Las familias de las víctimas de la masacre en una escuela de Uganda aguardaban este lunes los resultados de las pruebas de ADN para identificar los restos de los fallecidos, en su mayoría alumnos.
Las víctimas murieron a machetazos, a tiros o quemadas en la escuela Lhubiriha, en la localidad de Mpondwe, al oeste del país y cerca de la frontera con República Democrática del Congo (RDC), donde tiene su bastión la milicia de filiación yihadista a la que las autoridades imputaron el ataque.
Otros 15 miembros de la comunidad, entre ellos cinco niñas, están desaparecidos.
El Ejército y la Policía acusaron a las Fuerzas Aliadas Democráticas (ADF), un grupo rebelde vinculado al grupo yihadista Estado Islámico.
Muchas de las víctimas murieron calcinadas cuando los atacantes incendiaron un dormitorio colectivo, lo que complica las tareas de identificación y de recuento.
“No estamos seguros de que nuestros niños estén entre los alumnos secuestrados o los quemados. Estamos afligidos, tal vez el Gobierno nos dé una respuesta pronta”, declaró a AFP Joseph Masika, un tutor de uno de los estudiantes.
Joe Walusimbi, comisario del distrito de Kesese, donde está la escuela, declaró que la mayoría de las víctimas identificadas fueron enterradas el domingo, pero que las inhumaciones seguían el lunes.
“Ya terminamos casi la inhumación de los muertos ya identificados y esperamos las pruebas ADN de los estudiantes que se quemaron, hasta el punto de que no se pueden reconocer”, declaró.
El del viernes fue el ataque más sangriento en Uganda desde 2010, cuando 76 personas murieron en un doble atentado en Kampala perpetrado por el grupo yihadista somalí Al Shabab.
En el asalto perecieron 17 estudiantes varones, quemados en su dormitorio. Veinte colegialas fueron masacradas a machetazos, según detalló la primera dama de Uganda y ministra de Educación, Janet Museveni. También murió un guardia de seguridad, mientras que ocho alcanzaron a huir, aunque gravemente heridos, según las autoridades.
El secretario general de la ONU, António Guterres, denunció el acto llamándolo “espantoso”, y tanto Estados Unidos como la Unión Africana también condenaron la masacre y enviaron sus condolencias.
Por su parte, el papa Francisco condenó el “brutal ataque” y dijo que rezaba por los jóvenes este domingo, al reencontrarse con los fieles en la plaza de San Pedro del Vaticano tras su operación de abdomen.
Al mismo tiempo, han surgido preguntas sobre cómo los milicianos evitaron ser detectados, en una zona fronteriza sujeta a una fuerte presencia militar.
El general Dick Olum dijo a la AFP que los elementos de inteligencia recabados apuntan a la presencia de los milicianos de las ADF en la zona al menos dos días antes del ataque, y precisó que se necesitará una investigación para esclarecer los errores.
La milicia ADF comenzó como un grupo insurgente en Uganda, mayoritariamente musulmán, y se instaló en el este de la RDC a mediados de la década de 1990. Desde entonces ha sido acusada de matar a miles de civiles.
En 2019 juraron lealtad al grupo Estado Islámico, que presenta a los combatientes de las ADF como una rama local en África Central. Están acusados de atentados yihadistas en la RDC y en suelo ugandés.
Uganda y la República Democrática del Congo lanzaron una ofensiva conjunta en 2021 para expulsar a las ADF de sus bastiones congoleños, pero esas operaciones no atajaron los ataques del grupo.
*Con información de la AFP.