En las fiestas de fin de año, Papá Noel -o Santa Claus, San Nicolás, Viejo Pascuero, Father Christmas, Sinterklaas, Baba Nöel- es una figura dominante y casi omnipresente en decenas de países. Pero hay lugares en los que otros personajes le roban protagonismo al anciano barrigón y bonachón que hace felices a los niños. Mientras que algunas de estas criaturas alternativas alegran las celebraciones, otras no necesariamente reparten regalos ni buenas noticias. Por el contrario, tienen la tarea de aterrorizar a los que se cruzan en su camino . Especialmente a los más pequeños. Aquí le contamos cuáles son algunos de estos personajes.

1. Krampus Esta especie de cabra-demonio que tiene una lengua muy larga y puntiaguda y colmillos "aparece" en Austria, Alemania, República Checa, Eslovenia, Suiza, Croacia, Hungría y algunas partes de Holanda, cada fin de año, pero no precisamente para dar saludos navideños. Su función es más bien castigar y meter en un saco a los niños que se portaron mal durante el año, para golpearlos con ramas de árbol o para "comérselos". Es como la contraparte maléfica de Papá Noel.

Aterrador el Krampus... Foto:Getty Images/BBC El nombre Krampus viene de la palabra del alemán antiguo krampen y significa garra. El origen de esta temible criatura es casi tan viejo como las celebraciones de Navidad. Según la mitología nórdica, el Krampus es hijo de Hel, diosa del inframundo, y su figura ya estaba presente en rituales paganos germánicos de hace más de 1.500 años, practicados para espantar a los "fantasmas de invierno", según la revista Smithsonian. Hoy en día el Krampus protagoniza los desfiles del Krampusnacht (Noche del Krampus), que se celebra la noche del 5 de diciembre en Austria, en la víspera del Día de San Nicolás. Además, el personaje ya dio el salto al cine (y con él a otro continente), con el estreno de la película estadounidense Krampus, basada en esta criatura, en 2015. 2. Jólakötturinn

Asegúrate de ponerte algo nuevo esta Navidad, para que no te encuentres con el temible Jólakötturinn... Foto:Rán Flygenring/BBC Conocido también como el "Yule Cat" (gato navideño) de Islandia, este felino es la "mascota" de los trolls islandeses conocidos como Grýla y Leppalúði, que son caníbales, y de sus 13 hijos, conocidos como "Yule Lads" ("muchachos de Navidad"). A los "Lads" les gusta comer mucho, hacerles bromas a la gente y les dejan regalos a los niños dentro de zapatos. Si se han portado mal, les dejan una papa, asegura James Cooper, autor del blog Why Christmas , sobre tradiciones de Navidad en todo el mundo. Pero el Jólakötturinn es menos simpático. Esta fiera se come a las personas que no se ponen o no reciben ropa nueva para Navidad. El temible gato ronda por los techos de las casas y se asoma por las ventanas para verificar quiénes han recibido prendas nuevas y quiénes no. Gracias a esta función, varios autores lo describen como una especie de "policía de la moda", pero el más despiadado que puedas imaginar. Jóhannes úr Kötlum, uno de los poetas más populares del siglo XX en Islandia, ayudó a difundir la imagen aterradora del gato. En unos versos sobre la bestia, Kötlum dice que "abría los ojos de par en par / y ambos brillaban intensamente / no era para los débiles de corazón / enfrentar esta vista repugnante".

"Sus bigotes eran afilados como anzuelos / su lomo, crispado en forma de arco / y las garras en sus patas peludas / eran aterradoras como para espiarlas", describe el autor. "Eran hombres los que cazaba, no ratones / de eso no había ninguna duda", agrega. El animal es tan "popular" que, además de inspirar este poema, la conocida artista islandesa Björk le dedica una canción con algunos de los versos de Kötlum. 3. Hoteiosho A diferencia de las criaturas anteriores, Hoteiosho no es un personaje vengativo, sino que es uno de los dioses japoneses de la fortuna. Aunque según algunas creencias, tiene ojos en la espalda con los que observa a los niños sin que estos se den cuenta, para que se porten bien. Hoteiosho es representado como un monje budista con el vientre abultado, que va vestido con una especie de bata roja, abierta, que le deja el pecho descubierto. "Según la leyenda, Hoteiosho fue un monje budista real o sacerdote zen, llamado Kaishi, entre los siglos VIII y IX", dice Cooper, de Why Christmas, a BBC Mundo. Ahora es como un Papá Noel en la isla y entrega regalos en Año Nuevo (ya que en Japón no se celebra la Navidad oficialmente). 4. Tió de Nadal En Cataluña y algunas zonas de Aragón, en el noreste de España, la tradición dice que los regalos para los niños salen de un tronco.

Al Tió de Nadal hay que golpearlo para que suelte los regalos. Foto:Getty Images/BBC Este tronco es conocido como Tió de Nadal (Tronco de Navidad en catalán) en Cataluña y Tronca de Nadal en Aragón. Las familias suelen colocar el tronco en casa a principios de diciembre, lo cubren con una manta, le dibujan un rostro y lo van alimentando con dulces hasta el día de Navidad. En esta fecha, los niños le cantan canciones y le pegan con palos para que expulse los regalos (práctica que se conoce como "fer cagar el tió" o hacer cagar al tronco) . El ritual del tronco es una tradición pagana muy antigua, de hace más de cuatro siglos. Se creía que el Tió representaba a la naturaleza dormida en invierno y que en su interior albergaba la abundancia. Golpearlo era una forma de despertar a la naturaleza generosa. 5. Olentzero En el País Vasco, quien reparte los regalos es el Olentzero, un carbonero que lleva el traje tradicional vasco.

El Olentzero es un carbonero vasco que reparte regalos a los niños. Foto:Getty Images/BBC Generalmente se le representa como un hombre viejo o adulto mayor, barrigón y bonachón. Se cree que el Olentzero es originario de Lesaka, un pueblo del norte de Navarra, y que se relaciona con rituales para celebrar el solsticio de invierno en la región, antes de la llegada del cristianismo a esta zona de Europa. Según la Sociedad de Estudios Vascos (SEV), la leyenda cuenta que hace cientos de años, una tribu de gigantes vascos estaba celebrando el solsticio de invierno cuando una nube empezó a tapar el la luz del Sol, como anuncio del nacimiento de Jesús. Esta nube mató a todos, menos al Olentzero, que se convirtió en una especie de mensajero de la llegada de Cristo.