El planeta está a casi tres años desde el inicio de la pandemia por la covid-19 que se descubrió en Wuhan. Unas naciones han sabido manejar mejor que otras toda la situación a lo largo de la permanencia del virus. La gran mayoría, con estrictos controles, duras cuarentenas, extensos aislamientos y medidas de bioseguridad extremas. Para muchos son cosas del pasado, pero para China no.

La estrategia del gobierno de Xi Jinping ha sido tan agresiva como polémica. Al mínimo rebrote de casos de covid, la decisión es encerrar a una comunidad, a un barrio o a una ciudad entera.

Esta semana la preocupación volvió a aumentar después de que el país registrara su mayor número de casos desde el inicio de la pandemia con más de 31.000 contagios diarios el pasado miércoles. Aunque los fallecimientos solo llegan a un máximo de dos personas por día.

Así mismo, la crisis sanitaria también se vive en la capital china de Beijing y en su otra ciudad principal, Pekín. Ambas urbes pasan por sus peores momentos en lo que a contagios del virus se refiere. De igual manera, el gobierno anunció una dura serie de cuarentenas y restricciones para ambos territorios.

Un trabajador con traje protector habla por teléfono detrás de una barrera en un área sellada tras el brote de la enfermedad coronavirus (COVID-19), en Shanghái, China. | Foto: REUTERS

En el caso de Beijing, las autoridades decretaron un cierre total de la ciudad, esto incluye tanto guarderías como colegios, que se suman a los parques y lugares de ocio que ya habían sido suspendidos ante el dramático aumento de casos positivos. Mientras que en Pekín, ya toda actividad social está prohibida, restaurantes, comercios y escuelas están cerradas, al igual que muchos edificios residenciales los cuales están bajo una estricta cuarentena.

Pero ya las restricciones parecen haber colmado la paciencia de muchos de los chinos. Por ejemplo, en la ciudad de Zhengzhou se reportaron violentas protestas por la estricta cuarentena que se vive en la tecnológica de Foxconn, donde se fabrica la mayor cantidad de teléfonos iPhone en el mundo, aunque las manifestaciones también se deben a las duras condiciones de trabajo, que incluyen demoras en los pagos, que de por sí son muy bajos.

Pero en otras ciudades también se vive el hartazgo. Los pobladores están cansados y desesperados de que la situación no cambie tras casi tres años de que iniciara la pandemia. “Estoy harta de todo esto, no hay nadie en las calles. Quiero salir a cenar y ver a mis amigos, pero es imposible”, dijo a la AFP, Elaine, una joven oficinista francesa que vive en Pekín.

Mujeres con perros conversan a través de huecos en una barrera en un área sellada, luego del brote de la enfermedad por coronavirus (COVID-19), en Shanghái, China. | Foto: REUTERS

La situación parece desproporcionada en comparación de lo que se vive en los demás países que ya están en etapas de normalidad plena como la que se vivía en el planeta antes de la pandemia. Pero China sigue inmiscuida en la política de covid cero, a pesar de que, según varias fuentes, dentro del mismo gobierno chino hay funcionarios en desacuerdo con esa determinación por considerarla un fracaso que solo termina afectando a la población y a la economía. Incluso, ha sido uno de los principales elementos del incremento de la inflación en el mundo.

Xi Jinping y su gobierno siguen con su estrategia de extinguir cualquier rastro de covid en su país, pero en su camino están acabando con la economía, la ciudadanía, la humanidad y la libertad de sus ciudadanos que ruegan por un cambio de enfoque.

Sin embargo, todos en Pekín hacen oídos sordos a las críticas de los ciudadanos y de la comunidad internacional; además, parece casi imposible que las cosas cambien a corto plazo, por lo cual, el encierro constante parece una amenaza que aún sigue sobre los chinos.