Con un mensaje ante el Congreso en el que mezcló dosis de optimismo, indignación, la memoria del recién fallecido senador Ted Kennedy y cierto tremendismo, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, buscó retomar la iniciativa política en el debate sobre la reforma de la salud.En una inusual sesión conjunta del Congreso, el presidente Obama hizo una apasionada defensa, y la explicación más detallada hasta ahora, de lo que se ha convertido en su principal propuesta legislativa. Obama apeló a la “historia de fracasos colectivos” cada vez que se ha intentado reformar el sector salud, a la solidaridad con los menos favorecidos por el actual sistema, a la calma a quienes están satisfechos con lo que tienen y hasta alguna amenaza a los republicanos si estos no quieren sentarse a discutir qué hacer con el sistema. “Es hora de poner de lado las querellas. Ya no es momento de jugar. Llegó la hora de actuar. Es ahora cuando debemos aportar las mejores ideas de ambos partidos y mostrarle al pueblo estadounidense que todavía podemos hacer lo que nos encargaron que hiciéramos aquí”. “No soy el primer presidente que asume esta causa, pero estoy empeñado a ser el último”, dijo Obama tras hacer una breve introducción, señalando la mejoría registrada por la economía desde que se presentó ante el Congreso a principios del año. “Hace ya cerca de un siglo desde que Theodore Roosevelt hizo el primer llamado para reformar el sistema de salud. Y desde entonces, casi cada presidente y Congreso, sea demócrata o republicano ha intentado vencer ese desafío de alguna manera”. Opción pública El presidente usó historias de personas que han perdido sus seguros en los momentos en que les han sido más necesarios debido a “tecnicismos” y aunque disculpó a las aseguradoras diciendo que lo hacen porque “es un buen negocio”, afirmó que es una práctica inaceptable. Por eso Obama dejó claro que mantendrá sobre la mesa la llamada “opción pública”, un sistema de seguros médicos manejado por el gobierno que daría cobertura a los trabajadores de pequeñas empresas, las personas de bajos recursos y hasta a los desempleados. La posibilidad de que se cree esa opción pública ha llevado a muchos a pensar que el gobierno busca desplazar a las empresas privadas del negocio de la salud y que eventualmente podría controlar desde el costo de las medicinas hasta los doctores que atienden a los ciudadanos. “No voy a ceder en el principio básico de que si los estadounidenses no pueden encontrar cobertura asequible, nosotros les proveeremos con una opción”. Obama aclaró que la reforma no cambiará la cobertura que actualmente disfrutan los ciudadanos –salvo para mejorarla, según dijo – e insistió en presentar el argumento de los más de 47 millones de estadounidenses que se calcula no tienen cobertura médica. Asuntos de dinero Obama aseguró que el costo del plan que estimó en US$900.000 millones en diez años se financiará con los ahorros que se logren tras el perfeccionamiento del actual sistema de salud, una parte del discurso que fue abucheada por algunos republicanos. “Es menos de lo que hemos gastado en las guerras de Irak y Afganistán, y menos que los recortes de impuestos para los pocos estadounidenses ricos que el Congreso aprobó al principio del gobierno pasado”. La bancada republicana escuchó con escepticismo e incluso uno le gritó mentiroso. Obama dijo viendo hacia la bancada republicana que “parte de las razones por las que me enfrenté con un déficit de un trillón de dólares cuando atravesé la puerta de la Casa Blanca es porque muchas iniciativas en la década pasada no tenían cómo pagarse”. Los republicanos se han negado hasta ahora a sumarse a la iniciativa de reforma, pese a que en las últimas horas los demócratas han asegurado que podrían usar su mayoría para intentar pasar una eventual ley. Gritos republicanos “Continuaré buscando terreno común en las próximas semanas. Si acuden a mí con un conjunto de propuestas serias, estaré allí para escuchar”, dijo Obama, pero aclaró que los intentos para acercar a las partes tendrán un límite. "Sepan esto: no voy a perder tiempo con aquellos que han hecho el cálculo que es una mejor política matar este plan que mejorarlo. No me quedaré viendo mientras los intereses especiales usan las mismas tácticas". Como era de esperarse a lo largo del mensaje presidencial los republicanos permanecieron sentados casi todo el tiempo, mientras los demócratas aplaudieron con entusiasmo a Obama. El inusual discurso también experimentó una inusual interrupción del congresista republicano por Carolina del Sur, Joe Wilson, quien gritó a Obama “usted miente” cuando éste aseguró que la reforma no beneficiará a los inmigrantes indocumentados. Hasta hubo un momento de risas irónicas entre los republicanos cuando Obama dijo que faltaban “algunos detalles” por afinar en la propuesta de reforma. Cambio de curso Hacia el final de su mensaje Obama se refirió a una carta que recibió en mayo pasado del recién fallecido senador demócrata, Ted Kennedy, en lo que constituyó la porción más emotiva de su discurso. Kennedy hizo de la reforma de salud una constante de sus casi 50 años en el Senado y hasta los últimos días de su vida estuvo promocionando la iniciativa del presidente Obama. Por eso muchos aseguraron que tras su muerte, los demócratas harían todos los esfuerzos para homenajear la memoria de quien era considerado su patriarca. “En asuntos como estos, la pasión de Ted Kennedy no nació de una rígida ideología, sino de su propia experiencia. Era la experiencia de tener dos hijos golpeados por el cáncer”, dijo el presidente a una audiencia que incluía la viuda y los hijos del senador. Muchos analistas destacan que ahora que el presidente Obama se ha puesto en el centro del debate tendrá que seguir alentando a sus seguidores y tratando de ganarse a los escépticos. El resto de la semana habrá que analizar las mediciones de opinión para saber qué impacto tuvieron las palabras del presidente en el ánimo colectivo y si ha sido capaz de cambiar una situación que no venía luciendo favorable para la Casa Blanca en las últimas semanas.