Este 15 de agosto se cumple un año desde que los talibanes llegaron por segunda vez al poder en Afganistán. En el último año, hemos sido testigos de un rápido retorno al gobierno religioso conservador y a la violación de los derechos de las mujeres que muchos afganos ya habían experimentado entre 1996 y 2001. Tal y como se temía, los talibanes han dado marcha atrás en varios avances en cuanto a los derechos de la población femenina, incluyendo la limitación del acceso de las mujeres al empleo, la educación, la representación política e incluso la libertad de movimiento.

La violencia contra las mujeres y las niñas también ha aumentado, mientras los talibanes ignoran todas las normas internacionales sobre derechos humanos que muchos se esforzaron por ratificar y convertir en parte de la legislación nacional durante las últimas dos décadas.

Lo que piden las mujeres

Pero las mujeres afganas, tanto las que están dentro del país como las que se han visto obligadas a huir desde agosto de 2021, se han negado a guardar silencio ante estos ataques a sus derechos.

Como miembros de la red Women Living Under Muslim Laws (Mujeres Viviendo Bajo Leyes Musulmanas), hemos hablado con activistas, líderes y expolíticas que ahora están en el exilio en países como Canadá, Alemania y Grecia y hemos conocido su continua lucha por los derechos de las mujeres en Afganistán y sus diversas estrategias de resistencia.

A pesar de sus diferencias políticas, muchas de ellas están comprometidas con la construcción de un frente unido contra los talibanes y su postura conservadora sobre los derechos de la mujer, la democracia y los derechos humanos.

Una activista afgana y antigua política nos dijo:

“En esta desafortunada etapa de nuestra historia tenemos dos objetivos principales: apoyar a la oposición femenina dentro de Afganistán y desarrollar un mensaje unificado para que la comunidad internacional no muestre ninguna inclinación a aceptar a los talibanes”. A pesar de tener que lidiar con el trauma del regreso de los talibanes y su propio desplazamiento repentino, muchas de estas mujeres se siguen considerando representantes de las afganas.

Una mujer afgana recibe ayuda para llegar a un helicóptero de evacuación después de perder a algunos de sus familiares en un terremoto en Gayan, Afganistán, el 23 de junio de 2022. Foto REUTERS/Ali Khara | Foto: REUTERS

Han trabajado con otras mujeres y grupos, y han presionado colectivamente a la comunidad internacional para que actúe en favor de los derechos de las mujeres afganas. Estos esfuerzos son una continuación de la labor que siguen haciendo las que están todavía en Afganistán. Allí, gracias a una cuota de género establecida por la Constitución y adoptada en 2004, se reservó al menos el 27 % de los escaños parlamentarios a las mujeres. Esto creó una masa crítica de mujeres en cargos de alto nivel.

Otra activista declaró: “Las cuotas parlamentarias nos abrieron la puerta a la política y nos dieron la confianza para considerarnos iguales y con los mismos derechos, al menos legalmente. Fue un cambio importante respecto a la época de los talibanes, que veían a las mujeres como amenazas más que como personas”.

La apertura de la vida pública a las mujeres como miembros de la sociedad civil, el Gobierno y el Parlamento cambió Afganistán. Ellas están decididas a no dejar escapar estos logros.

Tres áreas de interés

Las exiliadas centran su activismo en torno a tres grandes preocupaciones:

  • Apoyar a las mujeres y a las fuerzas prodemocráticas dentro del país.
  • Asegurarse de que la comunidad internacional y las principales potencias occidentales no reconocen el régimen antidemocrático y extremista de los talibanes como un gobierno legítimo e ignoran sus atrocidades contra las mujeres, las minorías y los organizadores de la sociedad civil.

Las mujeres en el exilio se han agrupado y han creado plataformas políticas, y se esfuerzan por concienciar a la comunidad internacional sobre el régimen talibán.

Una mujer afgana desplazada recibe ayuda en efectivo de un empleado de WSTA en un centro de distribución de ayuda en efectivo para personas desplazadas en Kabul, Afganistán, el 28 de julio de 2022. Foto REUTERS/Ali Khara | Foto: REUTERS

Como parte de estos esfuerzos, emiten declaraciones públicas, participan en entrevistas con los medios de comunicación, escriben artículos y organizan seminarios presenciales y en línea para explicar sus peticiones y discutir los acontecimientos políticos relevantes en el país.

Ejercen constante presión sobre la comunidad internacional y las potencias occidentales, instándolas a no pasar por alto los derechos de las mujeres en Afganistán por su propia conveniencia política. También han establecido alianzas con activistas por la paz y los derechos humanos en los distintos países donde residen.

Arma del islam

Una de las principales preocupaciones que han compartido con nosotras es la posibilidad de que los Gobiernos occidentales consideren conveniente pasar por alto el Gobierno de los talibanes y les concedan legitimidad. Señalan que cualquier tolerancia al llamado Gobierno islámico de los talibanes tendrá implicaciones negativas para otros grupos religiosos fundamentalistas en la región y más allá.

Para mostrar cómo los talibanes han convertido el islam en un arma para su propio beneficio, muchas líderes afganas están trabajando para recordarle a la comunidad internacional que pocos países de mayoría musulmana, incluida la muy conservadora Arabia Saudí, tienen políticas tan draconianas contra las mujeres.

Destacar la naturaleza antiislámica del Gobierno talibán ha sido una táctica clave del activismo de las mujeres en el exilio, a menudo en colaboración con otros grupos y movimientos de derechos de las mujeres que conciencian sobre los peligros del Gobierno fundamentalista religioso. Eso incluye nuestra red, Mujeres Viviendo Bajo Leyes Musulmanas.

Estas activistas de Afganistán son conscientes del importante impacto que las Naciones Unidas, la Unión Europea y otras organizaciones internacionales podrían tener en la actual agitación política de Afganistán. En consecuencia, han estado presionando a estos organismos, recordándoles que deben cumplir con sus propias normas de derechos humanos.

Denunciar las injusticias

Las activistas están actualmente instando a la ONU a que no renueve la exención de la prohibición de viajar para los miembros de los talibanes. Esta se concedió originalmente a los dirigentes del grupo para permitir las conversaciones internacionales en apoyo de la reconciliación y la paz en Afganistán.

Un combatiente talibán maneja su arma durante las celebraciones un año después de que los talibanes tomaron la capital afgana, Kabul, frente a la embajada de Estados Unidos en Kabul, Afganistán, el lunes 15 de agosto de 2022. (AP Photo/Ebrahim Noroozi) | Foto: Copyright 2022 The Associated Press. All rights reserved.

Ellas han denunciado la grave injusticia que supone que los talibanes puedan viajar a nivel internacional en pos de sus objetivos políticos, mientras que las mujeres dentro de Afganistán se ven privadas del derecho a ir a la escuela, visitar centros de salud o simplemente salir de sus casas. Con la guerra en Ucrania y la atención de la opinión pública lejos de Afganistán, los Gobiernos están dando marcha atrás en sus promesas al pueblo afgano que vive bajo el dominio talibán.

Por ejemplo, el Gobierno canadiense, a pesar de su compromiso declarado con los derechos humanos y las políticas feministas y su promesa pública de ayudar a los afganos que habían trabajado con Canadá, está cerrando su programa especial para Afganistán. Muchos afganos lo consideran una traición, mientras que muchos canadienses consideran que está en desacuerdo con los valores humanitarios de la nación.

En el aniversario de la toma del poder por los talibanes en Afganistán, es hora de reorientar nuestra atención hacia el país y escuchar a quienes están bien posicionadas para aconsejarnos sobre las estrategias para llevar la paz, la seguridad, la igualdad de género, los derechos humanos y la democracia a Afganistán: sus mujeres activistas y líderes.

Homa Hoodfar

Professor of Anthropology, Emerita, Concordia University

Mona Tajali

Associate Professor of International Relations and Women’s, Gender, and Sexuality Studies, Agnes Scott College

Este artículo fue publicado originalmente en inglés en The Conversation