Luego de la trágica muerte del fiscal paraguayo Marcelo Pecci, baleado mientras se encontraba de luna de miel con su esposa en las playas de Barú en Cartagena, se llevó a cabo su funeral el pasado domingo, cuando fue despedido por familiares, amigos y ciudadanos paraguayos.
El funeral de Pecci se realizó en el colegio San José, donde el fiscal estudió en su juventud. Finalmente, su cuerpo fue trasladado al cementerio de La Recoleta, lugar en el que sus seres queridos le dieron el último adiós.
A la despedida del fiscal asistieron muchos paraguayos que se conmocionaron por la noticia, además de sus amigos, familiares, bomberos voluntarios (ya que Pecci perteneció a los bomberos), así como también directivos e hinchas del equipo de fútbol Guaraní, pues era el club del que era hincha y en el que también fue dirigente deportivo.
Pero, sin duda, uno de los momentos más sentimentales del funeral fue cuando el papá del fiscal, Francisco Pecci, dijo unas palabras que quiso dedicarle a su hijo como despedida en medio de la ceremonia.
“Él no claudicó, cumplió con su deber. Él enfrentó el golpe, porque en su vida él fue así. (…) El pueblo en general entiende que a él lo mataron desgraciadamente porque molestaba por su honestidad a mucha gente. Que tu trayectoria honesta y valiente sirva de ejemplo”, mencionó el papá de Marcelo Pecci, haciendo referencia a las razones por las que fue asesinado el pasado 10 de mayo en Colombia.
Los datos desconocidos de un impactante crimen
El asesinato a sangre fría del fiscal antimafia Marcelo Pecci tiene en alerta a las autoridades de Colombia, Paraguay y Estados Unidos. Según las investigaciones que adelantan de manera conjunta, sería justo en este último país en donde se habría fraguado el homicidio.
Los investigadores han recogido versiones que apuntan a que, tal como actuaron los grandes carteles en el pasado, habrían hecho una vaca millonaria entre capos del narcotráfico para sacar del camino a este enemigo en común.
En efecto, ya están rastreando movimientos financieros y de personas con grandes sumas de dinero en dólares, que se habían movido por estos países y supuestamente tendrían relación con la mafia.
Es claro para los investigadores que, aun cuando el homicidio fue en Cartagena, se trata de un hecho con alcances transnacionales. Por eso, las agencias estadounidenses, como el FBI y la DEA, desde el primer momento trabajan con las autoridades de Colombia y Paraguay para desenredar la madeja.
Tan pronto se conoció el asesinato, los reflectores apuntaron hacia las cárceles estadounidenses, pues Pecci, con sus investigaciones, había sido el encargado de mandar en extradición a varios capos, que no estaban dispuestos a dejar esa deuda sin saldar.
No se trató de la simple transacción con asesinos a sueldo. En realidad, fue una operación de alta cirugía criminal, planeada durante semanas. Buscaron el momento adecuado para propinarle los tres impactos con pistola 9 milímetros, que dejaron tendido y sin vida al fiscal antimafia al lado de su esposa, la periodista Claudia Aguilera, con quien se había casado hace unos días. Su destino de luna de miel resultó trágico.
A Pecci le seguían cada uno de sus pasos desde Paraguay. Sabían todo de él. Incluso, en las pesquisas ya se habla de personas que estaban pendientes del itinerario del viaje de la pareja, que tomó un vuelo desde su país con escala en Panamá, país en donde, probablemente, abordaron el mismo avión con quienes observaron cada uno de sus movimientos.
Desde hace un mes, Pecci se distanció de su trabajo para dedicarse de lleno a su boda, a su pareja, a la luna miel y a cumplir con el plan de ser papá, de lo que efectivamente se había enterado unas horas antes de que lo mataran.
Él, acostumbrado a mantener la reserva, no dio información de lo que iba a hacer en las siguientes semanas. Así lo reconoció su jefa, la fiscal Sandra Quiñones, quien dijo que desconocían su paradero. Por el contrario, su pareja, por medio de las redes sociales, iba dejando pistas de cada uno de sus pasos: el matrimonio, el viaje, la playa y la isla de Barú.