Durante los últimos años, en los Estados Unidos han corrido las imágenes de la adicción creciente a los medicamentos de uso opioide recetados. En las redes sociales se han llenado de videos de cientos de personas que caminan como zombis por las calles, producto de una adicción extrema a estas drogas de receta médica. Entre tanto, el consumo y las muertes por sobredosis continúan, en medio de un mercado multimillonario que mueven estas sustancias legales.
Gracias a la serie Painkiller (Adicción mortal), producida por Netflix, de nuevo los ojos de la sociedad están puestos sobre los medicamentos opioides y el OxyContin, medicamento que le ha costado la vida a medio millón de estadounidenses, según las cifras de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades, (CDC, por su sigla en inglés). Según la institución, otra sustancia como el fentanilo mata a 200 personas cada día en Estados Unidos por sobredosis, pues su dosis letal puede ser de tan solo 2 miligramos.
Los expertos en Estados Unidos advierten que lo que hoy día se vive con el fentanilo, hace unos años era lo mismo con el OxyContin, dos sustancias que se usan para tratamientos médicos, pero que se terminaron convirtiendo en drogas de uso común, ya sea por culpa del abuso de las farmacéuticas o por adicciones extremas de los usuarios. El fentanilo es un potente analgésico hasta 100 veces más fuerte que la morfina que se utiliza en cirugías, mientras que el OxyContin debía usarse en casos de pacientes de cáncer con dolor crónico.
A pesar de la crisis de los opioides y el drama surgido por Purdue Pharma, la compañía de los Sackler que popularizó el OxyContin, aún se sigue comercializando en Estados Unidos y en el mundo, solo que intenta ser mucho más controlado. En Colombia se comercializa bajo control y fórmula médica de recetario oficial en farmacias autorizadas por el Fondo Nacional de Estupefacientes (FNE). El precio oscila entre 175.000 y 250.000 pesos por la caja de 30 unidades.
“En Colombia, la normatividad de medicamentos de control especial establece las restricciones en su comercialización, al igual que para otros medicamentos opioides y opiáceos, por su potencial de causar abuso y dependencia, su venta es exclusivamente bajo formula médica y en farmacias a las que el Fondo Nacional de Estupefacientes ha autorizado y se identifican en su empaque con una franja de color morado. Se deben presentar reportes mensuales al FNE de parte de las IPS o farmacias autorizadas, respecto a la compra, venta y prescripción de estos medicamentos”, señala Egdda Vanegas Escamilla, química farmacéutica y docente de la Universidad Javeriana.
Para los expertos en salud y en farmacología, la causa de la epidemia de opioides que se vive en Estados Unidos se debe a la negligencia del sistema y de las autoridades de salud en el país, haciendo especial énfasis en la FDA, que aprueba dichos medicamentos para el uso público. Y que tal cual lo muestra la serie, los sistemas de regulación y control de dichas sustancias poseen gigantescos problemas para poder lidiar con las dificultades.
“Haber introducido un medicamento opioide que tiene un riesgo de adicción brutal como un analgésico más, teniendo detrás esa codicia comercial desbordada que presionó para que miles de médicos lo prescribieran, aun sin tener tan claros sus efectos, es algo que nunca se había visto en la industria farmacéutica y frente a las narices de las autoridades”, le dijo a SEMANA Gorka Orive, farmaceuta, conferencista internacional, autor del libro Salud global.
La labor de la industria farmacéutica y de los doctores alrededor de los Estados Unidos fue clave para la expansión de la pandemia de los opioides en el país, ya que según los expertos en salud, muchos médicos se negaron a seguir con las políticas de Purdue Pharma al recetar OxyContin, pero miles sí cayeron en los encantos de la industria que costaron cientos de miles de vidas.
Para entender la relación entre el OxyContin y el fentanilo hay que saber que después de que se desató la crisis por cuenta del medicamento distribuido por Purdue Pharma de manera agresiva y con controles más que cuestionables, el ojo público estaba sobre ellos y los controles aumentaron, pero ya cientos de miles de estadounidenses eran adictos a los opioides, por lo cual, con una demanda totalmente superada, se lanzaron a las calles buscando heroína más barata y más fuerte, y el fentanilo fue la respuesta más clara.
El fentanilo es hasta 50 veces más fuerte que la heroína y su nombre solo era conocido en las salas de quirófano de los hospitales. “La prescripción de este medicamento se hacía de manera tan genérica y sencilla, y se ha introducido un opioide que es un derivado de la heroína y sintético, además, primando que se aumenten las dosis sobre gente que padecía dolores crónicos, pero que en algunos casos no eran tan intensos, fomentó una comunidad de adictos sin precedentes”, dice Gorka Orive.
Para Vanegas Escamilla, de la Universidad Javeriana, es importante entender los efectos de los opiáceos. “Dentro de las reacciones adversas que presentan los medicamentos opioides podemos resaltar: estreñimiento, sequedad de boca, depresión respiratoria (a dosis altas), efectos gastrointestinales, náuseas y vómitos, deterioro de las funciones cognitivas, efectos cardiovasculares, bradicardia e hipotensión, deterioro del sistema inmune, somnolencia y dependencia física”.
Vanegas, a su vez, destaca los efectos en el caso de generarse un consumo en periodos prolongados. Son hiperalgesia inducida por opioides, es decir, que el paciente se vuelve más sensible al dolor, síndrome de neurotoxicidad, un cuadro con varios síntomas como alteraciones cognitivas –confusión, sedación, déficit de atención, delirio, alucinaciones– y rigidez muscular, entre otros.
Sobre las lecciones que ha dejado dicha epidemia, Gorka Orive advierte: “Hoy día, y fue lo único rescatable de toda esta tragedia que generó el OxyContin, existe una normatividad que regula su prescripción médica, ya no se prescribe con la misma facilidad que antes. Pero eso no oculta la gravedad de que Estados Unidos haya esperado la muerte de medio millón de personas para tomar esa medida”.
Por último, los profesionales de la salud coinciden en que hay que trabajar en las estrategias de educación de los trabajadores médicos, en estrategias que impidan el uso irracional de dichos medicamentos que puedan contribuir a las adicciones por el consumo. Mientras tanto, cada hora, alrededor de nueve estadounidenses mueren por los opioides, que se ha convertido en una epidemia sin precedentes.