En un comunicado dado a conocer este lunes por la oficina de prensa de la Presidencia se establece la necesidad de renovar las sanciones "en el interés nacional de Estados Unidos", dentro de la llamada Ley de Comercio con el Enemigo, una legislación que data de 1917 y en la que se fundamentó el embargo en 1963. "Determino que la continuación durante un año del ejercicio de esa autoridad respecto a Cuba es de interés nacional", se lee en el comunicado de cuatro párrafos fechado el 11 de septiembre pero presentado este lunes, fecha límite para la renovación de las sanciones. Ya la Casa Blanca había anunciado la semana pasada que el presidente prorrogaría las sanciones como se viene haciendo desde tiempos de John Fitzgerald Kennedy, bajo cuyo mandato se estableció el embargo comercial, cuando la proximidad del gobierno cubano a la hoy desaparecida Unión Soviética era considerada en Washington un peligro para la seguridad mundial. ¿Y los cambios? Aunque todos daban por descartado que Obama iba a cumplir con el ritual de sus predecesores y ratificaría las sanciones, algunos se preguntan qué significado tiene dentro de los cambios que el presidente ha dicho querer establecer en su política hacia Cuba. "Puede significar que Cuba no es en realidad una prioridad muy grande para su administración y que Obama no va a hacer cambios muy dramáticos a nivel del ejecutivo", aseguró a BBC Mundo Dan Erikson, director del Programa Caribeño de Diálogo Interamericano, un centro de estudios de políticas públicas ubicado en Washington. Sin embargo, Erikson asegura que el gobierno está dando señales de que quiere establecer algunos cambios importantes, como la flexibilización de los viajes para cubano-estadounidenses con familia en la isla o las facilidades para hacer negocios en agricultura y telecomunicaciones, aspectos que fueron anunciados meses atrás y que la semana pasada fueron reglamentados por el Departamento del Tesoro. En EE.UU. muchos consideran que el embargo es una rémora de la Guerra Fría que actualmente carece de justificación y que pierde eficacia en la medida en que Cuba comercia con otras naciones como China, Canadá, Venezuela o los países de la Unión Europea. Eso, unido a la retórica presidencial de "abrir un nuevo capítulo" en las relaciones con Cuba y América Latina, ha llevado a muchos a pedir al presidente Obama que elimine la política del embargo. Cuestión de negocios Para algunos la política de sanciones no sólo no estaría surtiendo efectos políticos, sino que está afectando a la capacidad de hacer negocios para muchos empresarios estadounidenses, sobre todo en el sector agrícola, que ve en la cercana Cuba un "mercado natural". "Como organización que cree en la democracia, opinamos que abrir el comercio y los viajes a Cuba va a ayudar más a promover una transición hacia un sistema más democrático que el embargo", le aseguró a BBC Mundo Bob Stallman, presidente de la Federación de Agricultores de EE.UU., un sector que aspira al desmontaje de las restricciones a Cuba. Los agricultores del medio oeste estadounidense han pedido al Congreso y a la Casa Blanca que se eliminen las restricciones comerciales sobre Cuba para trabajar con un mercado al que le ven un potencial de hasta US$1.000 millones anuales. Actualmente ese intercambio ronda los US$400 millones, una suma que hace de los estadounidenses los mayores suplidores de productos agrícolas para Cuba. "También tenemos un interés económico en el sentido de las exportaciones, que son muy importantes para la agricultura estadounidense y antes de que el embargo fuera establecido Cuba era un importante mercado para nuestros productos", recordó Stallman. El papel del Congreso El embargo a Cuba es una ley del Congreso, reforzada en 1996 con la llamada Ley Helsm-Burton. Si algún día la Casa Blanca no lo ratificara como hace anualmente, se abriría un debate legal con el Congreso sobre la necesidad de cambiar todo el régimen de sanciones que podría llevar a su eliminación. "Aunque vamos a ver más cambios (con Obama), en realidad es el Congreso y no el Ejecutivo el que puede cambiar la política hacia Cuba", aseguró Erikson, de Diálogo Interamericano. "Creo que Obama va a seguir renovando las sanciones cada septiembre, pero no indica que no estén buscando otras maneras de ampliar las relaciones entre ambos países", afirmó. Para algunos sectores de tendencia conservadora levantar el embargo total, y hasta parcialmente, significaría reconocer una derrota ante el "comunismo" que además nutriría la retórica anti-estadoundiense en el mundo entero. Pelea doméstica Muchos afirman que la relación Washington-La Habana ha dejado de ser terreno exclusivo de la diplomacia para pasar a ser un tema de política doméstica, particularmente en estados como Florida y Nueva Jersey, donde se concentra la mayor parte de la población de origen cubano. Por eso es poco probable que el gobierno de Obama quiera entrar en un debate político en el que los peores fantasmas de la Guerra Fría salgan a relucir. Mucho menos cuando desde el extremo conservador le acusan por estos días de "socialista", algo que para el diccionario político de muchos en EE.UU. es una mala palabra. Y es menos posible aún que el presidente quiera complicarse el mandato cuando tiene una ambiciosa agenda de reformas que está encontrando más oposición de la que se esperaba, sobre todo en el tema del sistema de salud. Por ahora, los cambios serán dosificados. En estos momentos Cuba y EE.UU. discuten un nuevo acuerdo migratorio y dentro de pocos días empezarán a negociar el establecimiento de un servicio postal directo entre ambos países, lo que sería un cambio sustancial en la manera de comunicarse en los últimos 50 años.