otro experto, el profesor Edwin Clavijo, docente del Politécnico Grancolombiano, quien recuerda que la reina era “la piedra angular de la unión de los estados componentes de la Gran Bretaña y Carlos III no tiene la misma imagen”, por lo que los esfuerzos desplegados deberán ser aún mayores, teniendo además como reto el llegar a la corona con 73 años, lo cual no le facilita mostrarse como un rey que represente grandes cambios, y ello no despierta ilusión.
En cuanto al segundo reto, esbozado por Otálora y con el que concuerda Clavijo, las amenazas de ruptura de la mancomunidad o la Commonwealth pueden ser un riesgo; según el experto, el proceso ya comenzó por países como Barbados en 2021, que decidió apartarse de la monarquía, una decisión que podría ser replicada por otros estados como Antigua y Barbuda, San Vicente y Jamaica, que consideran su lazo con la corona británica como un rezago del sistema colonial.
Incluso, tras la muerte de la reina, políticos de Antigua y Barbuda anunciaron el referendo para que el pueblo defina la continuidad o no de dicho vínculo.
En ese sentido, Clavijo refiere que, en efecto, ese es un reto para el nuevo rey, recordando que “la muerte de la reina ha provocado que regresen varios esfuerzos independistas en distintas naciones, como es el caso de Escocia, Irlanda del Norte (que está más cerca de reunificarse con la República de Irlanda), entre otros”, refiriéndose al Reino Unido en momentos en los que reconoce que el país aún está viviendo la fuerte herida de la división propia del Brexit.
Para Otálora, la clave de la continuidad de la CommonWealth reposa en la fidelidad de países como Australia, Nueva Zelanda y Canadá, que, de manera temprana, le han dado su apoyo al nuevo monarca.
En ese sentido, el docente refiere que, pese a que Australia cuenta actualmente con un gobierno laborista que expone la posibilidad de romper con la monarquía, dicho panorama aún es muy complicado.
En la misma senda, el tercer reto referido por los expertos ataña al momento mismo que vive el Reino Unido con el reciente cambio de primer ministro, con todo lo que representó la caída de Johnson y la llegada de Liz Truss.
En ese sentido, si bien algunos expertos han referido el vacío que representa la ausencia de la reina como importante guía para los primeros ministros, basada en su experiencia y buen consejo, para Otálora, el escenario debe ser visto con ojos positivos, señalando que “puede ser una ventaja”.
Otálora refiere las virtudes que tanto el rey como la primera ministra partan ‘relativamente’ de ceros, mientras que Clavijo destaca que con la llegada de Carlos III al trono, este podrá implimirle especial importancia en su agenda a temas que, antes de convertirse en rey, ya eran parte de sus preocupaciones, las cuales podrían ser compartidas en la agenda nacional e internacional, como los asuntos referidos al cambio climático, la arquitectura urbana o la desigualdad social.
Un cuarto aspecto que surge y que es común a los analistas, se refiere precisamente a cómo el mismo carácter y la edad de Carlos III le pueden jugar una mala pasada. Recuerdan que en lo corrido de su primera semana como rey, este ya ha mostrado algunas facetas de su temperamento que le han dejado mal parado.
En ese sentido, y también derivado de su edad, los analistas no ven en este un reinado muy largo, pero tampoco creen que una mala gestión de Carlos ponga en riesgo la continuidad de la monarquía. Así, Otálora ha referido que “las instituciones son más importantes que las personas”.
En algo que también concuerdan los expertos es en el rol que podrá desempeñar, incluso como príncipe heredero, antes de que llegue su momento de asumir la corona, el príncipe William, reconociendo que tiene que mostrar el potencial de la renovación en espera, contando incluso con mayor popularidad que la de su padre.
“Por su edad, no va a ser un reinado largo y lo más probable es que vaya a subir William, tal vez con una posición diferente, más novedosa, más moderna y con el carisma de su madre. Sin embargo, creo que la llegada de William será hasta el final de la vida de Carlos, no creo que esto se dé antes”, concluyó Clavijo.