El papa Francisco pidió a la Iglesia que no se justifiquen los abusos sexuales a menores, alegando que es una lacra “muy extendida en todas las culturas y sociedades” y subrayó que cualquier cosa que se haga para reparar el daño “nunca será suficiente”.

“No podemos justificarnos alegando que lacra de los abusos sexuales a menores es un fenómeno históricamente muy extendido por desgracia en todas las culturas y sociedades”, señala el Pontífice en su nuevo libro Les pido en nombre de Dios. Por un futuro de esperanza (Piemme), fruto de las conversaciones con el periodista argentino Hernán Alcaide y que ha salido a la venta este martes en Italia.

En este sentido, reconoce que “miles de vidas” han sido arruinadas por los que se suponía que debían cuidarlos y protegerlos. “Lo que sea cualquier cosa que hagamos para intentar reparar el daño que hemos comprometido, nunca será suficiente”, reconoce.

Francisco desgrana en este documento, consultado por Europa Press, sus ‘diez mandamientos’ para la Iglesia católica, siendo el primero de ellos su deseo de “extirpar” los abusos sexuales, de poder y de conciencia, que enmarca en “una verdadera cultura de la muerte”, y hace balance de sus casi diez años de pontificado.

En este sentido, asegura que “un solo y único caso es en sí mismo una realidad monstruosa” y manifiesta que no solo constituye “un crimen atroz”, sino que se convierte en “una herida inflingida a Dios”.

Respecto a la presencia de las mujeres en la Iglesia, pide una presencia “más incisiva”, pero “evitando la tentación de exponer a una mujer sin encajar y sin respetar su estilo, su singularidad”. En este sentido, apunta que el debate sobre los espacios de las mujeres “no puede reducirse a una cuestión de funciones, las estadísticas de sus proporciones en posiciones de liderazgo o su presencia en espacios de poder”.

“Venimos de una larga tradición en la que dentro de los muros del Vaticano había desconfianza ante la llegada de las mujeres a los puestos jerárquicos, y por ello la apertura debe ir acompañada de una cultura que pueda suponer un avance definitivo”, explica.

Francisco vuelve a referirse a la guerra en Ucrania en el libro y hace una referencia velada al patriarca Kirill de Rusia al hablar de “las actitudes de algunos hermanos que buscan justificaciones para actos de odio y violencia pura”. “No hay lugar para tales discursos en nombre de Dios”, asegura, al tiempo que admite que ninguna religión es “inmune al riesgo de desviaciones fundamentalistas o extremistas por individuos o grupos”.

En cuanto al medioambiente, su segundo mandamiento, considera que la Iglesia debería “dar el paso de introducir el pecado contra la ecología en el catecismo” y pide a empresas mineras, forestales, inmobiliarias y agroindustriales que “dejen de destruir bosques, humedales y montañas; que dejen de contaminar ríos y mares; que dejen de intoxicar a la gente y a la comida”. El papa lamenta igualmente que son “los más pobres” los que sufren las consecuencias.

Entre otras cuestiones, el papa defiende una comunicación que combata las noticias falsas y evite la incitación al odio. En este sentido, critica que se hurgue “en los archivos para sacar a relucir hechos antiguos con el único fin de dañar la reputación de alguien como si no existiera el derecho al cambio, a la reparación y a la conversión”

Contra la “cultura de la cancelación”

En la misa línea, se queja de la “cultura de la cancelación” al mencionar que “ciertas tendencias actuales, que rozan la colonización ideológica, agitando la bandera de la defensa del desvalido o de los sin voz, buscan comprimir los márgenes de la libertad de expresión”. Así, advierte de que en nombre de la “protección de la diversidad” se acaba por cancelar “el sentido de cualquier identidad, a costa de silenciar posiciones en favor de una idea respetuosa y equilibrada de las distintas sensibilidades”.

Por otro lado, el pontífice reclama una política “popular” que distingue del “populismo”. “El descrédito del adversario político a través de la división binaria populista-no populista es uno de los males de la política moderna, de la que pocos países se han rehabilitado”, asegura. Para el papa, el populismo “excluye”, “manipula” y “exaspera”. “Hoy nos entristece el resurgimiento de vías autoritarias similares de las que incluso Europa no puede sentirse al seguro”, alerta.

Respecto a la guerra y la paz, un fragmento de la publicación adelantado este mismo lunes, el papa hace un llamamiento universal a la paz en el mundo y enfatiza la necesidad de considerar una reforma de la ONU. También hace hincapié en que la guerra en Ucrania corre el riesgo de desencadenar la destrucción nuclear. “Poseer armas nucleares es inmoral”, reitera al asegurar que socavan los caminos del diálogo y ponen en riesgo la supervivencia de la humanidad en la tierra.

Migrantes

El papa no se olvida de las migraciones y pide que se abran las puertas migrantes y refugiados, facilitando para una entrada segura y legal. “Deberíamos ofrecer a los migrantes y refugiados al menos la misma libertad de movimiento que los bienes que comercializamos. ¿Cómo es posible que incluso las armas, instrumentos de muerte y destrucción, tengan menos restricciones para el tránsito de un país a otro que las familias, las mujeres, los hombres y los niños que quieren un futuro mejor?”, se pregunta al tiempo que pide frenar “expulsiones masivas” y “deportaciones” que ponen en grave riesgo la vida de las personas.

Finalmente, Francisco elogia las campañas gubernamentales de vacunación frente a la pandemia, frente a los movimientos negacionistas y las noticias falsas, y arremete contra la eutanasia al señalar que hay que acompañar a la muerte, pero “no está permitido” causarla o “ayudar a cualquier forma del suicidio”. “La vida debe ser respetada, salvaguardada y protegida desde la concepción hasta el final, dando prioridad al derecho a la atención para que los más débiles, especialmente los ancianos y los enfermos nunca se descarten”.

*Con información de Europa Press.