Una inesperada incursión en la política que arrancó en diciembre de 2018, cuando el Congreso lo designó como vicepresidente de una terna presentada por el mandatario Lenín Moreno (2017-2021), encendió en Sonnenholzner el deseo de gobernar para “servir”.
“Yo no estoy aquí por vanidad o por ego, estoy por vocación de servicio, capacidad de resolución de problemas”, dice a la AFP el empresario en diversos sectores como el comercio y la agricultura.
Economista y apasionado por la comunicación radiofónica, Sonnenholzner confía en encuestas que le ubican como el segundo favorito y candidato para disputar el balotaje de las elecciones anticipadas, en las que se definirá quién reemplazará al derechista Guillermo Lasso.
El nuevo gobernante, que surgirá de entre ocho candidatos, deberá completar el actual mandato, hasta 2025, luego de que Lasso disolviera el Parlamento en medio de una crisis política, lo que derivó en el llamado a las urnas. Aunque rechaza identificarse con una ideología, Sonnenholzner, de 40 años, se postuló auspiciado por partidos de derecha y marca distancia política con países donde “hay serias carencias democráticas” como Venezuela y Nicaragua.
“Soy una persona pragmática, práctica”, sostiene al recordar su trabajo como vicepresidente durante la peor crisis de la pandemia en Ecuador, uno de los primeros focos del virus en Latinoamérica donde los muertos se acumulaban en contenedores refrigerados, casas y calles.
Sus críticos rechazan su vínculo con el impopular gobierno de Moreno, que tuvo cuatro vicepresidentes, y el haber renunciado al cargo cuando Ecuador apenas se reponía de la debacle sanitaria.
Paz, plata y progreso
Sonnenholzner reconoce que Ecuador “todavía no se recupera de la pandemia” en términos económicos y de salud mental. Y a eso se han sumado otras crisis, como la ola de violencia ligada al narco. “Estamos en una situación inédita en materia de inseguridad”, expresa, al tiempo que se plantea fortalecer la justicia y los servicios de inteligencia para luchar contra el narcotráfico y sus tentáculos, a los que apunta a “golpearles en los bolsillos”.
Su plan prevé que jueces operen incluso desde embajadas ecuatorianas en el exterior, a salvo de amenazas y con mayor protección.
“Tiene que ser una política en donde la inteligencia sea la prioridad. Esto no es de entrarse a palos, es de tener más información y estar cinco pasos adelante de los delincuentes y no tres pasos atrás”, explica el candidato, que rechaza la tesis del libre porte y uso de armas.
Sonnenholzner resume en tres palabras su plan para Ecuador: paz, plata y progreso. ¿Es posible hacerlo en un año y medio? Para el empresario lo urgente es empezar, aunque no descarta una eventual reelección.
Schwarzenegger, Oster y salsa choque
Sonnenholzner, de 1,83 metros y voz grave, sonríe fácilmente. Casado y con tres hijos, toma con humor los errores en la pronunciación de su apellido originario de Bavaria y los memes relacionados.
“A mí díganme Otto y estamos bien”, dice entre risas al recordar la “lista interminable” de apodos: “Oster”, “Salsa choque”, “Head and Shoulders”. Incluso un presentador de televisión lo llamó Otto “Schwarzenegger”, como el actor de Hollywood.
Con 13 letras, la mayoría consonantes, y de difícil pronunciación para hispanohablantes, su apellido llegó a Ecuador en 1928, cuando su bisabuelo migró desde Alemania y se casó con una mujer de la localidad costera de Daule (suroeste).
El empresario también se burla de sus pocas habilidades para el baile, pero se enorgullece de su destreza en atletismo, básquetbol, voleibol y fútbol. “Lo único que he sido muy malo es en natación a pesar de que soy costeño (...) Tengo unas manos y unos pies que parecen paletas, esas que uno se pone para bucear. Quizás (sea) porque soy pesado (90 kg)”, bromea.
*Con información de la AFP.