Luego de 16 meses de una crisis política sin precedentes en la historia de Israel, el primer ministro Benjamin Netanyahu y su otrora rival en las urnas Benny Gantz acordaron este lunes formar un gobierno de unidad en plena pandemia de covid-19. La señal procedió de la residencia oficial del primer ministro para alivio de muchos israelíes, que temían la celebración de unas cuartas elecciones para resolver la peor crisis política de la historia del Estado hebreo.
Después de tres elecciones legislativas en un año, con giros inesperados y a veces desesperantes para algunos israelíes, Netanyahu, de 70 años, y Gantz, de 60, se reunieron poco antes del inicio del Yom Hashoah ("día del Holocausto"), que se realiza desde la puesta del sol del lunes a la caída de la noche del martes en Israel. Estas reuniones tenían como objetivo sellar la unión entre los dos rivales electorales tras numerosos intentos frustrados. Miles de israelíes, respetando el distanciamiento social, se habían manifestado el domingo en Tel Aviv con la esperanza de impedir una alianza entre los dos políticos. "Un acuerdo para la formación de un gobierno nacional de emergencia ha sido firmado" por Netanyahu, jefe del Likud, y Gantz, el dirigente del partido Azul y Blanco, informaron ambas formaciones en un comunicado.
Su pacto, de una duración de tres años, contempla la constitución de un gobierno "bipartito" con Netanyahu como primer ministro durante 18 meses y Gantz para los 18 siguientes, así como un número igual de ministros de los dos campos y la posibilidad de que otros partidos se sumen para sacar al país de la crisis. Los palestinos no tardaron en reaccionar y condenaron el nuevo gobierno "proanexión" de Israel. "La formación de un gobierno israelí de anexión supone el fin de la solución de dos Estados y el desmantelamiento de los derechos del pueblo palestino", reaccionó el primer ministro palestino Mohammed Shtayyeh en un tuit.
Gantz decepcionó a parte de sus seguidores al pactar un gobierno compartido con Netanyahu, quien tiene acusaciones por corrupción. ¿Covid-19 o anexión? En las elecciones del 2 de marzo, el Likud de Netanyahu, el primer ministro más longevo de Israel y un viejo zorro de la política, fue el vencedor con 36 escaños, pero no logró la mayoría con sus aliados de la derecha radical y los partidos ultraortodoxos. En esta situación, los parlamentarios recomendaron entonces al presidente Reuven Rivlin que encargara formar gobierno a Benny Gantz, antiguo jefe del Estado Mayor del Ejército, al frente de la coalición centrista Blanco y Azul.
Incapaz de sumar una mayoría en este momento en que el país se enfrenta a la crisis del coronavirus, Gantz sorprendió a propios y extraños al abrir la puerta a un gobierno de "unidad y emergencia" con Benjamin Netanyahu, acusado de corrupción en una serie de casos, dejando de lado su promesa de no compartir el poder con el primer ministro saliente, mientras este no resolviera sus problemas con la justicia. Muchos israelíes esperaban este acuerdo, pero otros, incluso dentro de su partido, reprocharon a Gantz que hubiera dado un giro de 180 grados a sus promesas de campaña. Sin embargo, las negociaciones entre los dos campos, que habían fracasado la semana pasada haciendo temer la convocatoria de unas cuartas elecciones, despejó finalmente el camino. Según el acuerdo alcanzado, las dos partes pondrán en pie un gobierno de emergencia para combatir el coronavirus, que ya ha dejado 13.000 infectados en el país y 170 muertos, y sus consecuencias en la economía con un desempleo que se ha disparado en las últimas semanas pese a la buena marcha que experimentaba antes de la crisis. El negociador jefe de Netanyahu, Yariv Levin, dijo que este gobierno tiene también como objetivo ejecutar la "soberanía" de Israel en las colonias de "Judea y Samaria", expresión utilizada para evocar la anexión de los territorios ocupados en Cisjordania desde 1967 por el Estado hebreo.