El presidente de Rusia, Vladímir Putin, llegó este lunes –19 de diciembre– a Bielorrusia, donde fue recibido por su homólogo, Aleksandr Lukashenko, y una comitiva que lo esperaba al bajarse del avión con flores y algunos aperitivos. Su viaje se produce cuando, en poco menos de una semana, se cumplen 10 meses desde que escaló la confrontación con Ucrania.

Justamente el gobierno de Volodímir Zelensky teme que Moscú esté “abonando terreno” con sus aliados de Minsk para avanzar en una segunda ofensiva a gran escala en los primeros meses de 2023. Según Kiev, un nuevo avance de las tropas rusas tendría como foco inicial la capital.

El ejército ruso incrementó tales sospechas, luego de que anticipara que haría parte de acciones “tácticas” con su país vecino. Esto después de que hace dos meses Minsk (la capital) anunciara que establecería una fuerza conjunta con Rusia de la que harían parte miles de militares.

Sin embargo, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, aseguró que el viaje de Putin a Bielorrusia no tenía como finalidad convencer a su aliado de tomar partido directo en las hostilidades con Ucrania. Peskov calificó los señalamientos de Kiev como “estúpidos” y “sin fundamentos”.

¿A qué viajó Putin?

Medios internacionales informaron que el encuentro entre ambos mandatarios abordará la situación política y militar que rodea tanto a Moscú como a Minsk, así como las “medidas conjuntas de respuesta” frente a las advertencias de la Alianza Atlántica (OTAN).

Pero una posición alerta mantienen las autoridades del país con el que libra una disputa, pues el comandante de las fuerzas conjuntas ucranianas, Serhiy Nayev, dijo que creía que las conversaciones abordarían “una mayor agresión contra Ucrania y la participación más amplia de las fuerzas armadas de Bielorrusia en la operación contra Ucrania, en particular, en nuestra opinión, también sobre el terreno”.

El presidente ruso, Vladímir Putin, y el presidente bielorruso, Alexandr Lukashenko, asisten a una reunión en Minsk. | Foto: Reuters / Sputnik

El choque de opiniones continúa. Solo la semana pasada, el máximo general de Ucrania, Valery Zaluzhny, le dijo a The Economist que su adversario estaba alistando al menos 200.000 soldados nuevos para una “gran ofensiva” que podría venir desde el este, el sur o incluso desde Bielorrusia en enero, pero probablemente en la primavera.

Para diplomáticos extranjeros, si Bielorrusia decide tomar una participación en el conflicto, esto representaría una “impopularidad” a nivel interno. Lukashenko, presidente de ese país, ha mencionado en otras ocasiones que su nación no intervendrá en lo que Moscú llama como su “operación especial”.

Kiev, bajo ataque

La capital ucraniana sufrió este domingo, en horas de la noche, una nueva serie de ataques con drones. Las autoridades aseguraron que varias casas y otras infraestructuras habían sufrido el impacto y que se reportaron por lo menos dos personas lesionadas.

“Durante la alerta aérea, se registraron 23 VANT [vehículo aéreo no tripulado] enemigos en el cielo de la capital. La defensa aérea destruyó 18 drones”, afirmó la administración militar de Kiev. Esta dependencia señaló que unos 15 de 20 drones rusos detectados fueron derribados.

Por su parte, la Fuerza Aérea ucraniana afirmó en su balance que, en total, han sido derribados más de 30 drones durante la noche del 18 al 19 de diciembre. “Las fuerzas de ocupación rusas atacaron con drones de fabricación iraní ‘Shahed-136′ y ‘Shahed-131″, denunció.

No es la primera vez que Kiev acusa a Irán de proporcionar este tipo de artefactos, mientras la República Islámica insiste que no se han presentado pruebas que sustenten los señalamientos. Estados Unidos también respalda el hecho que Moscú pueda estar adquiriendo este armamento de Irán, en el marco de la guerra.

*Con información de AFP y Reuters.