Toda una lucha de un cuarto de siglo fue lo que vivió Helen Dalglish, una mujer de 53 años residente en Glasgow (Escocia), para quien los años le pusieron a prueba frente a su mayor anhelo: ser mamá. No fueron uno o dos los intentos de la mujer para poder tener en sus brazos a su propio bebé, pese a que los diagnósticos médicos situaran más de un revés para ella.
En total fueron 21 intentos en esas dos décadas los que Dalglish se mantuvo ‘firme’ ante el deseo de no morir sin haber experimentado, por cuenta propia, lo que significaba la maternidad. Todo empezó cuando tenía 28 años y hoy en día, con más de 50, a veces considera ‘irreal’ que la ‘batalla’ contra la fisiología por fin haya concluido.
Aunque en su mente alguna vez pasó, según relató, la idea de desistir a ese propósito y no seguir sometiendo su cuerpo a procedimientos que, en su caso, a veces le resultaban dolorosos. No obstante, su esperanza y confianza en ser mamá eran mayores, aun al ser consciente de cómo el paso del tiempo era más notorio y; con ello, menores las posibilidades de concebir.
El camino de intentos fallidos
The Mirror informó que cuanto tenía 20 años se mudó a Chipre con quien entonces era su pareja y casi una década después decidieron que era hora de conformar una familia sin anticipar que, desde ese momento, llegaría una ola de tropiezos. A la escocesa se le diagnosticó una “infertilidad inexplicable” y; de acuerdo con lo arrojado por las pruebas en Chipre, su útero tenía un posicionamiento anómalo.
El primer procedimiento que decidió tomar fue la inseminación intrauterina. Este, según explica Planned Parenthood, tiene como finalidad colocar espermatozoides directamente en el útero cuando se está ovulando. Posterior a este, Helen Dalglish puso su ilusión en otra alternativa: la Fecundación In Vitro (FIV) —en esta el proceso tiene lugar en un laboratorio—.
A veces era demasiado emocional, física y financieramente. A veces parábamos por un año o dos. Como dijeron que no tenía explicación, pensamos ‘haremos algo de yoga, meditación, salud alternativa, porque no hay nada que nos detenga’. Tal vez suceda si lo olvidamos’”, dijo la mujer a Daily Record.
Después de dos décadas fue mamá
En una de las múltiples ocasiones en que los doctores le daban un parte ‘desalentador’, le reiteraron que su útero tenía una inclinación notoria; además, consideraron como un “desperdicio” las anteriores transferencias de embriones. Las noticias negativas no terminaron ahí, pues aunque luego tuvo al menos tres embarazos, sufrió abortos que alejaban más sus posibilidades.
“En ese momento yo tenía 41 y 42 años y simplemente no se estaban pegando. Llegaría como a las nueve o 10 semanas (...)”, dijo. Sin embargo, la perseverancia que le caracteriza hizo que no se diera todavía por vencida. “Lo que me mantuvo en marcha fue que seguía viendo a este bebé. Traté de apagarlo a veces (...). A veces intentaba aceptarlo, pero luego no podía”, agregó a Daily Record.
Cuando estaba a punto de terminar sus intentos, sufrió la pérdida de su padre, aunque una conversación que él tuvo con su mamá le hizo ‘dar la pelea’ una vez más. “Antes de que papá falleciera, él le dijo a ella ‘¿qué puedo enviarte del cielo?’ y ella dijo ‘por favor envíale un bebé' (...). Eso me dio un empujoncito extra”, afirmó.
Finalmente, en medio de su determinación, le llegó al correo la prueba positiva de embarazo y en septiembre del año pasado nació Daisy Grace, la bebé que por 25 años había estado esperando. “Estaba muy cerca de la fecha límite a los 53. Creo que a los 55 ya no se puede más”, dijo al diario inglés mencionado.