En uno de sus artículos más recientes, el medio estadounidense The New Yorker hizo un análisis de los retos que está teniendo Ecuador al mando del presidente Daniel Noboa, quien ganó las pasadas elecciones que tuvieron lugar en octubre del año pasado. Con el mandatario en el poder, ha tenido –principalmente– muchos cuestionamientos sobre la situación de seguridad en el país, el cual vive una seria crisis por grupos criminales ligados al narcotráfico.

Principalmente, el artículo cuenta las dificultades de orden público con las que ha tenido que luchar Noboa y su figura frente a los grupos criminales. “Puede que Noboa fuera propenso a fanfarronear, y las redadas eran obviamente una especie de evento de campaña, pero su presencia allí ayudó a convertirlo en un enemigo visible de los carteles”, cita The New Yorker sobre la labor del mandatario ecuatoriano.

El artículo hace un recorrido por el perfil del mandatario, que pasó de ser un empresario exitoso gracias a la labor de su padre, el hombre más rico de Ecuador, a ser presidente, rompiendo cualquier pronóstico que se tuviera por parte de las firmas encuestadoras.

Daniel Noboa, presidente de Ecuador.

“Noboa parecía sospechar que a muchos de sus electores no les importaría un líder autoritario, si podía librar al país de los carteles. En toda la región, el desgaste de las instituciones democráticas y el aumento de la inseguridad habían alentado el apoyo a los hombres fuertes”, dice el artículo.

Pero otro apartado importante que relata The New Yorker es el de las relaciones internacionales que maneja Noboa en Ecuador. “Asumió el cargo en un momento de cambios inciertos en América Latina. A medida que surge el populismo, la división tradicional entre izquierda y derecha se está erosionando. Hay diez gobiernos en la región que podrían describirse como de izquierda, pero varían mucho”.

En el artículo, el mandatario da su opinión sobre varios mandatarios de la región, dejando varias críticas frente a algunos de sus homólogos. Noboa describió al presidente de Colombia, Gustavo Petro, como un “esnob izquierdista” y agregó que tenía la costumbre de dar conferencias en lugar de entablar conversaciones; finalmente, aseguró que “es inteligente, pero no logra hacer nada”, en diálogo con el medio.

Gustavo Petro y Daniel Noboa. | Foto: Presidencia, AFP / Montaje Semana

También arremetió contra Javier Milei, el presidente libertario de Argentina: “No sé por qué piensa que es tan genial. No ha logrado nada desde que asumió la presidencia. Parece muy engreído, lo cual es muy argentino, en realidad”, dijo el mandatario ecuatoriano, que guardó mejores opiniones para Gabriel Boric, el también muy joven presidente de Chile: “Parece estar bien”, aseguró, pero manifestó que sus colegas de coalición de extrema izquierda han paralizado al Gobierno.

Contra el que tuvo una peor opinión fue el salvadoreño Nayib Bukele, con quien a menudo se le había comparado por sus duras políticas contra los grupos criminales. “El tipo es arrogante y solo busca controlar el poder para sí mismo y hacer rica a su familia”, dijo Noboa, que protestó que antes había un puñado de familias que poseían todo en El Salvador “y ahora están los Bukeles”.

Nayib Bukele y Javier Milei también fueron parte de las críticas de Noboa. | Foto: AFP

De igual manera, Noboa se desmarcó de su estrategia contra los carteles de droga, la guerra de las pandillas de Bukele, quien había impuesto medidas autoritarias anulando las instituciones de su país. “Lo que hice fue enteramente democrático. Le pregunté al Poder Legislativo y al Poder Judicial cuando declaré mi guerra. Tuve el respaldo de los tres poderes para hacerlo”, dijo sobre el mandatario salvadoreño.

Curiosamente, Noboa aseguró que el mandatario con el que más se siente identificado es el presidente de izquierda de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva. El líder ecuatoriano dijo que había conocido a Lula quince años antes, en una “cumbre de líderes empresariales de padre e hijo” organizada por el magnate mexicano de las comunicaciones Carlos Slim. Desde entonces, el brasileño lo había impresionado con su astucia política y su capacidad para impulsar una agenda.