“Gracias a Dios estamos con vida. Es una segunda oportunidad y hay que aprovecharla”, así fue como los pescadores Eugenio Aros e Ismael Lemus concluyeron su insólita aventura en medio de un naufragio del cual fueron protagonistas en el estrecho de Magallanes después de que su lancha para pescar se hundiera en las frías aguas del Pacífico, por lo que tuvieron que recurrir a unos bidones de petróleo para aferrarse a la vida.
De acuerdo con lo que los sobrevivientes relataron al medio local Las Últimas Noticias (LUN), ambos hombres estuvieron a la deriva por cuatro horas tras el hundimiento de su barca en la inmensidad del estrecho de Magallanes, al sur de Chile, en donde solo contaban con un chaleco salvavidas, único objeto el cual lograron rescatar.
Tanto Eugenio como Ismael reseñaron al medio citado que “hicimos un pacto de por vida, porque los dos nos salvamos. Estuvimos a punto. Yo perdí el conocimiento… me revivieron en Puerto Harris”, por lo que su historia entrará a la lista de las pocas buenas reseñas que terminan con un final feliz luego de vivir en carne propia un naufragio.
Un rescate que les devolvió la vida
Los pescadores relataron al medio regional que iban “navegando hacia Punta Arenas porque teníamos que recoger a un tripulante, cuando ocurrió el accidente. La cañería, que tiene un espesor de tres pulgadas, y que se usa para enfriar el motor, se rompió. La embarcación no resistió tanto flujo de agua y demoró entre cinco y siete minutos en irse a pique”.
Los pescadores empíricos estuvieron durante dos meses en la lancha Cóndor II extrayendo centolla, cuya temporada es en el mes de julio. Esta embarcación se hundió cerca a la Isla Dawson, frente a Punta Kelp, la cual es considerada como el límite de las gélidas aguas del Estrecho de Magallanes.
Los sujetos expresaron que todo pasó muy rápido y que apenas alcanzaron a dar aviso a las embarcaciones cercanas. Después de eso, la lancha se hundió por completo. Tanto Aros como Lemus alcanzaron a treparse a unos bidones de petróleo de reserva. “Yo sabía que andaban otras embarcaciones a la caza de la centolla, podía ser que nos vieran, era mi esperanza”, aseveró Lemus a LUN.
Carrera contrarreloj
El llamado de emergencia que pudo ser enviado por los pescadores segundos antes de la inmersión de la lancha fue escuchado por Sandro Cárdenas, propietario de varias embarcaciones del sector y quien conocía a Aros y Lemus. Según lo reseñado por medios locales, Cárdenas dio aviso al resto de botes para poder ubicarlos.
Luego de horas de espera, Sebastián González, familiar de Cárdenas y dueño de la embarcación Macarena II, fue quien los encontró al ser el pescador “más cercano” al punto del naufragio de los dos hombres. González aseveró a los medios chilenos que “Fue complicado el rescate. Hacía frío, caían chubascos de nieve. Yo creo que fue un milagro”, añadiendo que Aros y Lemus sufrían de hipotermia al momento del rescate, por lo que se pudieron subir a la lancha con bastante dificultad. Luego de esto, el hombre los arropó con prendas secas.
El avisó llegó hasta la Armada
Luego de que ambos pescadores fueron rescatados por sus colegas, se conoció que estuvieron expuestos a temperaturas de poco más de 3° Celsius, sin embargo, por el viento que estaba haciendo se podía sentir como si fuese -1°C.
Por otro lado, la Armada de Chile, enterada de la búsqueda de los individuos, activó un operativo de emergencia disponiendo de dos lanchas de la policía marítima y un avión de exploración. Asimismo, la institución espero a que los sobrevivientes fueran trasladados a Puerto Harris, donde fueron atendidos rápidamente por la severa hipotermia que presentaban. “Los marinos se portaron superbién con nosotros. Nos dieron cafecito, porque estábamos con hipotermia”, reconoció Eugenio Aros ante la prensa. Ambos pescadores recordarán este episodio como una “segunda oportunidad” tal como lo señalaron en su momento.