Casi siempre sonriente tras su poblado bigote negro, en las distancias cortas Nicolás Maduro parece tocado por el hada de la calma. Tal vez en ello tengan mucho que ver sus creencias hinduistas. Si Hugo Chávez es un carismático torbellino, su vicepresidente aparece como precisamente lo contrario: un hombre tranquilo. Amigo leal de Chávez desde sus tiempos de prisión por el golpe de Estado de 1992, Maduro está considerado el político que más cerca ha estado del mandatario a lo largo de su convalecencia por el cáncer que le fue detectado en mayo del 2011. En su época como canciller, tenía fama de amable en los círculos diplomáticos latinoamericanos, pero eso no impide que fuera también el azote del "imperio", el coartífice de la política exterior que tantos disgustos le ha dado a Washington. Como jefe de la diplomacia venezolana, Maduro siguió la línea chavista de buscar abiertamente la "construcción de un mundo multipolar libre de la hegemonía del 'imperialismo norteamericano'", como la describió en declaraciones a BBC Mundo el internacionalista Carlos Luna. Se le consideró una pieza clave en impulsar la política exterior de su país más allá de las fronteras latinoamericanas para acercarse casi a cualquier gobierno que rivalizara con Estados Unidos por una cosa u otra. Y tanto éxito tuvo en esa empresa, que Venezuela cuenta ahora entre sus aliados con Bielorrusia, China, Irán y Rusia, por no hablar de la Libia de Muamar Gadafi o la Siria de Bashar al Asad. "Tremendo canciller" Socialista y sindicalista de toda la vida, Maduro formó parte de la Asamblea Constituyente que redactó la Constitución Bolivariana impulsada por Chávez. Posteriormente ganó un acta de diputado y llegó a ser presidente del Legislativo hasta el 2005. En el 2006 atendió la llamada de Chávez para hacerse cargo de la jefatura de la diplomacia, nombramiento que fue muy criticado por sus detractores ya que el canciller carece de formación universitaria formal: se trata de un conductor de bus que no pasó del bachillerato. Como si de hecho disfrutara con esa cierta mofa que despierta entre círculos opositores su pasado como conductor de la flota de buses de la empresa del Metro de Caracas, Maduro llegó a manejar el camión sobre el que Chávez hacía campaña para las elecciones del 7 de octubre. Pero esa circunstancia es casi siempre aprovechada por Chávez para mostrarlo como un ejemplo de gente de pueblo que ejerce el poder directamente y no a través de representantes provenientes de clases acomodadas. "Mira donde va Nicolás, de autobusero (a vicepresidente). Nicolás era conductor de bus en el Metro y cómo se burla de él la burguesía por eso", dijo el presidente poco después de ganar las elecciones del 7-o. "Tremendo canciller", exclamó en el acto solemne con motivo del 201 aniversario de la independencia. Sin embargo, el canciller también ha tenido momentos "poco diplomáticos" en los que pareció perder su compostura tranquila, como cuando llamó "funcionarillo" al subsecretario de Estado de EE.UU. John Negroponte. Maduro también llegó a llamar "mariconsón y fascista" al candidato Henrique Capriles. Posteriormente, se disculpó por el cubanismo alegando que "tenía otra connotación" y que no se "metería con la condición sexual de Capriles ni la de nadie". "Persona non grata" La última vez que Maduro había copado titulares en la prensa latinoamericana, antes de haber sido nombrado vicepresidente, fue por su intervención en la crisis política de Paraguay, la cual terminó con la destitución del entonces presidente, Fernando Lugo. Maduro fue parte de la comitiva de cancilleres organizada por diferentes gobiernos de la región justo después de enterarse que Lugo estaba a punto de ser destituido. El venezolano terminó siendo acusado por la nueva institucionalidad paraguaya de arengar a los militares para sublevarse y defender al obispo. Poco después fue declarado persona non grata por "las graves evidencias de intervención por parte de funcionarios de la República Bolivariana de Venezuela en asuntos internos de la República del Paraguay". Chávez aprovechó para volver a expresar su más firme apoyo a su número dos en el gobierno al decir, entre bromas y veras, que lo envidiaba por haber recibido tal distinción de parte de quienes acusó de golpistas por haber sacado del poder a Lugo. El amigo Esta cercanía personal entre Chávez y Maduro es de larga data. Se remonta a los tiempos en que el mandatario cumplió condena en la cárcel de Yare por el intento de golpe de Estado de 1992. Por entonces, Maduro se convirtió en un activista a favor de la liberación de Chávez. En esa época fue que conoció a la abogada Cilia Flores, que ejercía la defensa del presidente. Así, en las imágenes de Chávez en Cuba durante su tratamiento contra el cáncer, sus acompañantes más recurrentes eran sus hijas y Nicolás Maduro. De hecho, se considera que es uno de los pocos confidentes del presidente que ha tenido acceso a los detalles del diagnóstico, el cual ha recibido virtual tratamiento de secreto de Estado. Por entonces, era sólo ministro de Relaciones Exteriores. Desde octubre acumula el cargo con el de vicepresidente, una decisión de Chávez que para los observadores fue interpretada como la designación oficial de su sucesor, noticia que confirmó el mandatario este sábado.